México y las elecciones en Estados Unidos

  • Javier Cobos Fernández
Hay un empate técnico entre Kamala Harris y Donald Trump a menos de cien días del 5 de noviembre

Las relaciones internacionales hoy más que nunca están conformadas por una red descentralizada y distribuida de intercambio de información. Por información nos podemos referir a múltiples factores, como son en primer lugar, capacidad comercial, provisión de insumos estratégicos, cultura, influencia familiar entre algunos otros.

En este sentido, si tuviéramos que pensar en el actor internacional más importante para nuestro país, en términos de influencia en su política interior es definitivamente los Estados Unidos de América.

Por lo anterior, resulta de vital importancia para la administración del gobierno federal en México conocer los puntos que juegan a su favor y los que no en caso de tener a su principal socio comercial y primera potencia mundial a un primer mandatario demócrata o un primer mandatario republicano.

Para nuestro caso de análisis y en términos prácticos, lo anterior deriva en pensar en un gabinete federal mexicano frente a un posible gabinete norteamericano comandado por el republicano Donald Trump o la demócrata Kamala Harris. A partir del reemplazo de Joe Biden el 21 de julio pasado, por su vicepresidenta Kamala Harris, el escenario político dio un giro interesante, no solo para la población norteamericana sino para nuestro país.

Por simplicidad para nuestro análisis, vale la pena identificar las variables fijas y las que no lo son. Entre las primeras variables, a la fecha que escribo, sabemos que, por parte de nuestro país, quien encabezará las relaciones con nuestro país vecino será la presidenta entrante, Claudia Sheinbaum, quien deberá analizar cuidadosamente sus estrategias para llevar por un mejor rumbo las relaciones bilaterales, que, dicho sea de paso, no pasan por su mejor momento. La segunda variable dada, y que no cambiará independientemente de quien resulte triunfador en los Estados Unidos, es la presión migratoria hacia el vecino país que ha esperado por una solución desde hace varios años. Finalmente, la tercera variable fija es el comercio internacional y la apertura comercial, que se considera una de las principales fuentes de riqueza y poder en el contexto geopolítico.

A partir de ahora entonces la pregunta no es tanto cuál es la realidad que enfrentamos en el caso de dialogar con el probable gabinete de Kamala Harris o el de Donald Trump, quien –cabe señalar, ha sido ya recientemente alcanzado en las encuestas de preferencias electorales entre los estadounidenses al punto de llegar prácticamente a un empate técnico en un 50 por ciento para cada abanderado con un margen de error de dos por ciento aproximadamente– sino  cómo serían abordados con mayor probabilidad los principales desafíos entre las dos naciones.

Recordemos que, las elecciones en el país no se deciden mediante el voto popular, sino a través de un proceso de sufragio indirecto: los candidatos deben conquistar cada estado para sumar electores y obtener al menos 270 votos del colegio electoral, de un total de 538.

Ahora sí, entramos al terreno de las variables que pudieran tener un curso ligeramente diferente dependiendo de los resultados electorales en los estados unidos este próximo 5 de noviembre.

La primera de ellas, por su complejidad y su incidencia tanto política como económica es la migración. En este sentido, las negociaciones de acuerdos migratorios entre México y Estados Unidos tenderían a ser más favorables y abiertos, dado que los seguidores de la candidata demócrata encuentran una mayor diversidad racial en su base de votantes, predominantemente por una fuerte base de afroamericanos, latinos y asiáticos; mientras que en el caso del candidato republicano la base de seguidores tiende a ser mayoritariamente de raza blanca, particularmente dominada por hombres con diversidad en niveles educativos predominando aquellos con educación secundaria o técnica. Adicionalmente a lo anterior, los valores partidistas demócratas han favorecido históricamente a la inclusión y diversidad étnica. Por poner un ejemplo, durante la administración Trump (2027–2021) las políticas de migración se endurecieron significativamente, registrando un aproximado de 1.17 millones de mexicanos deportados, un promedio de 293, 250 mexicanos al año, mientras que en la administración Biden (2021–presente) el promedio anual ha sido de alrededor de 58,667 deportaciones por año.

Ante tal escenario, podríamos pensar que los acuerdos en torno temas migratorios tenderían a ser más tersos para las autoridades al mando de Sheinbaum en torno a la consecución de acuerdos migratorios más favorables para las minorías latinas en los Estados Unidos en el caso de dialogar con las autoridades migratorias americanas.

La segunda variable que habrá que abordar, con independencia de quién fuera el ganador en las elecciones en los Estados Unidos, es sin duda el comercio internacional. Las autoridades mexicanas tendrán un reto importante en términos de la política arancelaria dependiendo quién fuera su contraparte americana. Cabe destacar que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) incluye una cláusula de revisión periódica que establece que cada seis años los países miembros deben evaluar el tratado y decidir si desean extenderlo por 16 años adicionales. La revisión inicial del T-MEC está programada para 2026, motivo de gran preocupación entre algunas cámaras de comercio ante la incertidumbre. Lo anterior derivado de numerosas declaraciones del candidato republicano respecto a cambios drásticos en las relaciones comerciales con el resto del mundo, especialmente con China, y por situación geopolítica, en las relaciones comerciales con México, principalmente bajo el argumento de fortalecer la industria manufacturera doméstica sobre la importación de bienes intermedios.

En este sentido, las negociaciones sobre la permanencia del T-MEC como lo conocemos ahora pudieran tender hacia la continuidad del clausulado que conocemos actualmente, probablemente con algunos ajustes menores en el caso de una negociación en 2026 con una administración bajo el mando de Kamala Harris, mientras que estas negociaciones bajo el mando de una administración Trump pudieran tornarse significativamente más complejas, incluso situando sobre la mesa la continuidad del T-MEC y su participación por parte de nuestro país. Más aún, algunos analistas anticipan que de la imposición de aranceles a la importación de acero y aluminio desde 2024 y 2025 podrían derivar en una crisis comercial caracterizada por una escalada de sanciones comerciales mutuas en una amplia gama de productos comercializados entre ambas naciones.

La pregunta recurrente que muchos de mis queridos lectores me han formulado es la que seguramente usted se ha preguntado ya: ¿quién nos conviene que gane en los Estados Unidos? La respuesta no es obvia ni única, sin embargo, aquí le he ofrecido algunos elementos que podrían dar una idea de las principales variables en juego en caso de triunfo de uno u otro candidato, que, indudablemente tendrá repercusiones en nuestras relaciones con nuestro vecino del norte.

 

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Javier Cobos Fernández

Economista por la UDLAP y maestro en Administración Pública por la Universidad de Columbia de Nueva York, con estudios de Maestría en Derecho en el ITAM. Investigador y consultor en análisis económico, transición energética, ESG e ingeniería legislativa en COBOS&ASSOCIATES.COM,