El Golfo de México desde Elsinor

  • Atilio Peralta Merino
Se ha anunciado la pretensión de asumir el dominio de Groenlandia, parte del territorio danés

Iván R. Cuevas es un cineasta de origen catalán, que reside en Copenhague en las inmediaciones del shakespeariano Castillo de Elsinor. Además de distinguirme con su amistad, meses atrás me comunicó el interés de una productora, en la cual colabora y que cuenta con el respaldo del muy respetable Instituto Danés de Cinematografía, de realizar un documental sobre la “desaparición” de La Bermeja.

Isla cuya referencia expresa escrita con la singular ortografía de “Vermeja”, se encuentra debidamente plasmada en el monumental mapa del virreinato de Nueva España recopilado por el Barón Alexander Von Humboldt y que al efecto se despliega, en el salón de sesiones, de la Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, asentada en la calle de Justo Sierra en el corazón mismo de la capital del país.

El artículo de mi autoría de hace tres años titulado “Bermeja” despertó al parecer en las inmediaciones del escenario en el que se escenifica el monólogo de la reina Gertrudis sobre la finada Ofelia: “A la orilla de un arroyo crece un sauce que imita en el cristal sus blancas hojas, llegó ahí con magníficas guirnaldas de cotejas, ortigas, margaritas y orquídeas púrpuras”.

La decisión de cambiar la denominación del Golfo de México lleva implícito el claro mensaje de una intención política. Al respecto, el 12 de febrero del 2012 el escritor Oriol Malló  Vilaplana publicó un artículo al respecto en el que señalaba que correspondía a un servidor la primicia relativa a dicha intención, de la que en efecto, claramente como discípulo de José Ángel Conchello -como me atrevo a calificarme- di un temprano grito de alerta.

El artículo “Del Popote al Despojo: Manual para entender el Acuerdo” de Oriol Malló circuló con amplia difusión en todos los espacios digitales de la campaña presidencial que, en aquel año encabezara Andrés Manuel López Obrador y bien vale la pena rescatar en los días que corren, parte de lo que en tal documento quedó asentado:

«Los gobiernos de México y Estados Unidos suscribieron este lunes (12 de febrero de 2012) un acuerdo para la explotación de los yacimientos transfronterizos de hidrocarburos en el Golfo de México.

El presidente Felipe Calderón Hinojosa aseguró que la firma del documento refleja el compromiso de ambas naciones por encontrar soluciones a los grandes desafíos energéticos que comparten, bajo una visión de responsabilidad compartida.

Agregó que con el acuerdo firmado por la canciller Patricia Espinosa y la secretaria de Estados de Estados Unidos (EU), Hillary Clinton, se termina “el viejo temor de muchos mexicanos de que el petróleo de México fuera extraído unilateralmente desde el otro lado de la frontera, el llamado efecto popote”.

Calderón aseguró que el acuerdo contó con la colaboración de senadores de diversos partidos y por ello confió en que será ratificado en esa instancia legislativa.

Lo mejor es que cualquier yacimiento conjunto se explote por ambos países y las ganancias se distribuyan equitativamente; “así ganamos todos y garantizamos que nuestro petróleo sea usado en beneficio de los mexicanos, concluyó.

Pero quitemos las bellas palabras y vayamos a los hechos: Este acuerdo es la conclusión legal de la privatización de los hidrocarburos que iniciara su ruta crítica en tiempos del presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) porque da a las compañías extranjeras que explotarán el crudo mexicano garantías legales sobre sus actividades extractivas. Veamos paso a paso cuál es la jugada que quieren vendernos como un acto de patriotismo.

Abriendo las puertas de par en par.

En realidad, la reforma energética del 2008, necesaria para que los mexicanos tuviéramos acceso a la riqueza escondida en el fondo del mar que se estaban sorbiendo los gringos desde sus grandes plataformas, nunca fue el tema de fondo. Se trataba más bien de buscar una vía de acceso para que las compañías extranjeras pudieran aprovechar el crudo de las costas mexicanas: cercano a la frontera y en aguas someras. Todo un negocio.

Siempre posible porque la soberanía de la nación sobre los hidrocarburos, consagrada en la Constitución, nunca aplicó para los yacimientos transfronterizos y esa es la clave del acuerdo firmado el 20 de febrero del 2012 con EEUU. Lo contaba en 2008 el abogado constitucionalista Atilio Peralta Merino: ¿Qué debemos entender por yacimientos transfronterizos?; esto es muy interesante: ¿dónde está el tesoro de las aguas profundas, el llamado polígono del hoyo de dona? El territorio nacional comprende entre otros muchos aspectos a las zonas marítimas, México tiene 12 millas de mar territorial medidos a partir de la línea de base, la línea de base es donde hay el máximo nivel de plano y dónde empieza la bajada; a partir de esa línea de base son 12 millas, en esas 12 millas impera plenamente la soberanía del estado mexicano, después de esa zona territorial se tiene una zona contigua de 24 millas a partir de la línea de base, o sea: 12 millas adicionales al mar territorial, en donde únicamente imperan las leyes fiscales aduaneras y sanitarias; después se tienen 200 millas que son económicas exclusivamente en donde ya no impera la legislación nacional…

Vamos a abordar: ¿Por qué se privatiza el tesoro profundo del mar? Está a 350 millas el polígono de hoyo de dona, ¿En dónde están las supuestas reservas petroleras? están dentro de la plataforma continental, dentro de las 350 millas, o sea que te empalmas con la plataforma continental de los Estados Unidos y de Cuba. Entonces por eso se habla de yacimientos transfronterizos, ojo: en la ley del petróleo vigente, dice que el petróleo que está en el suelo es de propiedad nacional, incluidas las zonas marítimas son propiedad exclusiva del estado mexicano, mas no así las que están en yacimientos transfronterizos, por una razón: cuando en el 44 (1944) se suscribe el convenio de aguas transfronterizas entre México y Estados Unidos se debate sobre su constitucionalidad, los más grandes constitucionalistas Manuel Herrera, Obregón, y Antonio Martínez Báez; presentan sus argumentos y la aportación de argumentos de Antonio Martínez Báez resultó la imperante , en el párrafo quinto del artículo 27, donde habla del dominio de la federación sobre las aguas: no puede abarcar las aguas extraterritoriales porque esas aguas abarcaran a otra soberanía nacional, por lo tanto es perfectamente válido suscribir un convenio con los Estados Unidos, (y que) las autoridades norteamericanas tengan atribución para regular las aguas transfronterizas junto con México para apropiarse de parte de su caudal.

Con base en ese antecedente del Convenio de Aguas del 44, pues resulta que también los convenios para la explotación de yacimientos transfronterizos marcan su explotación mercantil, como son yacimientos transfronterizos, queda implícito que los puedo privatizar de todo a todo, suscribir un convenio internacional entre Cuba y Estados Unidos; ese es el asunto de las aguas profundas que en este momento se está debatiendo. Ese es el tesoro escondido.»

Reposan en Tzintzuntzan los restos mortales de Jacobo Daciano, hijo del que acaso fuese el último rey católico de Dinamarca e integrante de la expedición franciscana en México comandada por fray Martín de Valencia.

No es de extrañarse, por lo demás, que en los actuales momentos llamen la atención en Dinamarca los asuntos concernientes al Golfo de México, después de todo, se ha anunciado conjuntamente con el polémico cambio de denominación geográfica la pretensión de asumir el dominio de Groenlandia, parte integrante del territorio danés, digno de llamar la atención.

Por otra parte, que entre nosotros no se inicien investigaciones para sancionar graves hechos, tal y como lo fue la orden de desaparecer la Isla Bermeja durante al mandato de Zedillo y , también, de acordar los supuestos límites en medio de una política que iniciaba  la apertura de la explotación de hidrocarburos en la zona y que  llegó a su grado más álgido con las reformas expedidas durante la administración de Enrique Peña Nieto.

albertoperalta1963@gmail.com

 

 

 

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Atilio Peralta Merino

De formación jesuita, Abogado por la Escuela Libre de Derecho.

Compañero editorial de Pedro Angel Palou.
Colaborador cercano de José Ángel Conchello y Humberto Hernández Haddad y del constitucionalista Elisur Artega Nava