Migrantes aceleran el paso, el primer efecto Trump
- Norma Angélica Cuéllar
No hace falta que Donald Trump ponga un pie en la Casa Blanca para generar un caos migratorio en la región. Apenas ganó las elecciones, y las caravanas de migrantes desde la frontera sur de México ya comienzan a desbordarse.
Como ustedes saben, soy especialista en migración y debo admitir que el regreso de Trump me da dolor de cabeza. Es como si el caos se anticipara a su mandato, y lo que estamos viendo en Tapachula y otras partes de Chiapas son auténticas escenas dantescas.
Solo en los últimos días, caravanas de hasta 2,000 personas han salido desde Tapachula rumbo al norte, ansiosas por llegar a Estados Unidos antes de que el republicano tome el control y aplique mano dura. Las cifras asustan: 925,000 migrantes cruzaron México de enero a agosto de este año, más de 108,000 de ellos menores de edad. Y con Trump amenazando eliminar programas como CBP One y el Parole Humanitario, la desesperación es palpable.
Desde 2023, CBP One ha permitido a los migrantes programar citas para solicitar asilo en los puertos fronterizos, pero en los tiempos de espera —que llegan a ser de ocho meses—, el crimen organizado y la precariedad en albergues han empujado a muchos a tomar rutas riesgosas.
¿Y qué pasa con las amenazas de Trump? Quiere borrar de un plumazo el CBP One y el Parole humanitario, que han beneficiado a más de 1.3 millones de migrantes desde que fueron implementados. Aunque especialistas advierten que enfrentará barreras legales para lograrlo. Hay instrumentos internacionales y barreras jurídicas que hacen casi imposible que Trump pueda desaparecer ambas figuras.
Mientras tanto, las escenas en Tapachula se complican: narcos subiendo tarifas de tráfico de personas en un 50 por ciento, familias enteras abandonando la travesía por enfermedad o falta de recursos, y una ciudad desbordada que refleja lo peor del sistema migratorio regional.
Es irónico que programas diseñados para reducir el sufrimiento de estas personas puedan ser eliminados por un capricho político. Y aún más irónico que yo, escribiendo desde la comodidad de un escritorio, tenga que hacer malabares para entender este caos. Pero eso sí, si el dolor de cabeza por el regreso de Trump es fuerte, las estampidas migrantes lo son aún más.
El panorama en la frontera sur es sombrío. Tapachula, una ciudad ya golpeada por la violencia y el crimen, se ha transformado en una especie de sala de espera caótica donde miles de migrantes buscan organizarse. Algunos intentan aprovechar los permisos de 20 días ofrecidos por el Instituto Nacional de Migración (INM) para moverse por el país, pero la confusión y los costos de traslado de más de 3,000 kilómetros hacia el norte han hecho que muchos se unan a las caravanas como su única opción.
A pesar de la promesa de corredores seguros y transporte gratuito hacia la frontera norte para quienes tienen una cita confirmada, las acciones del gobierno mexicano han sido escasas y mal organizadas. Muchas familias quedan varadas sin recursos, esperando un milagro que no llega. Entre tanto, las organizaciones humanitarias hacen lo posible por aliviar la carga, pero incluso ellas se ven rebasadas por la magnitud del problema.
Si Trump cumple su amenaza y elimina los programas de Parole Humanitario y CBP One, los efectos serían devastadores no solo para los migrantes, sino para la región entera. La presión en las fronteras mexicanas aumentaría aún más, desbordando albergues y recursos. La sombra del trumpismo ya se siente, y, para quienes estamos del lado de la humanidad en esta crisis, el escenario pinta más como una pesadilla que como un simple dolor de cabeza.
Esperemos que las amenazas de Trump sean más mediáticas que reales. Hay un hecho irrefutable. Estados Unidos necesita mano de obra barata para hacer los trabajos que nadie quiere desempeñar en esa nación. No es necesario que los enumere.
Opinion para Interiores:
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Periodista egresada de la UNAM, especializada en política, derechos humanos, religión y migración, con artículos publicados en revistas y diversos medios nacionales. Doctora en Sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP.
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