La precariedad laboral de los profes de educación superior
- Germán Sánchez Daza
Desde hace ya varias décadas se ha mostrado que las condiciones de empleo y de vida de los trabajadores han venido deteriorándose, por lo que se ha hablado de un proceso de precarización laboral. En este sentido, algunos autores señalan que un elemento sustancial de este proceso es la condición y sentimiento de inseguridad (Guadarrama, Hualde y Estrada, 2012), bien porque se ha perdido o existe imposibilidad para lograr la seguridad laboral. En los debates académicos sobre la precariedad se reconoce que: a) es un fenómeno multidimensional, en la que inciden las particularidades de los mercados de trabajo y las regulaciones existentes, b) es un proceso evolutivo, en función de los procesos económicos y de las políticas públicas, c) se expresa de manera más aguda en ciertos sectores (mujeres, jóvenes y emigrantes) y, d) se ignoran con frecuencia los aspectos subjetivos de la precarización.
La precariedad laboral se ha relacionado con la flexibilidad impulsada por el capital a partir de la década de los ochenta, como parte de las políticas neoliberales (Sotelo, 1998), de tal forma que entre sus componentes se encuentran no solo la inseguridad sino también el aumento de la intensidad del trabajo, la disminución de los salarios y la desregulación de las condiciones de protección de los trabajadores. En el caso latinoamericano (y mexicano), también se asocia con la informalidad laboral.
Como mencionamos en el artículo anterior, los denominados “profesores de tiempo parcial” de educación superior enfrentan una aguda precariedad, resultado de las políticas públicas educativas y laborales, y de las estrategias de las empresas educativas del ramo.
En primer lugar, recordemos que eso de “tiempo parcial” es una denominación que invisibiliza su dedicación completa a las labores docentes, pues solo el 11.6 por ciento de esos profesores imparten menos de 15 horas a la semana, en las instituciones de educación superior (IES) privadas, y el 2.3 por ciento en las públicas. Se les paga por hora, aunque la dedicación es completa, pues el trabajo docente implica actualización académica continua, preparación de cada sesión, elaboración de material didáctico, creación y revisión de ejercicios y actividades, actualización de programas y planes de estudio etc. Revisemos algunos datos derivados de la Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación (ENOE), del INEGI, que ilustran la precariedad laboral en los académicos, sin desglosar si son o no de “tiempo parcial”.
Segundo, en términos de la estabilidad laboral, encontramos que aun existe informalidad en la contratación, si bien es mínima, pues hay instituciones en las que no existe o no se les entrega el contrato por escrito, en el caso de las IES privadas alcanza el 9.0 por ciento del personal académico. Además, el 40.6 por ciento se hace bajo contratos temporales, lo cual expresa una aguda inseguridad y estrés permanente. En el caso de las públicas, existe una mayor estabilidad, pero es significativa la existencia del 14.7 por ciento con contratación temporal.
Tercero, entre los datos que nos proporciona la ENOE, que pueden ilustrar la precariedad laboral existente, están el acceso a las instituciones de salud. Resulta que el 43.2 por ciento de los académicos de las IES no tiene acceso a ninguna, es decir que se viola el derecho a la seguridad social; en las públicas, pese a su carácter, el 8.0 por ciento tampoco lo tiene. Aunado a esto, el 33.5 por ciento de los docentes no recibe de sus patrones ninguna prestación laboral, solo perciben su salario; en el caso de las IES públicas es el 4.9 por ciento. Cabe señalar que esto puede ser una consecuencia de la forma de pago y contratación, pues una tercera parte de los académicos de las IES privadas tienen percepciones diferentes al salario (p. e. honorarios), lo que les permite justificar esas violaciones.
Los indicadores antes expuestos ilustran de manera contundente la precariedad laboral a la que son sometidos los trabajadores académicos, lo cual se agudiza en los denominados trabajadores de “tiempo parcial” y en las IES privadas.
Cuarto, la precariedad de los ingresos también es bastante aguda, se puede observar en el Gráfico 1 que el 61.6 por ciento de los académicos de la IES privadas tienen un ingreso mensual de menos de diez mil pesos al mes, y el 27.4 por ciento en las públicas. En términos de valorar este nivel de ingreso, consideremos que el CONEVAL calculó, para marzo de 2023, en $4,311 el ingreso por persona para adquirir tanto la canasta alimentaria como la no alimentaria, es decir, la línea de pobreza, si suponemos que cada docente tiene un dependiente económico (hija/o, padre/madre u otro), esto significaría que requiere un ingreso de $8,623 y si tuviese tres dependientes necesitaría un ingreso de $12,935, esto para lograr satisfacer sus necesidades básicas. Si solo tiene un dependiente, se puede concluir que el 46.4 por ciento de los académicos de las IES privadas tienen ingresos cercanos o por debajo de la línea de pobreza, y el 24.5 por ciento en el caso de las públicas. Por lo demás, se puede observar que existe una pequeña proporción de trabajadores que tienen ingresos superiores a 30 mil pesos mensuales, en el caso de las privadas es el 2.4 por ciento y en las públicas el 10.7 por ciento.
Dos últimos comentarios. Habría que comparar estos ingresos con las ganancias que obtienen las IES privadas, muchas de las cuales se han vuelto un buen negocio empresarial. Asimismo, es pertinente considerar la carencia de organizaciones sindicales que aglutinen y reivindiquen los derechos laborales: el 92.6 por ciento de los académicos en las IES privadas y el 43.9 por ciento afirmaron no tener sindicato.
Concluyendo, la precariedad laboral es aguda y amplia entre los académicos de la educación superior, siendo más profunda en los docentes de “tiempo parcial” y en las instituciones privadas; existiendo bastante heterogeneidad entre todas las instituciones. Los datos presentados solo ilustran esa precariedad, pero habría que hacer un estudio más profundo y detenido. En el próximo artículo abordaremos el caso de Puebla.
Referencias
INEGI (2023) Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación. Primer Trimestre. México, INEGI.
Guadarrama, R., Hualde A. y López S. (2012). Precariedad laboral y heterogeneidad ocupacional: una propuesta teórico-metodológica. Revista Mexicana de Sociología, 74 (2), 213-245.
Sotelo, A. (1998). La precarización del trabajo: ¿premisa de la globalización? Papeles de Población, 4 (18), 82-98.