El sentido común en la política
- Carlos Anaya Moreno
¿No te parece que la política, que debería servir para resolver problemas reales, a menudo se pierde en discursos grandilocuentes, promesas vacías y conflictos sin sentido? En lugar de enfocarse en lo que realmente importa —como garantizar que las personas tengan lo básico para vivir dignamente—, parece estar desconectada de las necesidades de la gente común.
G.K. Chesterton, un escritor y pensador británico del siglo pasado, tenía una visión diferente: la política debe ser simple, humana y basada en el sentido común. Este enfoque, lejos de ser trivial, es profundamente transformador. Chesterton creía que, si los líderes adoptaran el sentido común como guía, podrían tomar decisiones más efectivas, justas y conectadas con la realidad cotidiana de las comunidades.
¿Qué significa tener sentido común en la política?
El sentido común, según Chesterton, no es solo una capacidad práctica; es una forma de conectar la razón, la empatía y la experiencia. Para él, la política no debería complicarse innecesariamente ni centrarse en ideologías abstractas. En su lugar, debería enfocarse en resolver los problemas reales de las personas, escuchando y actuando con un enfoque directo y humano.
Estos son cuatro principios clave que el sentido común puede aportar a la política:
1. Pensar críticamente, más allá de las ideologías
La política no debe ser un concurso de lealtad a dogmas o ideologías. El sentido común implica evaluar cada propuesta basándose en sus resultados prácticos, no en su popularidad o en cómo suena en un discurso.
Por ejemplo, en temas como el cambio climático, un enfoque con sentido común combinaría metas ambiciosas con acciones prácticas. En lugar de solo imponer regulaciones estrictas que podrían perjudicar a los sectores más vulnerables, los líderes podrían fomentar soluciones como energías renovables accesibles, que reduzcan costos y generen empleos en comunidades desfavorecidas.
2. Resolver conflictos con diálogo y consenso
Chesterton veía el diálogo como la base para resolver conflictos. Según él, los líderes deben aprender de las comunidades locales, donde las personas negocian y buscan puntos en común para vivir en armonía.
Un ejemplo claro sería la reforma educativa. En lugar de diseñarla en despachos lejanos, el sentido común sugiere involucrar a maestros, estudiantes, padres y expertos en la discusión. Esto asegura que las políticas reflejen las necesidades reales y sean aplicables en diferentes contextos.
3. Priorizar lo esencial: Las verdaderas necesidades
“La política debe ser tan simple como las necesidades de los hombres: pan, hogar y dignidad”, decía Chesterton. Este principio subraya que la política debe enfocarse en garantizar lo básico antes de abordar cuestiones más abstractas o ambiciosas.
Por ejemplo, en lugar de invertir grandes cantidades de dinero en proyectos de lujo o infraestructura innecesaria, un líder con sentido común priorizaría la construcción de viviendas accesibles, hospitales bien equipados y escuelas de calidad para las comunidades más desfavorecidas.
4. Aprender de los errores: La humildad en el liderazgo
Chesterton consideraba que la humildad es clave en cualquier forma de liderazgo. Los líderes deben reconocer sus errores y estar dispuestos a corregir el rumbo.
Por ejemplo, si una política de seguridad no está funcionando, un líder con sentido común no insistiría en mantenerla solo por orgullo. En cambio, consultaría con expertos, escucharía a las comunidades afectadas y ajustaría las estrategias para lograr mejores resultados. Este enfoque no solo mejora la eficacia, sino que también fortalece la confianza pública.
Aplicando el sentido común en las políticas públicas
El sentido común no es solo un ideal abstracto; puede aplicarse de manera concreta en la vida política para mejorar las decisiones y su impacto. Aquí hay algunas formas en las que este enfoque puede transformar las políticas públicas:
a. Descentralización y empoderamiento local: Chesterton creía que las decisiones políticas deben tomarse lo más cerca posible de las comunidades a las que afectan. Esto significa descentralizar el poder y dar más autonomía a las localidades para gestionar sus propios asuntos.
Por ejemplo, en lugar de imponer un currículo educativo uniforme desde el nivel central, permitir que las escuelas locales adapten los contenidos a las necesidades específicas de sus estudiantes puede mejorar significativamente los resultados.
b. Transparencia y rendición de cuentas: El sentido común también exige que los líderes sean claros y honestos con sus decisiones. La transparencia no solo genera confianza, sino que asegura que las políticas se diseñen y ejecuten pensando en el bien común, no en intereses privados.
Un ejemplo sería publicar informes regulares y accesibles sobre cómo se gastan los recursos públicos. Esto no solo mejora la credibilidad de los líderes, sino que también permite a los ciudadanos monitorear y evaluar el desempeño de sus gobernantes.
c. Políticas flexibles y adaptativas: La realidad cambia constantemente, y las políticas públicas deben ser lo suficientemente flexibles como para adaptarse a nuevas circunstancias. Un enfoque de sentido común implica diseñar políticas basadas en evidencia, que puedan ajustarse según los resultados obtenidos.
Por ejemplo, en una crisis de salud pública como una pandemia, las medidas deben ajustarse a medida que surgen nuevos datos, en lugar de insistir en estrategias que no están funcionando.
Un futuro inspirado en el sentido común
La política con sentido común no es solo un sueño, es una necesidad urgente. En un mundo lleno de desafíos —como la desigualdad, el cambio climático y la desconfianza en los líderes—, el sentido común ofrece una forma práctica y ética de abordar los problemas.
Chesterton nos dejó una lección simple: la política no debe ser un espectáculo ni una lucha de egos, sino una herramienta para mejorar la vida de las personas. Priorizar el diálogo, aprender de los errores, enfocarse en lo esencial y mantenerse conectado con la realidad cotidiana puede transformar el liderazgo político y recuperar la confianza de la ciudadanía.
Imagina un liderazgo que realmente escuche, que actúe con empatía y que busque soluciones que funcionen para todos. Ese futuro no está tan lejos como parece; comienza cuando exigimos y apoyamos líderes con sentido común.
Al final del día, la política no se trata de grandes discursos o promesas vacías, sino de garantizar que cada persona tenga acceso a lo necesario para vivir con dignidad: pan, hogar y justicia. Es hora de que la política vuelva a sus raíces y, con sentido común, construyamos un mundo más justo y humano para todos.
Referencias
Chesterton, G. K. (1908). Ortodoxia. Londres: John Lane.
Chesterton, G. K. (1910). Lo que está mal en el mundo. Londres: Cassell.
Chesterton, G. K. (1910). La esfera y la cruz. Londres: Cassell and Company.
Anaya, C. Economía con sentido común e-consulta. Diciembre 12, 2024.
Anaya, C. El poder del sentido común e-consulta. Diciembre 12, 2024.
Anaya, C. Sentido común: antídoto contra estupidez colectiva e-consulta. Diciembre 05, 2024.
Anaya, C. Vivir con sentido común e-consulta. Noviembre 27, 2024.
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CEO de Servicios Geo Enlace, empresa de Internet de las cosas desde el año de 2010; y fundador de la Unión de Servicios Solidarios-Banco de Tiempo (2018). Se desempeñó como director General del Registro Nacional de Población de 2004 a 2010.