Intensamente 2: el poder comercial de la nostalgia

  • Eduardo Tovilla
Cómo Intensamente 2 capitalizó la nostalgia para dominar la taquilla

Faltan 15 minutos para las diez de la noche de un sábado, y mi esposa y yo estamos formados en la fila del cine. De último minuto, hemos decidido terminar el día viendo una película. Estamos entre una cinta de terror con muy buenas críticas o lo último del estudio A24, que no nos ha defraudado en los últimos años. De repente, mientras vemos la pantalla de la cartelera, ambos fijamos la mirada en el póster de Intensamente 2. Una película ligera y entretenida para terminar relajados, qué buena idea.

Dos para Intensamente —le digo al joven de la taquilla.
Lo siento, la sala está llena, ¿algo más en lo que le pueda ayudar?

Increíble, eran casi las diez de la noche y no alcanzamos boleto para una película infantil, pero de repente lo entendí: muchas de las personas adultas en aquel cine estaban ahí justo para ver lo nuevo de Pixar.

Regresamos a casa más intrigados que decepcionados. Una rápida búsqueda en internet nos hizo saber que Intensamente 2 ha sido la película más taquillera de lo que va del año, con ganancias de más de mil quinientos noventa millones de dólares, seguida por Deadpool & Wolverine (poco más de mil millones) y Mi villano favorito 4 (poco más de ochocientos millones). Ahora la pregunta era, ¿a qué se debe el éxito de esta película?

Después de verla, tengo claro que su éxito es multifactorial. Por un lado, hay que mencionar lo evidente: la cinta es excepcionalmente buena; de muestra está su 91 por ciento de aprobación en Rotten Tomatoes y el 73 por ciento en Metacritic. Sin embargo, si me preguntaras: “Eduardo Tovilla, ¿por qué Intensamente 2 hizo tanto dinero?” Te respondería que la nostalgia vende.

La nostalgia es una emoción que funciona como un puente que conecta el presente con el pasado, permitiéndonos revisitar momentos significativos de la vida; nos ayuda a reafirmar la identidad personal, al recordar quiénes somos y de dónde venimos. Además, en momentos difíciles, la nostalgia nos da consuelo, pues nos deja revivir recuerdos felices, actuando como un mecanismo de defensa emocional.

Los estudios de cine saben esto y son expertos en explotarlo. No en vano, Mi Villano Favorito es una franquicia con casi 15 años de edad; millones de personas pasaron de la infancia a la vida adulta acompañados de estas películas. Y ni se diga Deadpool & Wolverine, largometraje basado en un personaje creado en 1974; muchos de los fans del famoso "Lobezno" ya son abuelos.

La nostalgia siempre ha sido un recurso poderoso de marketing; sin embargo, desde mi punto de vista, este fenómeno se ha acentuado en las últimas décadas. Es común que adultos contemporáneos, especialmente de la Generación X en adelante, sigan coleccionando juguetes y aún se sientan atraídos por temas de su infancia como videojuegos, caricaturas, cómics y películas. Estas razones pueden estar relacionadas con factores psicológicos, culturales y sociales.

Por ejemplo, según Svetlana Boym en su libro The Future of Nostalgia (2001), la nostalgia es una herramienta poderosa para reconectar con la identidad personal y colectiva. Al coleccionar objetos de su infancia, los adultos buscan revivir una época en la que se sentían seguros, felices o más conectados con su identidad. Esto también se ha vinculado con la llamada "nostalgia restaurativa", que es cuando las personas intentan recrear activamente el pasado a través de colecciones y actividades.

El sociólogo Dan Woodman ha señalado que en las últimas generaciones esto está relacionado con el cambio en la estructura de vida, donde los hitos tradicionales como el matrimonio, tener hijos y la estabilidad económica se retrasan, permitiendo a los adultos prolongar sus pasatiempos juveniles. Muchos encuentran en estas actividades una forma de mantener su vitalidad y juventud.

La psicóloga Krystine Batcho, que ha investigado ampliamente la nostalgia, sugiere que los adultos recurrimos a recuerdos y objetos de la infancia como una manera de encontrar consuelo y estabilidad en un mundo que parece cada vez más caótico. En tiempos de incertidumbre social y económica, la atracción hacia los objetos y medios de la infancia puede servir como un mecanismo de defensa, dándonos momentos de escape de la realidad.

La industria del entretenimiento ha sabido capitalizar esta tendencia, creando productos específicamente diseñados para atraer a adultos nostálgicos. Investigaciones en marketing han demostrado que las marcas y productos que evocan este sentimiento tienden a ser más atractivos para los consumidores, lo que lleva a un ciclo en el que los adultos siguen comprando productos relacionados con su infancia.

Imagina lo siguiente y viaja un momento al pasado: es un domingo por la mañana, tienes diez años y acabas de salir de la matiné dominical de Intensamente. La película te ha gustado, reíste mucho y por momentos soltaste algunas lágrimas. Ahora comes un helado con tus padres y, mientras le das un bocado, piensas: "la vida es buena". Ahora estás aquí, nueve años después, eres un joven adulto, la vida te ha dado un par de lecciones, estás a punto de entrar a la universidad y todo es incierto. En la cartelera se anuncia Intensamente 2, y ahora estás convencido de que todo tiempo pasado fue mejor.

“Entonces, Eduardo Tovilla, ¿te gustó o no te gustó la película?” No me malinterpreten; honestamente creo que la narrativa de Intensamente 2 aborda de muy buena forma temas relevantes como la salud mental y la importancia de reconocer y expresar emociones. La representación de la ansiedad y otros sentimientos complejos ha generado un debate público sobre la salud emocional, lo que ha atraído a un público más amplio, incluyendo a aquellos interesados en el bienestar emocional. Esto tiene un gran valor.

Que ya se estén cocinando largometrajes como Toy Story 5 y el remake de Blancanieves, sin embargo, me hace pensar que la nostalgia está dejando de ser un recurso emocional para convertirse en una trampa comercial. Nos están vendiendo recuerdos pero, ¿a qué costo? Quizás es hora de preguntarnos si estamos dispuestos a seguir pagando por experiencias pasadas, en lugar de crear nuevas memorias que puedan ser igualmente significativas. ¿Qué pasará cuando la nostalgia deje de ser suficiente?

 

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Eduardo Tovilla

Economista egresado del ITAM y maestro en Administración de Negocios por la Universidad de las Américas Puebla. De 1995 a 2019 se desempeñó como funcionario público. Su conexión con el pádel se fusiona con una exitosa carrera empresarial y su compromiso filantrópico.