Retos de la Educación Superior

  • Fernando Santiesteban
La universidad está inmersa en un mundo que cambia constantemente y debe transformarse

Se transcribe la ponencia del autor en un evento académico universitario

 

Hace poco más de un año, respondí a la convocatoria que hizo un conjunto de entidades universitarias para participar en el evento denominado “Los Retos de la Educación Pública Superior en México, en una época de cambios”.

En esta colaboración transcribo la ponencia que envié a la mesa: Transición Intergeneracional y renovación de la Planta Académica de la Universidad. Sorprendentemente, no tuve respuesta de ningún tipo. En futuras notas comentaré al respecto.

Debo subrayar que, tanto la convocatoria como mi ponencia ocurrieron antes de la pandemia. Por consecuencia, el formato del evento tuvo que cambiar y ajustarse (como todo) a las nuevas condiciones de interacción social.

No obstante, considero que los planteamientos siguen siendo vigentes y válidos.

Ponencia: La universidad está inmersa en un mundo que cambia constantemente y debe transformarse para justificar su propia existencia. 

Su estructura, sus normas y su enfoque social, están resultando obsoletos ante los cambios en las formas de comunicación e interacción, las características de la demanda de profesionistas y, por supuesto los nuevos aspirantes son totalmente distintos a los de otros años, más independientes, más comunicados, hoy podemos googlear cualquier cosa incluso, mientras el maestro da su clase.

El activismo en redes sociales mantiene a las personas incomunicados con su entorno, sustraídos, pero al mismo tiempo, informados.

Las perspectivas y aspiraciones de los egresados de educación media superior son distintas, cada vez buscan formación en áreas que no corresponden con la oferta de programas educativos. 

El mercado laboral demanda competencias que antes no se consideraban:  Puntualidad, trabajo en equipo, creatividad, capacidad de desenvolverse en ambientes multiculturales. En general se ve cada vez menos interés en los títulos y más en las capacidades, entre tanto, seguimos premiando el trabajo individual y ofreciendo programas rígidos.

 

Los fenómenos como el de la globalización, herramientas como el internet, y las modernas aplicaciones que dominan la actividad humana de hoy, no existían cuando buena parte de la planta académica estudiábamos. Hemos tenido que aprender de nuevo mientras que los estudiantes son nativos digitales. 

 

Entre tanto, la universidad mantiene una estructura de escuelas y facultades, que no permite el aprovechamiento del enorme talento de su planta académica.

Hay que aceptarlo, hemos sigo reactivos y remediales, y nos hemos quedado cortos en las transiciones. En los noventas, se actualizó la normativa y con el FÉNIX se generaron avances importantes, pero pedimos la oportunidad de departamentalizarnos.

Lo mismo ocurrió con el proyecto Minerva, ambos propusieron cambios que, en la práctica no han funcionado al 100% y que tienen reglamentos que no pueden operar pues nos quedaríamos con la mitad de los estudiantes. 

La muy citada "formación integral" ha sido, en la práctica solo un deseo. Hemos sido extraordinariamente buenos para producir grandes proyectos, documentos bastos, mamotretos llenos de teorías, pero en la práctica, hemos cambiado para seguir igual.

El conocimiento dejó de ser fuente de poder, en la actualidad lo importante es saber qué hacer con él, cómo buscarlo, a que fuente darle confianza. 

A pesar del deseo de transformar el papel del maestro en un "facilitador" en general se sigue enseñando a la antigua, el maestro enseña y el alumno aprende.

Para aprobar las asignaturas, en general se responden cuestionarios, en cambio, en el mundo laboral lo importante es hacer las preguntas.

 

La muy escasa flexibilidad de la formación académica se basa en lo que he llamado: "el síndrome del producto terminado" en el que somos productores de profesionistas mediante una combinación exacta de asignaturas y experiencias, como una receta; no existen cursos comunes y el sistema de créditos es una traducción simple de las "horas-clase".

La flexibilidad deseada es una entelequia, en realidad solo pocos estudiantes pueden aprovechar las ventajas del modelo educativo: los de alto rendimiento.

Tal como se realiza la administración académica, un estudiante que tenga bajo rendimiento se le complica cada vez más elegir materias, horarios y maestros. 

 

Propongo estudiar la experiencia de Regionalización donde de una manera clara se presenta la departamentalización y con menos recursos se produce un impacto mayor. 

Los maestros dan clase a estudiantes de diversas carreras y los laboratorios son útiles para toda la oferta del complejo que requiera esa infraestructura.

 

 

En el marco de la autonomía debemos hacer los cambios que permitan adecuar a la institución y transitar con éxito hacia los retos del futuro 

Propongo transformar la estructura que incluya cambios en los órganos colegiados y dé más presencia a las academias.

Crear un Consejo de Educación Media Superior independiente del actual Consejo Universitario al que se debe dar una estructura con mayor funcionalidad. 

Creo conveniente revisar a los consejos por función disminuyendo la presencia estudiantil en los órganos colegiados. Es correcto que los estudiantes participen, pero no en la misma proporción de la planta académica. El tema de la paridad es, en mi opinión, popular en política pero perniciosa para la vida académica.

 

Hasta aquí la ponencia

Fernando Santiesteban Llaguno

fsanties@gmail.com

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Fernando Santiesteban

Licenciado, maestro y doctor en química, directivo en la buap desde 1994. Especialista en planeación y administración académica.