De la prudencia diplomática y un carnaval de despidos
- Jesús Horacio Cano Vargas
La semana pasada narrábamos el affaire diplomático entre Estados Unidos y el presidente de Colombia, Gustavo Pietro, que como lo describe el poeta y periodista Mario Alberto Mejía “es un cursi lector de García Márquez”. Yo también soy lector, lo fui, asiduo, pero nunca cursi, más bien rudo.
Hoy podríamos estar contando el encontronazo entre el Licenciado Trump y la Doctora Claudia Sheinbaum, pero no, hubo prudencia y ambos países fueron muy sensatos.
Muchas aves de mal agüero andaban rondando sobre Palacio Nacional, propios y extraños, oposición y oficialismo; pronosticaron una escena trágica, parece que la deseaban. Vaya, algunos ya estaban llamando a un boicot a los productos que según ellos se importaban de Estados Unidos. Llamaban a responder a los aranceles con más aranceles, combatir el fuego con más fuego… ¡Ilógico!
Muchos seguramente leyeron a Carlos Fuentes y su Silla del Águila, pensaron que sería un escenario catastrófico, similar al que se plantea en la novela, solo que no vieron que el presidente no era Lorenzo Terán. Nuestro gobierno privilegió el bienestar de los mexicanos, el desarrollo económico. Se privilegió la negociación al falso nacionalismo. Con mucha dignidad, pero con mucha realidad, se evitó que el dólar se disparara, se generara una inflación tremenda y surgiera una inestabilidad en los mercados. Hasta entonces…
Comentario al aire (hoy ni tan al aire)
Por supuesto que estoy de acuerdo con lo que le decía Rosario Galván al presidente Terán en la ya citada obra de Carlos Fuentes: “…no tomar decisiones es peor que cometer errores”, pero cambiar a cincuenta trabajadores de una administración municipal de jalón (una buena parte de tu equipo) en los primeros 100 días, es como si el entrenador cambia a cinco jugadores al minuto 15 del primer tiempo en un partido de futbol, eso solo indica que te están goleando o que los jugadores no aguantaron el ritmo y urge cambiarlos. Así es en el futbol, así es en la política.
Ya lo decía el gran Jorge Ibargüengoitia en una de sus columnas en el Excélsior que luego recopiló en un libro llamado “Instrucciones para vivir en México” que por cierto se los recomiendo ampliamente y hoy me permito parafrasear: a nadie le importa que Sánchez Pérez haya sido sustituido del gabinete por Pérez López. Eso solamente le importa a los beneficiados o a los damnificados de los cambios, el ciudadano de a pie quiere resultados, a los funcionarios muchas veces ni los conoce… obras son amores y no buenas razones.
Que el Licenciado “Fojaco” tome posesión de su cargo supliendo al defenestrado Licenciado “Malagón” (Saludos a mi amigo Zeus) y eso multiplicado por 50, me genera algunas preguntas: ¿El cambio asegura mejores resultados para la administración municipal? Si hace 100 días el presidente se equivocó en elegir a los perfiles, ¿qué nos hace creer que ahora sí le va a atinar? ¿De cuánto tiempo será la curva de aprendizaje?
Si el presidente municipal acusó a servidores públicos de ser conflictivos, no dan resultados o no tener plan de trabajo ¿El plan de trabajo no lo aprobó apenas el Cabildo? ¿A poco es responsabilidad de los funcionarios públicos hacerlo? ¿Tuvieron que pasar 100 días para darse cuenta que son conflictivos? ¿Habrá actas administrativas en la contraloría municipal por el mal desempeño de los servidores públicos mencionados? Si en 100 días no dan resultados, ¿habrá más cambios? ¿Otros cincuenta? Sin duda al cambiar a tantas personas del equipo parece estar admitiendo que las cosas no van bien.
Entiendo el cambiar a uno o dos personajes de tu equipo, quizá tenga lógica, pero ¿cincuenta? Quizá solamente es para que hablemos de Huejotzingo, porque usted disculpe, no le veo lógica. Ojalá tenga éxito, dictaría toda una tendencia a nivel nacional… al tiempo.
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Abogado con estudios en Derecho Constitucional y Amparo. Servidor público por vocación, ha sido profesor universitario, y asesor jurídico de empresas y entidades gubernamentales, pero sobre todo, apasionado de lo que hace.