La bendita impuntualidad mexicana

  • Norma Angélica Cuéllar
El tiempo se mide en ratitos y ahoritas, donde la impuntualidad no es solo una costumbre

En México, el concepto de puntualidad casi nadie lo conoce. Para los poblanos, chilangos, regios, yucatecos y demás connacionales, la impuntualidad no es solo una costumbre, sino casi un   identidad nacional. Pero, ¿por qué somos así? ¿Acaso es que las manecillas de nuestros relojes giran en sentido contrario? ¿O es que el tiempo en México sigue una lógica que el resto del mundo aún no comprende?

Le voy a explicar de dónde salió tan fea costumbre.

A lo largo de nuestra historia, México no ha tenido guerras al estilo europeo o mundial. Sí, hemos tenido nuestras revoluciones, invasiones y conflictos, pero nada que nos obligue a sincronizar relojes al segundo como si nuestras vidas dependieran de ello. En países donde la guerra ha sido una constante, ser puntual puede literalmente ser la diferencia entre la vida y la muerte. Aquí en cambio, el tiempo se mide en "ratitos" y "ahoritas". ¿Una junta a las 10? Llegamos a las 10:30. ¿Una boda que empieza a las 7? Bueno, las 8 es una hora mucho más apropiada para empezar a pensar en salir de casa.

Imaginemos una típica fiesta mexicana. La invitación dice a las 6 pm, pero todo el mundo sabe que eso significa llegar a las 7, o incluso a las 8. Llegar a tiempo a una fiesta en México es tan mal visto, como llegar sin un regalo. ¿Por qué? Porque probablemente la señora de la casa aún esté en fachas, con el cabello recogido en un chongo, y en plena batalla con los últimos detalles de la cena. Llegar puntual en estas circunstancias no solo es descortés, sino que podría llevar a situaciones incómodas, como ayudar a picar cebolla o inflar globos.

La palabra "ahorita" es un concepto tan flexible como una liga vieja. Puede significar "en unos minutos", "en una hora", "más tarde" o "nunca". Si un mexicano te dice que va a hacer algo "ahorita", mejor siéntate y relájate, porque el tiempo se acaba de volver una dimensión relativa. Esta flexibilidad temporal es algo que puede desconcertar a los extranjeros, pero para nosotros es simplemente una forma de vida.

En México, ser puntual no es precisamente un valor que se enseñe desde la cuna. Los niños crecen observando que los adultos llegan tarde a reuniones, cenas y hasta al cine. No es raro escuchar a alguien decir con orgullo que "llegar tarde es una muestra de estatus". Y es que en muchas ocasiones, la impuntualidad se interpreta como una forma de demostrar que uno tiene tantas cosas importantes que hacer, que no puede estar atado a un horario estricto.

Aquí es donde la impuntualidad mexicana muestra su lado más oscuro. En nuestra cultura, el estatus social juega un papel importante en cómo manejamos el tiempo de los demás. Es completamente aceptable dejar esperando al plomero, al carpintero o a la señora que hace el aseo, pero ellos no pueden hacer lo mismo con nosotros. Este comportamiento resalta una jerarquía social donde la impuntualidad se usa como una herramienta de poder, subrayando las diferencias de clase y mostrando una falta de respeto hacia quienes percibimos como "menos importantes".

Ahora, pasemos a las anécdotas que nos sacan una sonrisa. ¿Quién no ha estado en la situación en la que llega a una fiesta a la hora indicada, solo para encontrar a la anfitriona todavía en pijama y con mascarilla de aguacate en el rostro? "¡Pero si apenas van a ser las seis!" Te dice mientras te abre la puerta. O aquella vez que llegaste a una cita en el café y tu amigo te manda un mensaje 15 minutos después: "Voy saliendo de casa, ¿quieres algo de la tienda?". Y ni hablar de las reuniones de trabajo donde el jefe llega veinte minutos tarde, con un café en mano, diciendo: "Disculpen la tardanza, el tráfico estaba imposible", cuando todos sabemos que salió de casa justo a la hora que debía llegar.

Si hay algo que los mexicanos hacemos bien es reírnos de nosotros mismos. Nos burlamos de nuestra impuntualidad, pero no hacemos mucho por cambiarla. Los memes y chistes sobre la impuntualidad son tan comunes como el guacamole en una fiesta. Y aunque a veces puede ser frustrante, en el fondo sabemos que es parte de nuestro encanto.

Así que, la próxima vez que te desesperes porque una reunión empieza tarde, o porque te dejan plantado media hora en un café, recuerda que en México, el tiempo es solo una sugerencia. Y como dice el dicho: "El que espera, desespera", pero también puede aprovechar para reírse un poco de nuestra peculiar manera de entender el tiempo. ¡Ah, bendita impuntualidad mexicana!

 

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Norma Angélica Cuéllar

Periodista egresada de la UNAM, especializada en política, derechos humanos, religión y migración, con artículos publicados en revistas y diversos medios nacionales. Doctora en Sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP.

 
 

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