La extinción de la República

  • Ociel Mora
¿Hace falta una reforma al Poder Judicial? Sí, como es preciso en el Ejecutivo y el Legislativo

Hace un par de años me robaron la bicicleta. Un individuo manipuló la puerta de la cochera. La cogió, se montó en ella y salió disparado sobre la pendiente de la calle, dobla en la esquina y se pierde. Eran las once de la mañana. El individuo es de tez oscura, cuerpo escuálido, mediana estatura, viste ropas desgastadas, corte de pelo a rape y varias cicatrices en rostro y cabeza. Todo esto lo sé porque quedó grabado en las cámaras de seguridad. El “viene-viene” de la calle se acerca y dice: “Fue el de allá abajo”, y me dio señas. Tomé unas fotos de la cerradura de lo que para mí eran prueba contundente y me fui al ministerio público seguro de que recuperaría mi bici.

Al cabo de esperar un par de horas creí prudente hacer caso a la recomendación del policía de guardia de que una bicicleta no es muy importante, que se las roban todos los días, y que por ahorita “allí adentro están muy ocupados”; lo mejor es volver otro día. O bueno, si tanto insiste, venga al rato. “Pero no se enoje que le puede hacer daño para el estómago”.  Regresé por la tarde. Me encontré con otro policía, de muy mal humor, tomó mis datos, anotó en una libretita del tamaño de una caja de cerillos, me regañó por tener bicicleta y se fue adentro. “Hay mucho trabajo”. Así pasaron cinco días. Para entonces el “viene-viene” ya me había informado que mi bicicleta la estaban rematando en 300 pesos en el Parque Ecológico.

Al sexto día urdí una estrategia que me pareció infalible: dije que me llamaba Fermín García y que era periodista. “¿Identificación?” No la traigo, pero puede hablar a Comunicación Social de la Fiscalía y preguntar por mí, dije muy seguro. La secretaria del secretario de no sé qué personaje importante estaba de buen humor. Afable me dice que respeta a los periodistas y que lamenta mucho no haber estudiado para eso. 

Pero, cuénteme. ¿Qué le pasa? Le mostré los videos. ¡Eso no importa!, dijo. ¡Cómo, que no importa! Es la prueba del robo. Revisó su celular. Y empezó lo que juzgué interrogatorio. Dígame cómo es su casa. ¿Mi casa? Sí, la reja, el techo, la azotea, las paredes vecinas. ¿Tiene mascotas? Al final yo podía resultar responsable del robo por no asegurarme con buenos y macizos barrotes. No lo dijo, pero lo dejó entrever. Además, usted ya es grande, me aclaró mirándome a los ojos. “Ándese con cuidado, el barrio es pesado”. “Dígame: ¿Cómo se lleva con sus vecinos?”. Su denuncia, aclaró más adelante, “ya no procede, porque está fuera de tiempo”.

Entendí que se trataba de disuadirme para que no denunciara. En el dintel de la puerta, con la sonrisa inevitable del caso, dijo: “don Ociel, de favor dígale a Fermín que me debe un almuerzo”.
+

Como ya es ordinario en todos los pueblos de por allá. Había rumores de que el Patrón quería el rancho, una herencia de familia. Para entonces unos desconocidos ya entraban y salían en él como si fuera suyo. El rancho tiene monte. Alguien advirtió: “Sepa Dios qué hagan arriba”. Eran las conversaciones cada que el hombre aparecía por allá.

–¿Y el gobierno?
–Es el nuevo gobierno!, aclaraban

Un día de comida familiar, alguien de los miembros informa que una señorita muy amable y decente, licenciada para más señas, le ha comunicado que el Señor quiere la propiedad. Una voz se levante y dice enfática: “No está a la venta”. “No se trata de eso…”, aclara otra. Otra voz dice: “No estamos para negarnos”.

El más rejego de la mesa saca cuentas de mala gana. Más de cien hectáreas. Huertas de limones, platanares, a pie de carretera, zona de monte, manantiales, recursos forestales, y tierras de barbecho en la parte baja. Tasa el costo de la propiedad con base en criterios comerciales, y lo anuncia a la mesa. “No, burro”, le dicen. El precio lo fija el Patrón. Date por agradecido que recibes algo. Entonces el rejego recomienda pedir un préstamo al banco y que se lo quede. “Eso no porque será tomado como traición”. Digan entonces que no se puede vender porque no tenemos los papeles; tampoco, ya aclararon que no los necesitan. Ya en la desesperación recomienda que le digan que se vaya a Palenque, a la finca del señor presidente! “Lo que tú quieres son problemas”; la comida termina abruptamente.
+

En la Ciudad de México conozco a unos amigos desde la secundaria que se hicieron abogados y luego se casaron, y ya cónyuges, entraron al Poder Judicial federal a trabajar, en el que han hecho carrera. Hasta donde entiendo, se desempeñan en puestos intermedios, pero en pocos años levantaron una fortuna en propiedades que, puedo decir, dista mucho de corresponder a los ingresos por su desempeño
+

¡Claro que hay mucha corrupción en el Poder Judicial! Como la hay en el Poder Ejecutivo y Legislativo, y en las entidades federativas y en los ayuntamientos, y en los órganos autónomos, y en la llamada iniciativa privada, y en los consorcios mundiales. Todos los que encabezan esos cargos provienen del mismo tronco: la raza humana. Todos sin excepción son víctimas inevitables de las tentaciones y debilidades del Hombre. Lo sabemos: el tamaño de la corrupción en el gobierno es del tamaño de la dependencia de la que se trate. La Estafa Maestra de Peña Nieto fue de 7 mil millones de pesos; la Estafa Maestra de la 4T (Segalmex), de acuerdo a la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, es de 15 mil 300 millones de pesos, sólo durante los dos primeros años de operación.
+

¿Hace falta una reforma al Poder Judicial? Claro que sí, como es preciso que se reforme el Poder Ejecutivo y el Legislativo, y demás ramos del gobierno, y se coloquen controles internos de contrapeso. Esos controles deben ser del tamaño de la responsabilidad, y la mayor responsabilidad política está en el Poder Ejecutivo federal y es precisamente el que menos controles tiene, y los que tiene están a punto de ser extinguidos por la reforma del presidente López Obrador.

Pero, ojo, ni con mucho la reforma judicial propuesta por él, y que se encuentra en proceso de aprobación en la Cámara de Diputados, es la solución. Esa propuesta, la reforma al Poder Judicial, tiene la finalidad de extinguir la división de poderes, y por esa vía hacer de jueces y ministros autoridades subalternas del presidente de la República. ¿Qué augura? Un horizonte aciago
+

En términos estrictos: ¿Los jueces y ministros son responsables de que un ladrón se haya metido a mi casa y robara mi bicicleta, o de las extorsiones de grupos criminales en perjuicio de campesinos y pequeños propietarios? Claro que no. Es responsabilidad de los Ejecutivos, de sus fiscalías y políticas de seguridad pública. No de quien imparte la justicia.

 

 

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Ociel Mora

Es vicepresidente de Perspectivas Interdisciplinarias, A. C. (www.pired.org), organización civil con trabajo académico y de desarrollo económico de grupos vulnerables; y promotora de acciones vinculadas con la cultura comunitaria indígena y popular. Su línea de interés es la Huasteca y la Sierra Norte de Puebla.