Las dos columnas de la democracia

  • Víctor Reynoso
El sistema para que la vida humana florezca es esa combinación de democracia y constitucionalismo

Esto debería saberlo cualquiera que esté interesado en la democracia: entre el siglo III antes de Cristo y el XIX de la era actual, no hubo regímenes democráticos. Es más, la palabra era considerada una “mala palabra”, refería a un régimen indeseable.

¿Qué pasó desde el siglo XIX? Que al gobierno o poder del pueblo lo acompañó una cosmovisión política distinta: el constitucionalismo o liberalismo político.

Ortega y Gasset distinguió ambos sistemas con claridad. La democracia responde a una pregunta: ¿quiénes deben gobernar? El liberalismo a otra muy distinta: independientemente de quién gobierne, ¿cómo podemos proteger a las personas de los abusos del poder político?

La democracia responde que debe gobernar la mayoría. El constitucionalismo responde que la protección debe darse por una adecuada división de poderes, concluye el filósofo español.

Si la democracia ha funcionado donde lo ha hecho, es por la conjunción de estas dos teorías, cosmovisiones, tradiciones. Cuando las cosas van bien, se complementan. Pero suelen entrar en conflicto. Ese conflicto es el tema de uno de los libros más lúcidos que sobre política se han publicado en México recientemente, La casa de la contradicción, de Jesús Silva-Herzog Márquez.

Lo que pretende la reforma judicial de Morena es eliminar uno de los dos polos de la pareja. Dejar todo en poder de las mayorías, eliminando las instituciones que pueden defender a las minorías. Y todos somos, en algún momento o cuestión, minoría.

El gobierno de las mayorías sin contrapesos no funciona porque, como todos, pueden equivocarse. Y la historia demuestra que son fácilmente manipulables. Entre los muchos ejemplos destaca el del país de Bach y de Beethoven, en pleno siglo XX. No es un caso único ni irrepetible.

Además, las mayorías no tenemos conocimientos adecuados en todas las cuestiones públicas. Cuestión planteada por varias teorías de la democracia, y demostrada con encuestas y entrevistas.

Por eso es sensato que a los integrantes de uno de los poderes, el judicial, los elijan personas que, en principio, saben más, o tienen la posibilidad de informarse suficientemente: los legisladores.

Habrá quien niegue lo anterior. Que la democracia siempre ha existido. Y no se diga entre los llamados “pueblos originarios” (originarios de Asia, y antes de África, como todos) en América. Más ahora que se nos vuelve a decir, bajo el título de humanismo mexicano, que poblaciones como la maya y la azteca eran una versión lograda del buen salvaje de Rousseau.

Pero no parece haber sustento en esas afirmaciones. No para una sociedad de cientos de miles de habitantes o más. El sistema que tenemos como el mejor para que la vida humana germine, florezca y dé frutos en las sociedades modernas, es esa combinación de democracia y constitucionalismo. Como en Dinamarca, dirían algunos.

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Víctor Reynoso

El profesor universitario en la Universidad de las Américas - Puebla. Es licenciado en sociología por la UNAM y doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México.