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El último baile tendrá que esperar

  • Edwin García
La fiesta de Serena en Nueva York va a alargarse al menos dos días más, cuando regrese a la Arthur Ashe Arena para ver su suerte ante la número 2 del mundo
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En la cancha central del US Open todo estaba listo para una ceremonia de despedida. El toque de cortejo fúnebre lo olí desde mi televisor cuando, apenas terminó el encuentro, rápidamente acomodaron un escenario alterno para rendir homenaje a Serena Williams, pero no de reconocimiento, sino de despedida.

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Para su mala fortuna el teatrito se lo tuvieron que rendir como una leyenda viva, pues a la 23 veces campeona de Grand Slam se le ocurrió ganar y así dejar para luego su retiro oficial: 6-3 y 6-3 indicó la pizarra para avanzar a la segunda ronda del torneo que mejor conoce, donde mejor se mueve.

A sus 40 años pocos habrían apostado a que debutara con victoria y no los juzgo, pues antes de llegar a la cita en Nueva York sumó una racha de derrotas en primeras rondas que la descartaron como favorita para el último Major de la temporada tenística. Serena está ahí por invitación y cortesía, por respeto a quien en su momento fue una aplanadora, pero también porque marcó un hito entre ser jugadora de tenis en el máximo circuito profesional y ser una jugadora negra que cambió para siempre la historia de este deporte.

El ace, su mejor arma (nueve en total), poco pudo hacer Danka Kovinic para defenderse del tiro tan potente de Williams. Ya vimos en filmes como “Serena” (2016) y “King Richard” (2021) una aproximación a cómo aprendió a pegarle a la pelota de manera tan salvaje, y parece que recobró la memoria en ese sentido al conseguir una efectividad del 68 por ciento en su primer servicio.

Rompe quinielas

“El último baile”, leí en todas las páginas de tenis que pretendían llorarle a Serena al suponer que esta sería su última aparición como singlista profesional, pero entonces llegó la magia a la Arthur Ashe Arena que tuvo más de 23 mil pares de ojos puestos sobre las dos protagonistas de la noche: así es, habló de Serena y su raqueta.

No es por hacer de menos a la oriunda de Montenegro, pero sus errores en parte favorecieron a Williams y a los puntos que consiguió para irse despegando en la pizarra: ocho dobles faltas y solo el 46 por ciento del primer servicio dejaron mucho que desear para detener a la fiera estadounidense.

El nivel desde luego que tiene que subir ahora que Serena llegará a la segunda ronda para medirse ante Anett Kontaveit, nada menos que la segunda mejor tenista del mundo según el ranking de la WTA. Aquí es matar o morir, pero seguro sí habrá más lágrimas que el pasado lunes, ya sea por despedir para siempre a la oriunda de Saginaw, Michigan, o para seguir postergando el último vals de la danzante más longeva (40 años) dentro del circuito.

Nos leeremos el miércoles ya sea con las buenas nuevas o las malas viejas, que como dice Lorenzo Gomis: “los medios mantienen la permanecía de una constelación de hechos que no se desvanecen al difundirlos”, por lo que esperaría que pase lo que pase se siga hablando de Serena Williams como algo vigente.

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