La música, un reflejo de los ciclos de la vida

  • Ximena Constantino
De alguna extraña forma el trabajo en equipo y la colectividad hacen que el ciclo se complete

Aunque no queramos, aunque huyamos vilmente del destino y de la necesidad de aceptar el cambio constante e irreverente del curso de las cosas, la música no es la excepción. Nos enfrentamos a la reflexión interna cada vez que escuchamos alguna música intentando, como en los rompecabezas, hallarle forma, ciclo, estructura.

La buena música siempre lo tiene; después de todo es un lenguaje y como tal la estructura siempre persiste para el entendimiento del discurso.

Lo malo (o lo bueno) es que en ocasiones este discurso entra directamente por los oídos hasta cruzar por la nostalgia de los recuerdos internos. Como un ladrón nos desprende de inmediato de un estado a otro, nos hace sentirnos desnudos, indefensos ante tal voracidad con la que puede pasarnos de la sonrisa al llanto y sin siquiera saber cómo.

Últimamente mi teoría es cada vez más certera. La música es como la vida y la vida misma es una música, la más bella y la más complicada.

En algún momento habremos de llegar al calderón en donde la melodía terminará con un gran acorde. A veces, como yo, huimos de esos cierres y esos finales, pero de alguna u otra forma siempre nos encontrarán, serán callejones, como los de Guanajuato en donde siempre llegarás al mismo lugar, pero tú decidirás de qué forma hacerlo.

La música siempre tiene esa magia escurridiza de ser honesta, recíproca y genuina. Compartir es la esencia, así como también comprender que solo la colectividad nos hará cerrar ese ciclo tan bello que nos genera el arte de los sonidos y silencios.

Esta semana he sido testigo de que solo ese trabajo en equipo nos hará capaces de generar más y mejor para todos, desde la creación de festivales, traer artistas internacionales, compartir conocimientos y generar nuevas dudas, tocar música en conjunto, aprender a escuchar al otro. Mi corazón se conmueve y se llena de esperanza de saber que generar todas esas actividades como lo fue el Tercer Festival Internacional de Saxofón Puebla-BUAP y el Encuentro Internacional de Mujeres Artistas llevados a cabo esta semana, así como el Festival Cervantino se vuelve una gran rueda que sigue su curso y sigue creciendo.

Estoy conmovida de cómo cada uno desde su butaca pone ese granito de arena para generar mejores condiciones para el arte, para los músicos y para el saxofón.

Qué gran mensaje intrínseco de la música al enseñarnos que solo el trabajo en equipo y la colectividad hacen que el ciclo se complete. Pues después de todo la música no existe si no hay oídos que escuchen, por ello también es tan importante acercarse a ella para mejorar nuestras sociedades, porque solo a través del respeto y trabajo en equipo podemos generar cambios significativos.

Al mismo tiempo la música no deja de sorprenderme y de ponerme en el momento preciso en el lugar correcto, para sanar, para crecer, para cerrar esos ciclos de vida y comenzar nuevos. Me lleva por caminos inéditos a donde, de alguna forma, siempre pensé llegar. Me conduce y me lleva a lograr que lo posible sea posible y que el cansancio se vuelva inspiración. Me coloca con las personas adecuadas para generar nuevas ideas y proyectos. Imaginar, pensar, planear y después hacer. Después de todo y como siempre digo, lo que se hace con el corazón siempre se logra.

 

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Ximena Constantino

Saxofonista y comunicóloga. Ha ganado premios y estímulos tanto en música clásica como popular. Es gestora de eventos para promover la equidad de género. Su formación musical y su asociación con marcas reconocidas como Yamaha, Veerkamp, BGFrance y Daddario, demuestran su influencia en la escena internacional.