La confianza como valor intangible

  • Alejandra Gutiérrez Jaramillo
Cada golpe a la credibilidad de una institución, de una persona, de un poder, merma el humor público

La confianza se gana. Un reto importante de quien ejerce un cargo público es tener la confianza de las personas. Sin este valor intangible y preciado un servidor público, solo se convierte en una persona que ostenta un cargo y que gracias a ello obtiene una remuneración económica proveniente del erario, que además busca un interés personal y no público.

En ocasiones la confianza se confunde con el carisma, y cuando se mezclan en positivo, tenemos a la vista a un o una líder, pero cuando se es carismático o carismática, pero no se realizan acciones que hablen de que son seres confiables. El tan apreciado carisma se vuelve un arma de dos filos, en cambio si la confianza se construye con trabajo y con resultados, se puede no tener carisma y tener un capital como valor, que es la credibilidad.

Voy agregar otro elemento: la complicidad, que no es más que una enorme telaraña que suma hilos para ocultar la realidad, y que sirve para alimentar el autoengaño y esconder cuál polvo bajo el tapete lo que se altera y se trastoca.

Y si le agregamos la soberbia mezclada con egocentrismo tenemos como resultado creer que los cargos públicos son eternos, y que los daños ocasionados al bien común no implicaran responsabilidad, más allá del tribunal mediático.

Cada golpe a la credibilidad de una institución, de una persona, de un poder, merma de manera considerablemente el humor público, lo desgasta y lo transforma en indiferencia, en antipatía social, en desgano y entonces se señala a la sociedad de que no participa, de que no exige, pero es que es el resultado de una cadena de decepciones.

Estamos agotados de que la mentira disfrazada de expectativa, alimente nuestras esperanzas y las cosas no cambien, que el que está en el cargo se queje de su antecesor, como también lo hizo su antecesor, porque es la manera más fácil de justificar la ausencia de capacidad y de compromiso, hecho que sucede en todos los ámbitos del sector público.

Es como una calle por la que transitamos cotidianamente y cada año en tiempo de lluvias, se hace un bache, en el mismo lugar, a pesar de que lo relaminan, para que a los ojos de la ciudadanía el problema del bache aparentemente esté resuelto, nada es más falso que eso; porque al año siguiente es la misma historia, cada parche de una calle, es como un curita ante una herida que requiere suturar por su gravedad.

Necesitamos que las autoridades, los organismos autónomos y todos aquellos y aquellas que tienen una responsabilidad pública, asuman y escuchen que el hartazgo de la ciudadanía no es gratuito, y que la responsabilidad de eso, los y las involucra.

@luza1975

 

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Alejandra Gutiérrez Jaramillo

Comunicóloga por la Ibero Puebla. Experta en elecciones, género y comunicación política. Ex Consejera del Instituto Electoral del Estado de Puebla. Precursora del Observatorio de Participación Política de las Mujeres. Durante 18 años ha sido Consejera Electoral Local y Federal. Dirige la Consultoría Emphatheia.