Un negocio de emociones

  • Héctor Montiel Campos
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Como sucede con muchas iniciativas empresariales, a menudo el inicio de una empresa familiar surge de un gran sueño, grandes carencias y virtudes humanas importantes. Por lo general, el padre (primera generación) piensa en el futuro de sus hijos y comienza el negocio con ahínco, dedicación, sacrificio y el firme propósito de hacerlos prosperar. Sin embargo, los cosas no siempre van bien. La empresa familiar puede convertirse en una fuente de grandes satisfacciones, pero también en un lugar donde las pasiones se desbordan (hay conflictos por celos, resentimientos, envidias, complejos, motivaciones diferentes y más). En este último caso, la soñada comunicación  de una generación a la siguiente se estanca, la confianza se desvanece y la relación con los descendientes y entre ellos termina por volverse difícil y complicada, lo cual genera problemas constantes que ponen en peligro la estabilidad de la familia y de la empresa, y traen como consecuencia la pérdida del patrimonio.

Según estimaciones de diversas fuentes, entre 95 y 98& de todas las empresas que hay en México son de tipo familiar. Desde la tienda de abarrotes de la esquina hasta los grupos industriales mexicanos más importantes; algunos ejemplos son Bimbo, Hoteles Fiesta Americana, FEMSA, entre otras.

La literatura sostiene que en la empresa familiar se da la conjunción de tres sistemas relacionados entre sí: la familia, la empresa y la propiedad, de los cuales en forma invariable surgen los diferentes modelos que explican las características y los tipos de relación que se observan en las organizaciones de esta índole. Además, hay otro enfoque tridimensional que incluye los ámbitos legal, normativo y de compromiso, y psicológico; esto significa que la familia, la propiedad y la dirección deben considerarse desde la perspectiva legal, la de las reglas de funcionamiento y la de las personas.

Los acuerdos y las reglas de funcionamiento según los cuales opera una empresa familiar deben partir de la definición del tipo función que sus integrantes desean tener como propietarios, directivos y parientes. También, es preciso considerar el aspecto interno de cada ser humano: sus objetivos, sus motivaciones, los celos, las envidias, los resentimientos y más, situaciones que muchas veces son difíciles de resolver y se han originado durante la infancia. Todavía falta un ingrediente: el manejo inadecuado de los conflictos. Todo esto explica por qué las estadísticas indican que de cada seis empresas familiares, dos logran pasar a la segunda generación y sólo una sobrevive a la tercera.

En el Centro de Investigación de Empresas Familiares de la UDLAP, se trabaja con este tipo de empresas, con el propósito no de eliminar los problemas o conflictos, pero sí de gestionarlos y resolverlos.

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