Mario Marín y el clasismo

  • Ociel Mora
Uno de los políticos más audaces y marrulleros en la tradición mexicana, está de vuelta

Mario Marín ha retornado a las primeras planas nacionales como el villano favorito, pero… en libertad. Seguramente muy pronto estará despachando con quienes por un largo periodo lo siguieron hasta alcanzar la cumbre del poder político en Puebla: la gubernatura.

Las declaraciones del presidente López Obrador al respecto (acusar sabadazo) hay que leerlas como parte de su propaganda diaria en contra del Poder Judicial. La estrategia que sigue para legitimar su reforma constitucional, que captura a jueces, magistrados y ministros, y acaba con la división de poderes.

Finalmente, Mario Marín siempre ha sido recurso eficiente para denostar adversarios. Así es desde que se conoció la conversación en la que se le escucha confabularse contra una periodista por publicar un libro, en el que se denuncian casos de pederastia de políticos prominentes.

Pese a lo soez de la conversación, sus múltiples implicaciones legales y políticas, el desprecio público hacia la persona del exgobernador, no es por eso por cuya causa haya terminado en prisión. El impacto del Lydiagate se constriñó al círculo rojo, como sabemos.

La verdadera razón tiene que ver con el hecho de Mario Marín es chaparro, prieto, osco, taimado, ladino, indio pues. Y por haber cometido la osadía de equipararse con Benito Juárez.

Pero en especial por haberse convertido en el verdadero obstáculo para el triunfo del PAN y Rafael Moreno Valle Rosas en las elecciones de gobernador de 2010. Aquí radica el meollo de todo el asunto.

Es bien conocido. Ni a los políticos ni a las masas populares, como se decía en mis tiempos para referirse a la muchedumbre gelatinosa, que tiene la particularidad de ir por la calle desprovista de cabeza (en alusión a un Proletariado sin cabeza, de José Revueltas), les preocupa que no se respete la libertad de expresión, que no se publiquen libros críticos, ni que se violen los derechos humanos de mujeres por la misma causa.

Esos temas no entran en la agenda de la masa. Como tampoco entró en su momento en la agenda de la clase política ni en general en los partidos. Las protestas surgieron de los medios de comunicación nacionales, los que no obstante su heterogeneidad, se vieron reflejados en la situación de la periodista, y de organizaciones de la sociedad civil.

El PRD levantó la voz y se manifestó indignado contra Mario Marín porque el tema le servía y sirvió como bandera política para denostar al PRI y al PAN, los opositores de López Obrador en la contienda presidencial de 2006; en la que fue derrotado, y de la que al parecer aún no se repone.

En particular se nota mucha sevicia contra Roberto Madrazo, a quien el perredista abomina porque le ganó la elección de gobernador en Tabasco, en 1994. Desde entonces para él todas las derrotas en su contra son fraudes, aunque nunca logre acreditar su dicho ante los órganos electorales.

La leyenda negra contra Mario Marín se elaboró como se elaboran pastillas para dormir, en un laboratorio de propaganda negra sobre la base de un muy cuidadoso estudio sobre el carácter y los prejuicios psicólogos y sociales del poblano promedio.

En esa construcción que yo llamo de laboratorio, Mario Marín y su candidato Javier López Zavala, representan lo réprobo e indigno, frente a la propuesta del Hombre-salvador que venía de los Estados Unidos (sí, los Estados Unidos), donde había hecho estudios en las mejores universidades.

Era el Hombre-salvación que precisa Puebla en ese preciso momento, una especie de Maximiliano: alto, blanco, barbado. Qué más querían las señoras rutilantes de las colonias acomodadas.

Llegaba con un equipo incorruptible, integrado por jóvenes, puros jóvenes, diestros, entrenados para dignificar a una entidad sumida en la incompetencia y corrupción. En aquel grupo no recuerda a mujeres. La señora Patricia Leal Islas, hasta donde entiendo, se incorporó después al grupo.

Al final Javier López Zavala termina siendo “hecho hijo de padres nacidos en Guatemala” (un “país de indios” al sur de México), y hasta con un acta de nacimiento supuestamente de aquella nación.

Siempre me ha parecido que Mario Marín pudo ser un excelente cuadro de Morena. Tuvo a Manuel Bartlett como al padre putativo, el gobernador menos amigable que se recuerda. Con él fue el encargado de llevar la política-política en la entidad, desde la Secretaría de Gobernación. Bartlett es el gran ideólogo y estratega de Morena.

Para muchos el Marín de aquellos años tenía grandes dotes de político que, de no haberse cruzado en su camino el caso Lydia Cacho, habría escalado más alto, y ocupado puestos de primer nivel en el gobierno federal.

Fue el periodo en que los gobernadores priistas tomaron el poder, para hacerle frente al gobierno federal encabezado por panistas. En ese contexto nació la Conferencia Nacional de Gobernadores (2002), la CONAGO, desbaratada por López Obrador para evitarse contrapesos.

Mario Marín fue gobernador por el PRI, pero lo pudo ser sin grandes problemas por el PRD, el partido que por aquellos años comandaba el ahora presidente López Obrador, de quien se decía tenía al poblano en muy buen parecer. Marín solía llevar en la bolsa interior del saco una tarjetita con los números de teléfono del perredista.

Más de una vez, Mario Marín, jugó con la amenaza de irse a la oposición perredista y hacerle un boquete al Revolucionario Institucional, para entonces la segunda fuerza política nacional, a cuya cabeza se encontraba Roberto Madrazo. Con tal de defenestrar a su paisano, López Obrador parecía dispuesto a todo.

La pregunta es inevitable. ¿Fue Mario Marín bueno o mal gobernante? Hay varias metodologías técnicas que sirven para medir el desempeño de los gobiernos. Sin embargo, más allá de los indicadores oficiales, siempre necesarios, están las comparaciones, aunque odiosas, son muy ilustrativas.

Seguramente como gobernador fue un hombre miserable, y abusivo, como en parte queda de manifiesto en el libro de la periodista y en el juicio que se le siguió por el mismo caso. Pero no está por encima de las miserias nacionales (quiero decir, no es el más ruin de los ruines que en mala hora han desempeñado el cargo de gobernador, ahora se sospecha que andan asociados con el narco) en lo tocante a desempeño.

Fuera del caso Lydia Cacho, ominoso desde el ángulo que se le mire, y del dirigente defensor de los derechos laborales de maquiladoras en el valle de Tehuacán, Martín Barrios, quien fue detenido y puesto enseguida en libertad, como también ocurrió con la señora Cacho, con el exgobernador no hubo presos políticos ni periodistas perseguidos, ni la entidad fue endeuda por décadas.

Mario Marín, uno de los políticos más audaces y marrulleros en la tradición mexicana, está de vuelta. No es coincidencia su retorno, ni omisión de la juez que decretó que siga su proceso fuera de prisión. Son las pruebas que le aportaron para condenar o absolver al imputado.

Es la política-política. No hace falta ser muy perspicaz para saber qué fue lo que pasó.

Chayo News

En un acto bonito y a contracorriente del pensamiento montaraz que aún no acaba de ser disipado de la cabeza de muchos, un grupo de indios notables del pueblo de Pahuatlán fueron reconocidos por sus aportaciones artísticas, culturales y al desarrollo de la comunidad, en el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas establecido por la ONU.

En el acto tomaron la palabra otomíes y nahuas, dos de las naciones ancestrales que sobreviven en esa demarcación. Los otomíes, como es su carácter, enhiestos y arrogantes, ponderaron el valor de la lengua, y marcaron pauta. Los nahuas, hijos a medio camino de los misioneros agustinos que llegaron por allá en la segunda mitad del siglo XVI, en boca de don Zenón Galindo, un productor de café que, solo con sus uñas, esta a punto de alcanzar la categoría de “café orgánico”, se manifestaron como lo que son: un pueblo moderado y condescendientes. El alcalde habló de la urgencia de mantener y fortalecer la unidad entre las tres naciones: nahuas, otomíes y mestizos. Un evento republicano, quiero decir que felizmente fueron ahuyentadas las matracas. Uno de los rasgos más pedestres del atraso político.

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Ociel Mora

Es vicepresidente de Perspectivas Interdisciplinarias, A. C. (www.pired.org), organización civil con trabajo académico y de desarrollo económico de grupos vulnerables; y promotora de acciones vinculadas con la cultura comunitaria indígena y popular. Su línea de interés es la Huasteca y la Sierra Norte de Puebla.