Confieso mi traición

  • Ociel Mora
AMLO subió a la máxima magistratura por la escalera de la democracia, y ya allí arriba, la destruye

Para vergüenza mía y disgusto de los defensores de la libertad, hasta abril de 2018, en Puebla fui, sin equívoco, la personas que más comentarios escribió defendiendo “la causa” del a toda hora candidato presidencial, López Obrador. Lo hice en periódicos y revistas, y en donde podía. Estaba convencido que su triunfo era el remedio contra todos los males que aquejaban al país. Lo veía y escuchaba tan seguro en sus proclamas que no había lugar para dudar de su sinceridad y buena fe. En el mes que digo arriba, hace poco más de seis años, cuando las tendencias en las encuestas parecían irreversibles, el gobierno subía el encono judicial en contra de Ricardo Anaya, y la propuesta de Morena y aliados de votar seis de seis calaba hondo, publiqué un comentario diciendo que para bien del futuro de la República y de quien sería seguro presidente, lo mejor era que López Obrador perdiera la mayoría en el Congreso, para que estuviera obligado a negociar con todas las fuerzas políticas los cambios que propusiera. De ese modo, ¡ingenuo y cándido de mí!, las reformas tendrían un grado mayor de legitimidad y contarían con el consenso de todas las fuerzas política, de la opinión pública y de las agrupaciones de la sociedad civil. Sinceramente pensaba que el señor era un demócrata, comprometido más con las minorías aplastadas que con las mayorías insolentes de entonces. Me asumía, lo reconozco, como un comentarista militante que arengaba en las páginas de los diarios en favor de una causa ideológica. Esa causa era la encabezada por el señor López Obrador y los miles y miles que lo seguían, convencidos como yo, de que ahora sí, y por primera vez en la historia, los males nacionales se reconocerían y con firmeza se darían los primeros pasos en pos de resolverlos. en un ambiente de acuerdo, paz y concordia. Recuerdo incluso que pause mis lecturas de los autores liberales clásicos, y sin saber cómo, pero surgió en mí una extraña animadversión a todo lo que aparecía en Letras Libres, Nexos y Reforma, mis revistas, autores y periódico de ley. Me volví a reencontrar con La Jornada. Incluso, lo reconozco, escribí un ensayito sobre el compromiso de los intelectuales para un trabajito de escuela, en el que deliberadamente fui injusto con los autores. Lo tengo en los cajones y me niego a publicarlo. El centro de mi discusión fue un libro aparecido en el 2010, Un futuro para México, publicado por Héctor Aguilar Camín y Jorge Castañeda. Los hombres de letras y una sociedad partida por la mitad por la institucionalización de las inequidades, sobre la que estos personajes habían hecho poco, o nada. Lo armé con el discurso y conceptos muy en boga en los setenta y ochenta y lo entregué. Ignoro si fue leído o no, pero alcancé la calificación más alta del grupo de siete condiscípulos. Aunque no está orgánicamente en las hordas del fundamentalismo, mi viejo profesor defiende las proclamas de López Obrador, no porque crea en ellas, sino porque le parece lo correcto con la historia. Cada quince días escribe artículos de opinión en La jornada. Conoce personalmente a López Obrador, y en la intimidad lo sabe ignorante, necio y vengativo. Alguna vez bregaron juntos. Una crítica a su desempeño es una traición a las grandes Causas Nacionales. Algo de eso explicaba en su clase de Antropología Marxista, los miércoles por la tarde en la ENAH. Las refrendaba en el café del receso. López Obrador resultó ser un dictador potencial encubierto. Un gran habilidoso engañabobos. Se aprovechó de la democracia (coja y contrahecha) y de la corrupción de gobiernos anteriores para construir un discurso publicitario pegador, que le ayudó a subir a la máxima magistratura por la escalera de la democracia, y ya allí arriba, la destruye. Sobre sus restos funda una tiranía constitucional. La metáfora de la escalera es de Lorenzo Córdova. Que se aproveche del púlpito presidencial para nombrar a uno de sus descendientes al frente del partido Morena (más que partido es una estructura clientelar), es prueba fehaciente de que no se irá nunca.

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Ociel Mora

Es vicepresidente de Perspectivas Interdisciplinarias, A. C. (www.pired.org), organización civil con trabajo académico y de desarrollo económico de grupos vulnerables; y promotora de acciones vinculadas con la cultura comunitaria indígena y popular. Su línea de interés es la Huasteca y la Sierra Norte de Puebla.