Años, sexenios y promesas han pasado y el tema de la limpieza del Atoyac se ha usado como bandera política, a veces como forma de gastar recursos del Estado, como modelo de negocio, lo peor, sin que haya existido un beneficio real para limpiar nuestro río. Y ahí están, muchos elefantes blancos inservibles, en los que se gastaron millones de pesos; así es esas plantas tratadoras que hoy muchos municipios no saben como mantener. San Francisco de Asís bendecía el agua “porque es útil y humilde, porque es preciosa y casta”, nosotros la debemos además de bendecir, cuidar, porque nos falta y vivir sin ella no podemos.

En nuestro estado, en la Puebla que todos queremos, además de la contaminación de nuestro querido Atoyac, también nos pega el llamado “estrés hídrico”, que no es nada más y nada menos que nuestro subsuelo quedándose seco, lo que significa que nuestros pozos se quedan sin agua, nos quedamos sin qué tomar, sin cómo limpiar, sin el llamado vital líquido, pues.

En Puebla hemos sobreexplotado nuestros mantos acuíferos. Hoy nos queda menos agua, estamos en una crisis, de las peores, del vital líquido, de aquella que San Francisco decía que había que bendecir “porque era útil y humilde…”.

En Texmelucan ha iniciado el gran proyecto del rescate del Atoyac. ¿En qué consiste? En hacer sustentable la limpieza del Atoyac. Parecería obvio, pero hasta ahora pocos lo han hecho. Se trata de comercializar el agua de las plantas de tratamiento. Con ello se evita la extracción de agua y además se hace sustentable la operación de la planta tratadora. Sin duda una gran iniciativa que los tres órdenes de gobierno han impulsado. Reconocimiento especial a Rafael Enciso por su tenacidad; sin duda es un gran servidor público que siempre está empeñado en poder sanear nuestro río.

Pero lo más limpio no es lo que se limpia más, sino lo que menos se ensucia. Quedará pendiente una legislación más efectiva para que las industrias no tiren sus desechos a nuestro río. ¿Cuál puede ser una solución? Prohibirles la extracción de los pozos y obligar a que todas las empresas usen agua de sus plantas tratadoras para sus procesos de producción. Matas dos pájaros de un tiro: estrés hídrico + limpieza del Atoyac. Suena difícil, pero al ser un proyecto toral de la presidenta Claudia Sheinbaum y del gobernador electo, Alejandro Armenta no suena descabellado. Cuando hay voluntad política todo se puede. Hoy veo voluntad y ganas de escuchar a los que saben, como han escuchado a quien sin duda sabe del Atoyac, a la gran Verónica Mastretta. Hasta entonces.

Comentario al aire

Veo a muchos que quieren ver caer a los funcionarios de sus Ayuntamientos, sin saber que eso causaría que cayera su municipio, o quizá lo saben y no les importa. Aquellos que quieren que les vaya mal a los alcaldes, tendrían que repensar si les importa más el interés personal o el bienestar colectivo, su propio desarrollo o el bien común. Sin duda es tiempo de sumar, de aprovechar que los gobiernos están abiertos a escuchar y de las acciones de gobierno trascender.