Paquete Económico 2025: Al menos, inverosímil

  • Javier Cobos Fernández
El paquete entregado el pasado viernes 15 de noviembre arroja numerosas interrogantes

El Paquete Económico 2025 (Paquete 2025) presentado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) se enfrenta a críticas por sus proyecciones optimistas y supuestos cuestionables. La dependencia federal anticipa una reducción del déficit fiscal del 5.0 como proporción del PIB en 2024 al 3.2 por ciento en 2025, fundamentalmente mediante proyecciones cuestionables de incremento en los ingresos tributarios y recortes en el gasto público.

Además, las proyecciones de crecimiento económico de entre 2% y 3% para 2025 superan las estimaciones de organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que prevén un crecimiento más modesto. Esta discrepancia sugiere que las bases sobre las cuales se construye el Paquete Económico podrían no reflejar con precisión la realidad económica del país.

Para plantear un breve análisis del Paquete 2025 en cuestión, le propongo reflexionar en cuatro puntos, mismos que considero esenciales para lograr las metas propuestas de manera exitosa.

Punto uno. El déficit presupuestal planteado en el documento de “Pre-Criterios 2025” publicado por la SHCP previamente al Paquete 2025 proponía una reducción del déficit presupuestal de 5.0 a 2.5 por ciento como proporción del Producto Interno Bruto (PIB). Esta ambiciosa meta fue revisada a la baja en el Paquete 2025 de modo que quedó establecido en un 3.2 por ciento del PIB. Muy bien, asumiendo que esa corrección indica una doble reflexión al percatarse que 2.5 era prácticamente imposible, la SHCP hizo un prudente ajuste.

Punto dos. El Paquete 2025 parte del supuesto de que el crecimiento económico real en un rango de 2 a 3 por ciento, mientras que el Fondo Monetario Internacional recientemente, en octubre pasado, proyectó un crecimiento económico real de 1.3 por ciento, cifra similar a la proyectada por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), Banco Mundial y el propio Banco de México (Banxico).  Conforme a los “Pre-Criterios 2025…Una mayor tasa de crecimiento real de la economía en un punto porcentual implica una variación en los ingresos tributarios no petroleros de 53 mil millones de pesos”.

Esto querría decir que si el crecimiento económico real fuese del 2 por ciento, los ingresos tributarios no petroleros crecerían exactamente MXN106 mil millones y si el crecimiento económico fuese de 3 por ciento los ingresos tributarios no petroleros serían de MXN159 mil millones de pesos. Sin embargo, en la página 82 del Paquete 2025 podemos claramente advertir un incremento de MXN365,326.4 millones de pesos, o MXN365.3 mil millones de pesos. Lo anterior supone, entonces, un crecimiento económico en términos reales de casi 7 por ciento. ¿No era un rango de 2 a 3 por ciento?

Punto tres. El gasto programable presentado en la página 80 del documento nos permite observar un ahorro de MXN243,760.3 millones de pesos o MXN243.7 mil millones de pesos. Lo anterior, pudiera dar la señal que se trata de un presupuesto austero en el que el recorte al gasto es fundamental, pese, incluso a sus repercusiones negativas en el crecimiento económico. Sumado a lo anterior, que el gasto de inversión, único rubro gubernamental de promoción directa de crecimiento económico sufre una reducción de MXN121.6 mil millones de pesos como puede observar en la página 41 del documento.

Sin embargo, en el mismo cuadro que desglosa el gasto programable podemos observar que ese mismo “trato austero” no lo recibe el Poder Legislativo, quien recibe un aumento de casi MXN10 mil millones de pesos. Entonces, somos austeros en el gasto programable, pero hacemos la pequeña excepción para los amigos y aliados estratégicos.

Punto cuatro. ¿Recuerda del punto anterior, el Punto tres, que mostraba la reducción del gasto programable por MXN243.7 mil millones de pesos? Bueno, imagínese que una proporción del 20.8 por ciento de ese monto, es decir, MXN50.8 mil millones es el recorte neto de las aportaciones a los estados para desarrollo de su infraestructura, mejor conocido como “aportaciones federales a entidades federativas”. Esto es, una proporción del 20.8 por ciento se le recortó a las transferencias a los estados respecto a lo que se recortó en todo el gasto programable. Y leyó bien, “infraestructura”; es decir, las aportaciones son la única fuente de transferencias federales que los estados reciben directamente para fortalecer su infraestructura, llámese de salud, comunicaciones, educación, seguridad, etc.

Le recuerdo que los estados y municipios en México tienen una particular enorme dependencia de las transferencias federales en sus presupuestos. De hecho, los estados tienen en promedio alrededor de una dependencia del 90 por ciento de las transferencias federales, mientras que solo el 10 por ciento en promedio de sus ingresos corresponden a “ingresos propios” Solo imagine el daño que los estados recibirán en 2025 y no se diga los municipios que esperan con ansia cada año la llegada del Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de los Municipios y de las Demarcaciones Territoriales del Distrito Federal (FORTAMUN) y del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social (FAIS). Que nadie se dé por sorprendido cuando los estados comiencen a plantear una ruptura del pacto federal en términos de sus aportaciones a la Tesorería y lo que reciben de Participaciones y Aportaciones.

El análisis del Paquete Económico 2025 revela un panorama que, lejos de generar certeza, plantea serias dudas sobre la viabilidad de sus metas fiscales y económicas. La reducción del déficit presupuestal a un 3.2% del PIB, aunque menos ambiciosa que la propuesta inicial en los Pre-Criterios 2025, sigue descansando sobre supuestos de crecimiento económico y recaudación tributaria que no se alinean con las estimaciones de organismos internacionales ni con la realidad económica observada. Proyectar un incremento en ingresos tributarios no petroleros basado en un crecimiento económico real cercano al 7%, cuando el consenso de expertos prevé cifras alrededor del 1.3%, resulta una aseveración difícil de sostener.

Por el lado del gasto, las aparentes medidas de austeridad pierden credibilidad cuando los recortes más significativos recaen sobre sectores críticos como infraestructura y transferencias federales a estados y municipios. Esta decisión no solo pone en riesgo el desarrollo económico, sino que también podría agudizar las tensiones entre los gobiernos locales y el federal, generando un entorno político y financiero aún más complejo.

En suma, el Paquete Económico 2025 refleja más un ejercicio de optimismo que de realismo. Su implementación, bajo las premisas actuales, plantea desafíos significativos que podrían comprometer los objetivos de consolidación fiscal y crecimiento económico que declara perseguir. México necesita un enfoque fiscal más prudente y equilibrado, que priorice la sostenibilidad a largo plazo sin descuidar las necesidades urgentes de sus estados y municipios.

 

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Javier Cobos Fernández

Economista por la UDLAP y maestro en Administración Pública por la Universidad de Columbia de Nueva York, con estudios de Maestría en Derecho en el ITAM. Investigador y consultor en análisis económico, transición energética, ESG e ingeniería legislativa en COBOS&ASSOCIATES.COM,