El negocio de la educación superior

  • Germán Sánchez Daza
Aumento en matrículas escolares y trabajo precario, resultado del negocio de la educación superior

La educación superior mexicana se ha convertido en un buen negocio basado en las matrículas escolares y el trabajo precario.

A partir de la década de los ochenta del siglo pasado, el sistema de educación superior (mayoritariamente público, en esos años) sufrió el embate de las políticas neoliberales, sometiéndole a fuertes restricciones presupuestarias, sentando así las bases para reorientarlo según las políticas educativas que impulsaron los organismos mundiales, como el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La caída salarial y el debilitamiento de las organizaciones sindicales fueron fundamentos para esas transformaciones, iniciando así el proceso de precarización laboral que hemos planteado en los dos últimos artículos publicados en este diario.

Uno de los objetivos de esas políticas neoliberales fue la constitución de un mercado de la educación superior, para lo cual se impulsó la privatización, bajo el discurso de la calidad y la excelencia. Si consideramos como un indicador de esto a la matrícula, se puede observar que, entre 1990 y 1999, las instituciones privadas elevan su participación del 19.1% al 30.4% del total de estudiantes de educación superior (incluyendo licenciatura y posgrado).

En el Gráfico 1 se muestra ese ascenso, que ha llegado al 36.8% para el ciclo 2022-203. Este indicador del proceso de privatización de la educación superior es más elevado en el caso de nuestra entidad, en esa primera década se elevó del 18.0 al 46.4%, alcanzando en la actualidad el 49.0%. Esta aguda privatización en Puebla no fue casual, fue el resultado del golpe a la UAP, dado por un grupo de los “dogeristas” (de corazón priista y hoy con moteados morenistas), respaldado por los gobiernos federal y estatal; disminuyendo la matrícula de la universidad pública y fundando instituciones privadas, varias de las cuales pertenecían a los nuevos funcionarios universitarios, mismos que se constituyeron en lo que hemos denominado como élite burocrática, que hoy continúa administrando a la BUAP.

A través de este proceso de privatización, la educación superior se convirtió en un servicio prestado por “instituciones” que buscan su rentabilidad, es decir empresas cuyo interés es la ganancia, basada en el cobro de matrículas y el pago de bajos salarios; esto no descarta que algunas IES privadas tengan un proyecto educativo-cultural, sin embargo, habría que estudiar su funcionamiento económico y laboral. Considerando los datos del Sistema de Cuentas Nacionales, del INEGI, las ganancias brutas de las Instituciones de Educación Superior privadas (IESp) se elevaron en términos reales un 59.7%, en el periodo 2003-2019, si bien durante la pandemia disminuyeron esas ganancias, para el año 2022 alcanzaron un valor nominal de 34 mil millones de pesos. Esto contrasta con la precariedad laboral que hemos visto en los artículos anteriores.

Considerando el porcentaje de matrícula y las ganancias que han tenido las IES privadas en Puebla, podemos calcular que en 2022 estas tuvieron ganancias con un valor nominal de 2.2 mil millones de pesos. Esta rentabilidad está basada también en la aguda precariedad de las/os académicas/os, de los cuales el 87.5% son contratados bajo la figura de “hora-clase”. Las condiciones en que laboran la/os académica/os de las IES privadas poblanas son muy similares a las del resto del país: con ingresos que están por debajo o ligeramente por encima de la línea de pobreza, con escasas prestaciones laborales (35% sin ninguna), sin seguridad social (39.9%) y con fuerte inestabilidad (sin contrato escrito el 25.5% y 23.8% es temporal). El Gráfico 2 se compara con lo que acontece a nivel nacional.

A fin de ilustrar más claramente la trágica situación de los profesores horas clase, en el mes de junio levantamos algunos cuestionarios a colegas que laboran bajo ese tipo de contratación. Presentaremos solo tres casos:

La remuneración por sesión es bastante baja y heterogénea: por una hora de clase a nivel licenciatura se paga entre $130 y $150, solo en un caso reportaron que una institución paga $720. Sin embargo, hay que destacar que, en promedio, por cada hora-clase impartida, nos reportaron que dedicaban una hora más para preparar (algunos incluso señalaron que tenían que dedicar hasta 3 horas) y una media hora para elaborar y revisar sus ejercicios.

Un colega, con más de 15 años de experiencia docente y con estudios de doctorado, nos reportó que en una institución le pagaban a la quincena $7,700 por 15 horas a la semana y en otra $3,090 por 10.5 horas a la semana. Tomando en cuenta el tiempo total de dedicación a la semana, laboraba 68 horas a la semana (compuesto por: 25.5 sesiones, 25.5 preparación y 17 de ejercicios y evaluaciones) y percibía un salario de $10,790 quincenales, sin ninguna otra prestación o ingreso y solo una de esas instituciones le inscribía en el IMSS. Hay que tomar en cuenta que los cursos que impartía eran distintos.

Otra colega, con estudios de licenciatura y tres años de experiencia, en una institución impartía 11 horas a la semana y en otra 14, total 25 horas a la semana, lo cual significa, según sus cálculos, aproximadamente 60 horas de dedicación al trabajo docente. En una de ellas el pago por una hora-clase era de $130 y en la otra de $150, por lo que calculamos que su ingreso quincenal era menor a $7,000. En una de ellas tenía IMSS y pago de vacaciones y aguinaldo, en la otra ninguna prestación.

Finalmente, un colega con diez años de experiencia docente, grado de doctor e integrante del Sistema Nacional de Investigadores CONHACYT, labora en la BUAP como hora-clase, imparte cuatro grupos (dos cursos distintos) con un total de 16 horas y nos informa que percibe alrededor de $4,000 a la quincena. Además, labora en una IES privada impartiendo dos cursos con un total de 6 horas a la semana, donde percibe un ingreso de $8,640 a la quincena y un pequeño apoyo para material didáctico, con inscripción al IMSS. Tiempo semanal de dedicación a la docencia 55 horas, con una percepción quincenal de $12,640. Se puede subrayar que en la BUAP labora más tiempo y tiene un menor ingreso.  

En todos los casos, hay que tomar en cuenta que existen días o semanas en que no perciben ningún ingreso (salvo en el caso de la BUAP) -en el fin de un ciclo escolar y el inicio de otro, además de que su contratación es por tiempo determinado (semestral o cuatrimestral). Todos nuestros entrevistados/as tienen que laborar en dos instituciones para poder obtener un ingreso de acuerdo a sus necesidades materiales y culturales.

La situación laboral de nuestras/os colegas académicas/os es trágica y ominosa; estos profes hora-clase, que son la mayoría, tienen extensas jornadas de trabajo con salarios muy bajos y prestaciones mínimas; con altos niveles de formación y con grandes expectativas profesionales forjadas por las mismas instituciones (públicas y privadas) en las que laboran y, ahora, les explotan. Irónicamente uno de nuestros queridos colegas me decía: “Pues uno que aún cree que se puede vivir de la docencia”.

Referencias
INEGI (2023) Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación. Primer Trimestre. México, INEGI
SEP (2023) Principales cifras educativas. Ciclo 2022-2023. México, SEP

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Germán Sánchez Daza
Doctor en Economía por la UNAM, trabajador académico en la UAP desde 1982 y actualmente integrante del Centro de Estudios del Desarrollo Económico y Social por la misma institución.