Trump hará de México un infierno con plan antidrogas

  • Pablo Ruiz Meza
“México va a tener que enderezarlo muy rápido, o la respuesta es absolutamente”: Donald Trump

El triunfo del republicano Donald Trump que lo regresa a la Casa Blanca como presidente de Estados Unidos, es un mal augurio para la seguridad nacional de México por su plan contra los cárteles de narcos mexicanos, además de la migración y el comercio.

Tal y como ocurrirá con el problema migratorio donde la administración de Andrés Manuel López Obrador sirvió a Trump como muro de contención militarizando la frontera sur con América Central, con refugios para la detención y deportación de migrantes, algo similar estaría por ocurrir con el combate al tráfico de drogas anunciado por el republicano.

Dicho de otra manera, existe un alto riesgo de que las drogas que no puedan introducir los cárteles mexicanos a la Unión Americana, principalmente el fentanilo, se empiecen a distribuir como “dulces” en territorio mexicano.

Para el país significará un alto costo en salud pública y a la seguridad nacional, por el incremento frenético del consumo y por la violencia generalizada entre bandas del crimen organizado por la disputa de territorios para la venta de enervantes.

El pretendido sellamiento de la frontera por el gobierno Donald Trump en su combate al trasiego de drogas, principalmente contra el fentanilo, le causará un grave problema al gobierno de Claudia Sheimbaum porque México se convertirá en un infierno por el aumento en el consumo y la violencia.

Las amenazas de Donald Trump

En una reciente publicación en su versión digital, The New York Times advierte que pocos lugares en América se verán tan sacudidos por una nueva presidencia de Trump como México, la nación de casi 130 millones de habitantes que el presidente electo convirtió en blanco de numerosas amenazas durante su campaña.

Ahora que Donald Trump se prepara para regresar a la Casa Blanca, México se encuentra de nuevo en el centro de sus agresivas posturas sobre narcotráfico, inmigración y comercio.

Durante su anterior mandato, Trump sugirió disparar misiles a México para acabar con los laboratorios de droga.

Otros líderes republicanos han abrazado desde entonces la idea de utilizar la fuerza militar estadounidense contra los cárteles en territorio mexicano, incluso sin el consentimiento de México.

En una entrevista con Fox News en julio, se le preguntó a Trump si estaba dispuesto a utilizar la fuerza militar contra los cárteles de la droga mexicanos. “Absolutamente”, dijo Trump. “México va a tener que enderezarlo muy rápido, o la respuesta es absolutamente”, publicó el NYT.

Y en efecto, en la víspera de las elecciones presidenciales, además de la amenaza de incrementar los aranceles a las exportaciones mexicanas, retó a la presidenta Claudia Sheinbaum respecto al tráfico de drogas y la migración: “México va a tener que enderezarlo muy rápido, o la respuesta es absolutamente”. Hasta aquí lo publicado por el medio estadounidense.

EU: Fracaso al combate al tráfico y consumo

Detrás del discurso rijoso de Trump contra México durante la campaña presidencial, escondió el fracaso de la política de combate a las drogas emprendida por los gobiernos (republicanos y demócratas) de Estados Unidos.

El punto es reconocer que no sólo se trata de un problema de oferta, se trata “de reconocer que cualquier solución duradera tiene que ver con los mismos consumidores de Estados Unidos”, admitió un exfuncionario del gobierno de Ronald Reagan (Nexos, marzo 5, 2010). 

No es nuevo para las relaciones de Estados Unidos con México el problema del narcotráfico, y tantos las amenazas como el sellamiento de la frontera ha fracasado porque la oferta de drogas del extranjero obedece una demanda por el grave problema de salud pública por las adicciones.

Presidentes como Richard Nixon enfrentaron el creciente uso de heroína y marihuana a finales de los años sesenta. Cerró un cruce fronterizo clave entre México y Estados Unidos para convencer a México de que actuara contra la producción ilegal de drogas; sin embargo, en 1983, México volvía a ser de nuevo un importante suministrador.

El presidente Ronald Reagan dio recursos sin precedentes a los intentos de control de la oferta. Así como pretendió proteger a los EU de los misiles soviéticos a través de la Iniciativa de Defensa Estratégica, también Reagan trató de sellar las fronteras frente al flujo de narcóticos.

Aunque el presidente Bill Clinton en general continuó con la estrategia de sus predecesores para reducir el suministro de drogas; en su administración y el Congreso había escepticismo cada vez mayor respecto a la eficacia de la guerra internacional.

Pero Estados Unidos no solo enfrentaba una oferta por la demanda de consumo de drogas, también penetró el narcotráfico al sistema financiero estadounidense.

Bancos importantes y empresas de inversión en los Estados Unidos estuvieron implicados en el lavado de dinero y, en junio de 1995, tres antiguos funcionarios del Departamento de Justicia fueron procesados por obstruir la justicia y ayudar al Cártel de Cali en el lavado de sus ganancias.

En este hemisferio, el poder de los narcotraficantes amenazaba directamente a dos democracias importantes, Colombia y México, posterior al combate sangriento en la década de los noventa contra los cárteles de Cali.

Fue entonces como ocurrió la llamada “colombianización” de México donde los narcotraficantes penetraron los más altos niveles de la administración de Carlos Salinas de Gortari, reveló Mathea Falco, secretario auxiliar de Estado para asuntos internacionales de narcóticos de 1977 a 1981.

Llegó el nuevo milenio con mayor cultivo de drogas en México y la expansión de laboratorios; fue en el gobierno de la Andrés Manuel López Obrador cuando cárteles mexicanos obtuvieron más ganancias que los colombianos con la cocaína, al producir la mortal droga conocida como fentanilo que ha causado la muerte a 500 mil consumidores en EE. UU., producción que le atribuyen al Cártel de Sinaloa de Los Chapitos.

Evolución del tráfico de drogas y la violencia

De 1960 a 1980 el territorio mexicano era lugar de paso en el trasiego de la droga al vecino país del norte, cargamentos de cocaína y heroína enviados desde Colombia.

Los grupos criminales eran contratados principalmente para pasar la droga a Estados Unidos, pero el gobierno estadounidense empezó endurecer el sellamiento de la frontera con México, como parte del combate al tráfico de drogas.

Debido al bloque fronterizo, los narcotraficantes sudamericanos vieron afectadas sus ganancias y empezaron a pagar a los narcos mexicanos con mercancía, lo que detonó la mayor venta de drogas en el territorio nacional.

Casualmente en el gobierno de López Obrador se ocultó información o dejaron de realizar las encuestas del consumo de drogas duras, como una manera de evadir la responsabilidad del gobierno en el combate al tráfico de enervantes y al incremento del consumo.

El narcotráfico se convirtió entonces en un negocio altamente rentable con el narcomenudeo en los estados inundando de diferentes narcóticos, floreciendo así los cárteles mexicanos con poder económico con el lavado de dinero, la producción y capacidad de fuego al nivel de las fuerzas castrenses.

A partir de la década de los noventa empezó -como hasta la fecha- la lucha encarnizada entre grupos de la delincuencia por el reparto del territorio.

Las ciudades fronterizas del lado mexicano del noreste y noroeste, calles y avenidas fueron limítrofes en los territorios con el narcomenudeo, y se extendió a todo el país, aumentando así los homicidios dolosos por la disputa entre bandas criminales, fenómeno que se extendió de Ensenada hasta Yucatán.

A diferencia de las décadas de los sesenta a los ochenta, el tráfico de drogas generó una ola de asesinatos por la lucha cada vez más sanguinaria en los cárteles y grupos locales en los estados como ocurre en la actualidad con ejecuciones, rivales disueltos en ácido, desmembrados, incineraciones y ataque a las familias de los capos del crimen organizado.

Narcotraficantes históricos como el fundador del Cártel del Golfo el tamaulipeco Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas, El padrino de Matamoros; el mismo narcotraficante Juan García Abrego, y hasta Rafael Caro Quintero, eran unas “damas”, comparados con los cárteles sanguinarios de este siglo XXI.

Los cárteles de los Beltrán Leyva, los Arellano Félix, el Cártel de Sinaloa (El Chapo y  El Mayo Zambada), Los Zetas, Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), la Familia Michoacana, Caballeros Templarios, Cártel de Juárez, Los Rojos, Los Ardillos, figuran entre un centenar de grupos del crimen organizado. Puebla y Nuevo León han sido la residencia y refugio de narcos y sus familias.

La ola de homicidios dolosos en el sexenio de López Obrador ascendió a 199 mil 619 personas asesinadas, un promedio de 94 por día, la cifra más alta en la historia reciente del país, al superar los 67 mil 525 de Salinas,79 mil 759 de Zedillo, 60 mil 73 de Fox, 122 mil 461 de Calderón y 156 mil 66 con Peña Nieto.

El problema y el reto será mayor para el gobierno de Claudia Sheinbaum porque el crimen organizado se ha diversificado en la comisión de delitos; además de las drogas, con el huachicol (robo de combustibles a Pemex), el tráfico de migrantes a EU, las extorsiones con el cobro de piso, el control de territorios y las economías locales.

En esta década son ya parte de la clase política y empresarial; ocupan cargos públicos y de representación popular en gubernaturas, cámaras alta y baja, en congresos locales y alcaldías.

Será en el juicio a Ismael El Mayo Zambada en EE. UU. cuando se conozcan los detalles de la complicidad de los tres órdenes de gobierno con los cárteles mexicanos.

En materia de combate al narcotráfico, acicateados por las amenazas de Trump, en el sentido de que “México va a tener que enderezarlo muy rápido, o la respuesta es absolutamente”, convertirá al país gobernado por Morena en un infierno por la encarnizada lucha entre grupos criminales, y el mayor consumo de drogas. Al tiempo.

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Face: Pablo Ruiz Meza
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Pablo Ruiz Meza

Periodista con más de 30 años de trayectoria como reportero de staff, investigaciones especiales, corresponsal nacional, director editorial, autor de la columna "Nada personal" y colaborador en diferentes medios de comunicación multimedia.