El camino de los gatos
- Román Sánchez Zamora
-Pero no hay camino para llegar al monte…
Le dije al General Herminio.
-Para un militar el mundo no se cierra nunca.
-Y si no hay caminos se hacen y si no quieres que se sepa que pasas por allí, se dice que vas por el camino de los gatos; solo un cazador podría verlos, la hierba es la única que te delata, no la tierra.
-Hace años hicimos un operativo importante, teníamos casi detenidos a los jefes, era instrucción del mando central.
-Y cuando se llegó, se habían marchado, había un infiltrado.
-Se hizo otro más sin radios, ni aparatos de comunicación, hay métodos para hacerlo, así como en la guerras chinas y japonesas, ellos son eruditos en la materia.
-Terminó con resultados similares a pesar que nos tratamos de mover lo más rápido posible, los infiltrados estaban entre nosotros, en el mando central.
-Apliqué entonces inteligencia militar…
-Recibimos la señal, todo estaba vigilado, y vimos como dos elementos de transmisiones se fueron por el camino de los gatos, tocaron en dos casas, dejaron un papel a lado del jardín, salieron, lo leyeron, intervenimos los teléfonos de todo tipo y se enviaron los mensajes.
-Con señales corporales, se dieron la orden, se registró a los mensajeros y tenían tres documentos, que eran unos papelitos con letras breves, tenían a cuñados o hermanos civiles metidos para comisiones, y relaciones con estos grupos.
-Sorpresa para ellos fue verlos a ellos, a sus familias, y todas las documentaciones de las propiedades y el juego que habían confesado los familiares, era algo que hacían por ya años.
-Su mayor virtud de ellos es que daban regalos muy caros a los mandos.
-Quizá será porque nunca me enviaron los míos- suspiro y dijo -nunca lo habría aceptado.
-La contrainteligencia es juego de reyes.