Derecho de interpretación musical

  • Ximena Constantino
Reflexión de la delgada línea de tocar la música escrita y la propuesta del artista al interpretarla

Recuerdo las primeras partituras con las que tuve contacto y lo complicado que me resultaba descifrarlas, incluso no puedo negar que las primeras clases que me "volé" en mi vida de estudiante, fueron las de solfeo. Para alguien que no viene de una familia de músicos puede resultar bastante complejo meterse de lleno, de pronto a entender el lenguaje musical escrito.

No quisiera responsabilizar a las metodologías de pedagogía musical que en ocasiones me parecen bastante incorrectas, sin embargo, ahora que he ejercido en ocasiones la pedagogía, pienso que existen formas que se podrían cambiar. Sin embargo, no quisiera centrarme en ese tema tan debatible y que da para mucho de qué hablar respecto a una institución, como en la que yo estudié que fue el Conservatorio Nacional de Música con más de 150 años de historia, y que, por desgracia, aún hay cosas que no evolucionan... Pero esa es harina de otro costal.

Hoy me gustaría centrarme en cómo, después de que te enseñan a seguir al pie de la letra el santo y seña de una partitura para tocarla de manera "correcta", puede un artista intérprete romper las reglas, cambiar tempos, voltear las dinámicas y un etcétera que hace que la interpretación de la obra sea fenomenal y única.

Bien dicen que las reglas son para romperse, y yo soy de la idea de que eso es cierto. Hace poco me encontraba estudiando y escuchando varias versiones del Caprice en forme de vals del compositor Paul Bonneau, escrito originalmente para saxofón alto. Me propuse hacer un análisis profundo para conseguir una buena interpretación y mi sentido me indicaba que quizás en donde había un pianissimo podría haber un forte; no obstante, me daba miedo proponer ese cambio al momento de estar tocando.

Luego de mi análisis me puse a escuchar diferentes versiones con grandes saxofonistas. Una en específico captó toda mi atención. Valentin Kovalev, un joven con tremenda técnica y excelsa musicalidad. Si uno escucha su versión y ve la partitura al mismo tiempo, se podría llevar grandes sorpresas; sin embargo, al no ver la partitura y solo escuchar la obra tiene mucho más sentido.

Valdría la pena entonces comenzar a tener mayor apertura y cambiar las formas de enseñanza. Abrir la mente de los jóvenes estudiantes y tener la apertura de que existan diferentes formas de tocar, propuestas musicales en donde lo que rija sea la convicción y propuesta de lo artístico en una obra.

He ahí el detalle de dar ese pequeño gran salto entre ser un músico atrilista o un verdadero artista que propone, promueve y sobre todo disfruta lo que hace y toca.

Las reglas -si se le quiere llamar así-, de la música mal llamada clásica son muy claras y tienen una forma y estructuras estrictas. Se intenta realizar la interpretación musical lo más apegado posible a lo que dicta una partitura, ya que también ahí radica la belleza de las grandes composiciones; sin embargo, pienso que el artista tiene todo el derecho de modificar un discurso musical, aunque este no sea de su autoría, siempre y cuando la música en sí misma sea la brújula que guíe esas decisiones, cambios o pequeñas modificaciones del intérprete. El derecho a la interpretación podrá ser adquirido si así se desea.

Un gran músico intérprete pienso entonces que podrá ser capaz de hacer la música del compositor que él decida para hacerla propia, ofrecer una propuesta nueva, personificarla y adueñársela. Esa quizás tan solo sea entonces la antesala del intérprete para realizar sus propias composiciones, que en ocasiones por miedo a la crítica no nos atrevemos a hacer, hasta que llega el momento en donde la música se apodera de tu mente y te empodera. Solo entonces tal vez, logremos ser nosotros mismos tanto interpretando música de otros compositores, como explorando con nuestras ideas, sensaciones y sentimientos a través de nuestros instrumentos musicales.

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Ximena Constantino

Saxofonista y comunicóloga. Ha ganado premios y estímulos tanto en música clásica como popular. Es gestora de eventos para promover la equidad de género. Su formación musical y su asociación con marcas reconocidas como Yamaha, Veerkamp, BGFrance y Daddario, demuestran su influencia en la escena internacional.