Populismo pedestre

  • Ociel Mora
El populismo que practicó el expresidente fue un populismo de manual, pedestre y ranchero

Los historiadores que se ocupan del presente tienen mucho de profetas, aunque la mayoría de ellos lo niega. Con el argumento de que lo suyo no es el mañana, sino los acontecimientos del pasado. Lo cierto es que la historiografía del presente anticipa mucho de verdad cuando llega a rozar el mañana. Un don que no se da con cualquiera. Es lo que Luis González llama historia crítica o conocimiento activo del pasado. Como los poetas en la época clásica, también los historiadores son motivo de expulsión y destierro. Nunca como en el gobierno que recién terminó los escritores críticos fueron motivo de infundios y anatemas. Con la amenaza, incluso, de expurgar bibliotecas y mandar los tomos de autores indeseados a la hoguera.

Al cabo, la historia está en el centro de la disputa política, como lo ha estado por siglos. Ya como arma de control político e ideológico (la historia de bronce) de gobernantes y tiranos; o ya como arma liberación de los grupos oprimidos. El expresidente López Obrador no fue la excepción en la primera categoría.

Finalmente la historia tiene como fin último exhumar el pasado y profanar las verdades de bronce.

A propósito de la vendetta del gobierno mexicano contra el de España, el historiador Héctor Aguilar Camín escribió una entrada en uno de sus comentarios diarios en el que afirma que “el uso político de la historia es hipnótico y tóxico. Engaña y enerva. Especialmente cuando se mezcla con el peor virus de los pueblos que es el nacionalismo. Sea un nacionalismo victimista y xenófobo, como el nuestro, o arrogante y supremacista, como el de los imperios que en el mundo han sido”.

La historia es respuesta a los requerimientos del presente, con un doble fin: aclarar y ocultar. Mantener y cambiar. No hay inocencia en la hechura del pasado, pero sobre todo entre quienes la ponen por escrito.

La historia como malestar y verdad, la historia que toca y anuncia nubarrones en el firmamento, la tenemos en El mesías tropical, el ensayo de Enrique Krauze, publicado en Letras libres, en junio de 2006. Un trabajo crítico de un historiador. Al poco de su publicación alcanzó el mérito de trabajo clásico, y el enojo de la izquierda intolerante y autoritaria que sigue al ahora expresidente. Hubo muchas descalificaciones, pero el trabajo no se desmintió en lo esencial, ni se le debatió. Ni ahora ni entonces. La izquierda mexicana no es intelectual, es ideológica y cerril. Al final del sexenio se probó con creces que López Obrador sí fue “un peligro para México”. La frase muy pegadora y profética, corresponde a la propaganda del PAN, no al historiador.

Al final de su mandato, López Obrador, extinguió los avances del sistema democrático, y dio paso a un régimen autocrático, centralizado en una sola persona, el presidente de la República, mediante la implementación de reformas a la Constitución y medidas populistas, previo sometimiento y control del poder Legislativo, y violaciones sistemáticas a la legalidad constitucional. La reforma constitucional más peligrosa del paquete de veinte, porque se trata de la puntilla de muerte de la democracia representativa, es la que corresponde al Poder Judicial. En discusión en las Cámaras. Con el sometimiento del legislativo literalmente desaparecieron los representantes populares, para dar paso a la oficina de trámite más expedita del Presidente.

Aclaremos que no es el único texto del autor de Por una democracia sin adjetivos, que con precisión de neurocirujano advirtió acerca del talante populista y antidemocrático que, ya como presidente, resultó ser López Obrador. En octubre de 2005 escribió en el periódico Reforma el ensayo Del populismo, en el que no hace ninguna mención al populista mexicano por excelencia. Para entonces el término como régimen de gobierno, no tenía la popularidad que cobró en el pasado sexenio. En diez puntos, Krauze, resume las características de los gobernantes populistas. Los retomó porque pareciera que los escribió al terminó del mandato, y no dos décadas atrás.

El populismo exalta al líder carismático. En el centro del populismo siempre está el hombre proverbial que llega a dignificar al pueblo, y encaminarlo por el sendero de la felicidad (esto no lo dice el autor, lo digo yo). El carisma, como aparece en todos los trabajos, es determinante para la consecución del populismo. En el caso del presidente López Obrador, el carisma se apuntaló con una política de culto a su persona, animada desde el más alto púlpito presidencial. Pueblo fue el término más mentado por López Obrador, contó con 18,643 menciones.

El populismo no solo usa y abusa de la palabra, advertía Krauze, sino que se apodera de ella. López Obrador usó las mañaneras para eliminar la conversación pública. Para ese fin no se tuvo empacho en hacer de las mañaneras reality show, recurriendo a las prácticas más ominosas de la televisión comercial. “El populista se siente el intérprete supremo de la verdad general y también la agencia de noticias del pueblo”. López Obrador no solo se proclamó el vocero del pueblo, sino que se inventó la engañifa de la sección Quién es quién en las mentiras, que no fue un derecho de réplica, sino un espacio en el que de manera declarada se mentía y calumniaba. Una sección en consonancia con “los otros datos”. Spin, el taller de comunicación política de Luis Estrada, cuantificó alrededor de cien mentiras diarias pronunciadas en las mañaneras por el expresidente.

El populismo fabrica verdades, afirma el ensayo. El presidente no solo elevó a política pública la mentira, sino que hizo 148 mil 200 afirmaciones dudosas, según el periódico Reforma y el taller de datos de Luis Estrada. 

El populista utiliza de manera discrecional los recursos públicos para allegarse partidarios. En efecto, en aquel gobierno, ocho de cada diez contratos fueron asignados de manera directa, de acuerdo con Mexicanos contra la corrupción, en un corte al año de 2021. Los programas sociales, esto es, las transferencia en efectivo se realizó sin padrones, o con padrones poco confiables, elaborados sin criterios técnicos, sino de otro tipo. Lo que se presume puede ser la razón de que los pobres extremos hayan crecido en número en esta administración, y sólo un porcentaje de personas en pobreza general haya salido de esa condición.

La movilización permanente de la población es otra componente central del populismo, que en este gobierno se cumplió fielmente, pues cada que la oposición se manifestaba en las calles, desde el gobierno se contrarrestaba organizando su propia marcha. En ocasiones encabezadas por el presidente. El propósito: apropiarse hasta del espacio público. Como se hizo en varias ocasiones con la bandera. Pero más que eso, en el plan de largo plazo, desaparecer la pluralidad política. Allí están en puestos claves de Morena los priistas más execrables.

El populismo se inventa y fustiga por sistema al "enemigo exterior", y desprecia el orden legal. El populismo no se somete a la Constitución, y recurre a las argucias que vimos en el presidente López Obrador: el no me vengan con que “la Constitución es la Constitución”. El populismo que practicó el expresidente fue un populismo de manual, pedestre y ranchero, lo que no obstó para que le infligiera el daño que al final le ha impuesto a México, como el hecho de que se haya perdido la soberanía de medio país.

@ocilemora

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Ociel Mora

Es vicepresidente de Perspectivas Interdisciplinarias, A. C. (www.pired.org), organización civil con trabajo académico y de desarrollo económico de grupos vulnerables; y promotora de acciones vinculadas con la cultura comunitaria indígena y popular. Su línea de interés es la Huasteca y la Sierra Norte de Puebla.