Desde hace unos meses en Lado B hemos estado rastreando redes de páginas web y de Facebook que durante el proceso electoral, e incluso antes, se dedicaron a promover personajes políticos con aspiraciones electorales, difundieron desinformación e incluso se sumaron a campañas de guerra sucia.

Como resultado de ese trabajo publicaremos dos reportajes que están casi listos y se subirán a la página en la siguiente semana.

En el proceso de investigación que se siguió pudimos platicar con algunas de las personas detrás de esas páginas, y lo que tenemos claro es que esos dos enjambres digitales a los que logramos ponerles la lupa son sólo dos ejemplos, dos botones, de un problema sistémico que, con el objetivo de ganar espacios políticos, erosiona el debate y la arena pública.

Es decir, nos enfocamos en esos dos grupos de páginas porque fueron los que logramos ubicar claramente, pero es apenas un atisbo de lo que las y los entrevistados nos dijeron que es un asunto mucho mayor. Hay ahí un mercado de páginas, decenas, cientos, miles tal vez, de cuentas de redes sociales que se venden y se compran para influir en el debate y para vendernos un producto, principalmente político, pero no solamente.

Se trata, como nos enseñó Cambridge Analytica, no sólo de segmentar por edades o ubicaciones geográficas, por decir algo, sino de conocer a detalle al usuario, sus aficiones, sus gustos o sus disgustos, los momentos en los que se conecta, para poder afinar el detalle y enviarles el mensaje que desinforma, que busca imponer una percepción, que construye una imagen pública o la destruye.

“Sí, yo hago eso, hago páginas, las vendo, las compro, es un mercado lucrativo”, cuenta una de las personas con las que platicamos en el reporteo. Páginas que se hacen pasar por medios de comunicación, que lo mismo replican boletines que también promocionan falsedades como si fueran notas periodísticas con titulares atractivos esperando el click, pero sobre todo nuestro compartido, y sobre eso cobran. La mercancía no son las páginas, somos nosotros, nosotras arrasadas por la ola de desinformación y la viralización de la postverdad.

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En octubre del 2021 publicamos en Lado B un trabajo de Pedro Alonso, reportero y director del portal texmeluquense Proyecto Cinco sobre como Antonio Valente Martínez Fuentes, alias Toñín, intentó construir una imagen de benefactor social durante el periodo más complicado de la pandemia de Covid 19.

Van unos párrafos de su texto:

“Buenas tardes, ya nos encontramos en San Ramón. Aquí inicia la fila”, dice la voz en off de una mujer, mientras en el video se observan dos tractocamiones cargados de verduras, y a cientos de personas formadas esperando recibir una despensa.

“Por favor apóyenos con su sana distancia, y con su cubrebocas bien puesto”, reitera la mujer, mientras sigue grabando mamás con hijos en brazos, personas de la tercera edad y familias completas. “Ya tenemos una gran fila esperando por su despensa de verdura, que nos hicieron el favor de donar los agricultores de Palmarito, gracias a la convocatoria de Antonio Valente Martínez Fuentes”, presume la mujer.

“El video citado fue grabado en San Ramón, una colonia popular en el sur de la capital del estado de Puebla, el 14 de diciembre del 2020, y que fue publicado en la fanpage de Antonio Martínez Fuentes, un hombre que, aprovechando la crisis por la pandemia, entregó cientos de toneladas de verduras, hortalizas y legumbres, presentándose como un campesino próspero y benefactor.

“Sin embargo, de acuerdo con el Diagnóstico de Seguridad y Justicia en el Estado de Puebla, del Consejo Estatal de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública Antonio Martínez Fuentes es un objetivo prioritario, por ser un líder huachicolero del Triángulo Rojo que opera al servicio del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

“El video narrado al inicio de este texto forma parte de lo que se podría denominar una estrategia de marketing, o, para ser precisos, de huachimarketing a través de Facebook, la red social más grande del mundo, que le permitió a “El Toñín” construir una imagen de benefactor y extender su capital social.”

Cito el texto de Pedro porque esta misma semana pude platicar con una persona que trabajó en el gobierno del estado de Puebla hasta hace unos meses, y me contó que la administración estatal logró ubicar una red de más de 300 perfiles de Facebook que operan para potenciar al Toñín en redes sociales, que comparten y comentan sus videos y publicaciones como si fueran reacciones orgánicas.

Lo que confirma lo dicho líneas arriba, las dos redes de promoción político electoral que logramos detectar y rastrear es tan sólo la punta de un iceberg que anida en las redes sociales y que busca constantemente manipular la discusión. Y los dueños de esas redes sociales, apellídese Zuckerberg, Musk o Yiming, poco o nada han hecho para evitarlo.

Acá el texto de Pedro.

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