Armenta: bioética social

  • Elmer Ancona Dorantes
El próximo mandatario tendría que romper con el tradicional ejercicio del poder vertical

La próxima administración de Alejandro Armenta se ganaría el aplauso de todos los sectores y segmentos sociales si desde su gobierno consiguiera aplicar la figura de la bioética social como un mecanismo de inclusión de la ciudadanía en la vida pública. La pregunta que nos hacemos es: ¿podrá lograrlo?

El próximo mandatario, específicamente, propone reformar la Ley Orgánica de la Administración Pública para contemplar como eje central de su gobierno esta importante figura, con el fin de empoderar al poblano en su carácter de ciudadano.

Para alcanzar este objetivo, invariablemente, los funcionarios públicos tendrían que ponerse a trabajar a marchas forzadas para alcanzar el tejido y la cohesión social que tanto han demandado los ciudadanos desde hace décadas. Nadie lo ha logrado.

Transformar el tejido social desde los espacios gubernamentales es una tarea titánica, ya que amerita involucrar a jóvenes y adultos, a hombres y mujeres, a gente del campo y de la zona urbana, a los segmentos marginados de la sociedad, a las minorías. Tiene que ver con toda la cultura que nos envuelve como poblanos.

Ahora bien, generar cohesión social desde el gobierno también es muy complicado, ya que se requiere tener contacto permanente con todos los sectores y estratos sociales de la comunidad.

Esto significa mantener un diálogo y trabajo coordinado con la gente de izquierda y de derecha, con los conservadores y liberales, con los empresarios, los obreros, las iglesias, los académicos, los intelectuales, los medios de comunicación. En una palabra, con todo ese amplio sector intermedio mejor conocido como sociedad civil, ¿podrá lograrlo Alejandro Armenta con el equipo de trabajo que ha conformado?

Una figura interesante

La bioética es una rama bastante especializada que se enfoca a promover los principios y valores en la conducta del ser humano respecto a la vida, a su entorno, con sus semejantes, con las demás especies.

El término no es nada nuevo, aunque es poco conocido y con nula aplicación en la administración pública de México; fue el teólogo, filósofo y educador alemán Fritz Jahr quien en 1927 usó el término Bio-Ethik al referirse de la relación ética del ser humano con todo lo que lo rodea.

La Bioética, argumenta el chileno Francisco Javier León Correa, doctor en Filosofía y Maestro en Bioética, “es una deliberación práctica de las exigencias que lleva consigo el respeto por la vida humana y no humana, la promoción de la dignidad de la persona, en el ámbito biomédico, en la asistencia en salud, en las instituciones, en la política”.

Para mi buen amigo Sergio Martínez Bazán, politólogo de la BUAP y maestro en Gobierno y Políticas Públicas por el IAP, los retos de la administración pública han dejado claroscuros en la forma de incluir a la ciudadanía en la toma de decisiones, en aquellos espacios donde puede gestionar e intervenir sus demandas.

Plantea que es precisamente ahí, en los avances por democratizar al Estado, donde la gestión pública se convierte en una herramienta que ayuda a la inclusión y organización de los agentes de cambio, internos y externos, dentro de la administración gubernamental.

De ahí surge la necesidad de incluir a los ciudadanos y “liberar” la carga del Estado para construir el siguiente camino (aún con grietas), que es la Nueva Gestión Pública; grosso modo, es hacer eficiente la acción pública a través de herramientas que permitan agilizar e incluir un gobierno-ciudadano.

“Más allá de la creciente ola de cambios políticos-sociales que trae consigo el actual gobierno, uno de los retos es priorizar la inclusión de nuevas demandas sociales que exigen un entendimiento social”, expone Sergio en uno de sus ensayos.

En concreto, si Alejandro Armenta en realidad quiere aplicar en su próxima administración la figura de la bioética social, primero tendrá que comprender a la perfección la importancia de la cohesión social, como un mecanismo integrador de todos los sectores sociales, que se anteponen por encima del espectro ideológico, partidista u doctrinal de una población, ¿está dispuesto a hacerlo?

A diferencia de la integración social, la cohesión social se interpreta como la gama de actividades que se ejecuta desde las bases, desde una perspectiva horizontal, más que la tradicional política de gobierno ejercida desde lo más alto de la pirámide. El próximo mandatario tendría que romper con el tradicional ejercicio del poder vertical donde una sola voz es escuchada: la de quien gobierna, sin mirar a los lados, sin mirar hacia abajo. Y eso es complicado.

Alejandro Armenta es administrador público y vaya que lo presume constantemente. Como ciudadanos esperamos que cumpla todo lo que propone porque, en estricto, sus propuestas no son ni malas ni inalcanzables. Lo de la bioética social sería un auténtico “hit” de gobierno.

@elmerando

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Elmer Ancona Dorantes

Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y maestro en Gobierno y Políticas Públicas por el Instituto de Administración Pública (IAP) y maestrante en Ciencias Políticas por la UNAM. Catedrático. Ha escrito en diversos medios como Reforma, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.