Las secuelas del debate en Estados Unidos

  • Luis Ochoa Bilbao
Los progresistas y liberales le piden a Biden que renuncie a su candidatura

Definitivamente el debate presidencial en Estados Unidos lo ganó Trump. No por sus argumentos, no por sus propuestas de políticas públicas. Trump dijo infinidad de mentiras y exageró los datos y la información. Pero, en su expresión corporal, en su asertividad, en su firmeza, derrotó a un Biden que se veía cansado, desconcentrado y que nunca pudo responder de manera contundente.

Los demócratas entraron en pánico. Se dieron cuenta que el tiempo no ha pasado en vano para Biden. Percibieron su debilidad como candidato. Pero lo más importante, percibieron su debilidad como para seguir gobernando al país. Ningún demócrata cree ahora que Biden siquiera pueda ganar la elección.

Grupos de interés de corte liberal que simpatizan con los demócratas, como The New York Times y la cadena noticiosa CNN fueron muy claros. Le pidieron en sendas editoriales a Biden renunciar a su candidatura para buscar otro perfil que pelee contra Trump por la presidencia del país. El problema es que la plana mayor del Partido Demócrata le convenza de que es lo mejor para él y para su país. Todavía hay voces relevantes dentro de la opinión pública que insisten en que lo mejor es quedarse con Biden, incluso después de su desastroso desempeño durante el debate.

Los demócratas tienen en Gavin Newsom, el gobernador de California, a un buen político para sustituir a Biden como candidato presidencial. Lo que no tienen es suficiente tiempo para hacer una campaña que resulte exitosa. La vicepresidenta Kamala Harris podría ser otra carta bajo el brazo. El problema es que ambos candidatos son demasiado liberales y eso espanta a muchos votantes demócratas moderados que veían en Biden a un político de centro-izquierda.

Conforme a las reglas de procedimiento del Partido Demócrata, Biden ya tiene los delegados que se necesitan para que voten por él en la Convención de su partido. Lo único que queda es que Biden renuncie personalmente a mantenerse como candidato. De hacerlo, mantendría la unidad del partido, justo lo que se necesita para evitar la derrota de los demócratas en noviembre próximo.

Estamos ante una elección sui generis. Ambos candidatos están muy desgastados. Pero la diferencia estriba en sus votantes cautivos. El cien por ciento de los seguidores del Partido Republicano votarán con los ojos cerrados por Trump, sin importar sus escándalos judiciales. Sin embargo, del lado de los demócratas, hay muchos votantes cautivos que no apoyarían a Biden para un segundo mandato, especialmente por su debilidad física, su edad y sus políticas de apoyo a Israel.

La democracia en EE. UU. está en riesgo. Trump ha dicho una y otra vez que quiere modificar el sistema político de ese país. Lo quiere hacer para su propio beneficio y concentrar todo el poder en una suerte de dictadura. Su llegada a la Casa Blanca podría generar mucha inestabilidad, y utilizaría las agencias del gobierno para perseguir a sus enemigos. Ha si lo ha dicho. Y le retiraría el apoyo a la OTAN y a Ucrania para favorecer las ambiciones expansionistas de Putin. Trump es un serio riesgo para la democracia en su país y para la paz en el mundo.

Las esperanzas demócratas pasan por sacrificar al presidente Biden, quien derrotó a Trump en el 2020 y rescató a su país del desastre institucional en que lo había dejado el republicano. Pero el sacrificio de Biden no es garantía de éxito. Las alarmas están encendidas, en Estados Unidos y en el mundo.

 

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Luis Ochoa Bilbao

Internacionalista y sociólogo. Director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la BUAP. Se especializa en temas de política exterior, cultura política y sociología de las relaciones internacionales.