Ucrania y Trump
- Herminio Sánchez de la Barquera
En nuestra más reciente colaboración hemos tratado de analizar por qué tanta gente le está entregando el poder a líderes populistas, que a todas luces no tienen la capacidad ni la madurez para conducir un país. El caso más reciente ha sido Donald Trump. Además de las razones que aquí hemos discutido, añadimos ahora una explicación del sociólogo Oliver Nachtwey:
“A muchos electores los mueve el deseo de destrucción, así que eligen candidatos destructores de instituciones. Este deseo destructivo se debe, en muchos casos, a resentimientos de los electores contra la política y sus malos resultados. Así que no importa que los populistas entreguen generalmente malos resultados, pues los votantes se mueven por emociones, siguen sus resentimientos y acaban por destruirse a sí mismos, según Nachtwey. Lo que los motiva es la promesa de destruir los elementos del Estado social y liberal.”
Ahora analizaremos lo que podría pasar en el escenario ucranio después del triunfo de Trump. Desde antes de la jornada electoral en los Estados Unidos se han venido suscitando comentarios en torno a lo que podría ser la relación de Ucrania y el recién electo presidente Donald Trump. Las señales que envía el candidato ganador son confusas, pues, por un lado, su hijo mayor amenaza a Ucrania diciendo que se le acabará en unos días “el subsidio”, pero por el otro, Marco Rubio, quien será nominado como Secretario de Estado, es partidario de seguir apoyando a Ucrania para detener a Rusia. El futuro presidente está formando su gabinete con ausencia de “adultos”, como se dice en la jerga de la Casa Blanca, sino que se hará acompañar por celosos “halcones” y por presuntuosos pero inexpertos personajes, demasiado inmaduros e impulsivos como para ser parte del gobierno de un país del calibre de los Estados Unidos. Pero entre estos no hay que contar a Rubio, pues él sí que tiene experiencia.
Ya hemos dicho en este espacio que perpetramos cada semana, ante la sufrida paciencia de mis cuatro amables y fieles lectores, que hay dos dirigentes políticos que deben estar muy felices con la elección de Trump como presidente: Vladimir Putin y Benjamin Netanyahu. Creo que ambos amanecieron crudos el 6 de noviembre, de tanto champán que corrió en sus oficinas. Y hay dos países que deben estar temblando ante lo que pueda venir: México y Ucrania. Ahora, debido a que Ucrania, desde la perspectiva geopolítica global, es más importante por el momento, analicemos cómo se ven las cosas para el futuro de los esfuerzos ucranios para defenderse de la invasión rusa.
¿Cómo van las cosas en el frente de guerra? Este 19 de noviembre se cumplieron mil días de guerra. Rusia está ganando terreno; no mucho, pero algo, sólo que a un precio altísimo en término de vidas humanas (sabemos que para la doctrina rusa de la guerra esto no es muy importante). El ministro de Defensa británico, John Gealy, informó hace unos días que en octubre las pérdidas de tropas rusas en el campo de batalla en Ucrania alcanzaron un nuevo máximo histórico: la pérdida media de rusos (muertos y heridos) alcanzó la increíble cifra de 1 354 personas diarias. Este es el segundo mes consecutivo en el que las tropas rusas han experimentado un alto promedio de pérdidas todos los días. De hecho, el mes de octubre de 2024 ha sido el peor para los invasores rusos en términos de número total de bajas desde el comienzo de la guerra a gran escala: 41 980 personas en el mes. Según la inteligencia militar británica, el máximo anterior se registró en mayo de 2024 y fue de 39 110 personas en ese mes. En general, según la evaluación de Gran Bretaña, desde el 24 de febrero de 2024, las pérdidas estimadas de soldados rusos ascienden a más de 696 000. Son cifras terribles, pero al parecer la población rusa sigue aceptando la guerra y esta brutal sangría de su población joven.
Se calcula que por cada soldado ruso muerto en el campo de batalla hay unos tres o cuatro heridos, mientras que en el lado ucraniano es un fallecido por cada ocho a nueve heridos, lo que demuestra que los ucranios están mejor capacitados, mejor equipados y que rescatan con mayor éxito a sus heridos. Su doctrina militar, que privilegia la protección del soldado, está más orientada hacia la OTAN. En Ucrania, los rusos han matado a más de 12 000 civiles y han provocado daños materiales por alrededor de 800 000 millones de dólares.
Trump en la Casa Blanca causará en la Unión Europea y en la OTAN daños inmediatos: Biden ejercía, con todo y su debilidad, cierto liderazgo, al que, por ejemplo, el canciller alemán Olaf Scholz siempre se aferraba antes de tomar decisiones, generalmente tardías. Ahora no podrá aferrarse a Trump. Además, el gobierno alemán está en crisis y habrá elecciones anticipadas en febrero próximo. Francia carece por ahora, también, de un presidente fuerte; España tiene muchas dificultades internas por los daños provocados por los fenómenos meteorológicos recientes y el Reino Unido carece por el momento de fuerza de liderazgo. Sin embargo, Alemania, Francia y el Reino Unido tendrán que seguir siendo los principales proveedores europeos de equipamiento militar y de información de inteligencia para Ucrania. El problema es que el liderazgo europeo podría romperse o debilitarse.
En cuanto al material de guerra, aunque los EE. UU. aportan poco en vista de las necesidades ucranianas, son los que más material bélico proporcionan. Pero por lo pronto es imposible que los europeos puedan substituir a los estadounidenses como proveedores de municiones, pues su producción no alcanza para tanto. Esto es particularmente grave en el caso de la defensa antiaérea, sobre todo porque ahora Corea del Norte está suministrando a Rusia cohetes balísticos, que dañan severamente la infraestructura civil ucrania. Aquí podría intervenir Corea del Sur, a quien habría que comprar municiones. El mismo problema existe en lo que atañe a los transportes blindados de personal: es prácticamente imposible substituir la ayuda estadounidense. También en este caso podría ser Corea del Sur un proveedor confiable, pero eso no se arregla de la noche a la mañana y hay que disponer del dinero suficiente para acrecentar la producción sudcoreana y para transportar los vehículos hasta Ucrania. Otra opción podría ser que los ejércitos europeos se desprendan de sus propios inventarios para trasladarlos a Ucrania, pero el problema es Trump. ¿Por qué? Porque no siempre es posible saber qué trama respecto a la OTAN. Si decide dejar solos a los europeos (incluidos los ucranios), entonces los ejércitos no pueden desprenderse de material de guerra y quedar más débiles en sus capacidades propias de defensa.
Este problema sólo podría solucionarse si la industria militar europea cambia su modo de producción actual a la llamada “producción de guerra”, como anunció Emmanuel Macron en el caso de Francia hace dos años, pero que nunca cumplió. La producción en tiempos de paz implica trabajar con contratos de orden fija. Se encargan, por ejemplo, varios tanques y la industria armamentista basa su producción y suministro de acuerdo con ese pedido. En la “producción de guerra” habría una garantía de compra: cada tanque que se produzca es comprado por el gobierno respectivo, y se produce tanto como se puede. Los tanques producidos serían entonces entregados a las fuerzas armadas propias y a Ucrania. Pero el paso de la producción en tiempos de paz a la producción de guerra tardaría en concretarse casi dos años, por lo que claramente está Europa en desventaja frente a la industria rusa.
Es aquí en donde interviene la política, que tiene la última palabra en el campo de batalla: son los gobiernos los que deciden qué y cuánto se exporta, a quién se apoya y bajo qué condiciones. Y si algunos gobernantes -como Scholz- constantemente tienen el temor de que la guerra “escale”, de que Putin se moleste o de cargar sobre sus hombros la mayor parte de la producción militar, Ucrania sufrirá las consecuencias. Pero si este país pierde la guerra, Europa estará en muy serio peligro: Rusia cometería más crímenes de guerra en una Ucrania ocupada, llevaría colonos rusos a ocupar tierras y propiedades en ese país, y sus fuerzas armadas estarían más motivadas, victoriosas y con experiencia de guerra. Ucrania, el país más grande de Europa, estaría ocupado por una Rusia más agresiva y envalentonada. La guerra por el control de Europa podría estallar en los próximos años, en cuanto Putin se recupere de sus enormes pérdidas de soldados y material en Ucrania.
Hay que ser claros: el apoyo militar europeo a Ucrania no ha bastado ni en cantidad ni en calidad. Sin la ayuda estadounidense, Ucrania muy probablemente ya hubiese caído. Pero el problema crucial ya no es, como hace un año, la falta de equipo y municiones, sino la falta de soldados motivados. Ucrania está a la defensiva, retrocediendo, y aunque las pérdidas rusas son mucho mayores, la falta de personal es peor para Ucrania, pues su población es mucho más pequeña. Las deserciones en octubre pasado fueron enormes y el país no puede substituir tan fácilmente a sus soldados caídos. Por lo pronto, el Pentágono ha anunciado que estará enviando a Ucrania semanalmente armas y pertrechos bélicos, para agotar los siete mil millones de dólares que aún están disponibles, antes de que la administración de Biden llegue a su fin y entre en funciones Trump. En estos días, Ucrania ha recibido por fin la autorización para emplear armas estadounidenses, francesas e inglesas para golpear territorio ruso.
En cuanto al presidente electo, diremos que Trump II es una versión más peligrosa que Trump I: ya no tiene gente moderada a su alrededor, se cree invencible, ganó la mayoría parlamentaria, los republicanos moderados no tienen influencia sobre él y no tiene que preocuparse por una reelección, sino por su legado histórico. Ciertamente se ha mostrado errático frente a lo que pasa en Ucrania, y lo único que podría hacer que no la abandone es que comprenda que no puede haber una victoria de Putin que parezca una derrota de Trump o de Estados Unidos. Esta es mi única esperanza para que no deje caer a Ucrania. En esto, Marco Rubio, partidario de continuar apoyando a los ucranios, será una figura fundamental como Secretario de Estado. Pero primero hay que ver a cuántos de los inexpertos acompañantes de Trump rechaza el Congreso; los aspirantes al Departamento de Justicia, de Defensa y a conducir al aparato de inteligencia son terriblemente inexpertos e incompetentes.
De todas formas, tiene razón el senador demócrata Martin Heinrich, de Nuevo México: “Cuando eliges a un payaso, obtienes un circo”. Pero, a final de cuentas, como dijo un soldado ucraniano, al preguntársele qué pensaba de Trump en la Casa Blanca: “No importa quién sea el presidente; lo importante es la ayuda militar y que crean en nuestra victoria”. Se trata no sólo del triunfo de Ucrania, sino de la supervivencia de la democracia occidental y sus valores.
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Originario de Puebla de los Ángeles, estudió Ciencia Política, música, historia y musicología en Núremberg, Leipzig, Essen y Heidelberg (Alemania). Es Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Heidelberg.