Germán List Arzubide

  • Atilio Peralta Merino
Hay un silencio que envolvió en vida a una de las figuras preponderantes de nuestra cultura

A media mañana de este sábado 9 de agosto, recibí un mensaje por WhatsApp de un admirado amigo como es don Humberto Hernández Haddad, nuestro Cónsul General en Austin, y uno de los testigos morales fundamentales de las tragedias que sacudieron a México en las postrimerías del siglo veinte.

Conjuntamente con una edición del día del diario Reforma, se leía el siguiente mensaje: “En la pág. 15 de la sección Cultura se publica una síntesis sobre la vida del escritor y diplomático poblano, el maestro Germán List Arzubide”; el mismo que, en lo personal me pareció sumamente significativo por diversos motivos, uno de ellos, no menos por supuesto, la personalidad del remitente.

Siendo preparatoriano, se solía comentar por amigos con inquietudes literarias, entre quienes figuraba el ahora prominente novelista Pedro Ángel Palou, que en Puebla, durante su historia, no habían surgido movimientos culturales de especial relevancia.

Años después, estudiando en la Escuela Libre de Derecho, el comentario respectivo que se hacía con compañeros imbuidos de inquietudes políticas y sociales, era que, durante su historia, desde la fundación de la institución el 24 de julio de 1912 hasta aquellos momentos, ésta se había caracterizado por ser un epicentro de las causas más conservadores y reaccionarias en el país.

El hecho de que el movimiento “estridentista” hubiera reconocido en la ciudad de Puebla y en la Escuela Libre de Derecho -de la que Manuel Maples Arce era egresado- a dos de sus centros de origen e influencia denota, por una parte, mi ignorancia juvenil del todo apabullante, y por la otra, el enorme silencio que encubre a uno de los grandes movimientos literarios del siglo veinte mexicano.

El hecho de que el “estridentismo” pueda ser considerado como la expresión de política cultural del izquierdista del gobierno de Veracruz en la época, que en esos momentos, estaba a cargo del General Heriberto Jara Corona, tío de mi abuelo materno, se erige en motivo adicional del entusiasmo acompañado de inquietud que suscitó en mi ánimo el mensaje recibido el viernes por la mañana.

No resulta menor, el  pensar en los créditos que Germán List Arzubide recibe en la cinta “Los Olvidados”, de Luis Buñuel como responsable del  centro penitenciario juvenil que se filma en la cinta, y el hecho de que en el reportaje firmado por Israel Sánchez,  se aluda de manera especial a su condición de “titiritero”, como uno de los oficios que desempeñó a lo largo de su centenaria existencia; no en balde, entre tal oficio y la cinematografía de Buñuel pudieran tejerse en la imaginación no pocas relaciones.

Lo que me queda en claro, en medio de la riqueza de matices simbólicos que se presentaron en mi ánimo a consecuencia de la misiva recibida el pasado viernes, es un hecho por demás significativo: el silencio que envolvió en vida -y lo sigue haciendo hasta la fecha-, a una de las figuras preponderantes de nuestra cultura, ello, con todo el enorme significado político que tal hecho pueda llevar aparejado.

albertoperalta1963@gmail.com

 

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Atilio Peralta Merino

De formación jesuita, Abogado por la Escuela Libre de Derecho.

Compañero editorial de Pedro Angel Palou.
Colaborador cercano de José Ángel Conchello y Humberto Hernández Haddad y del constitucionalista Elisur Artega Nava