Cambio climático aumentará la migración centroamericana

  • Norma Angélica Cuéllar
6 millones de personas viven en el Corredor Seco Centroamericano

Además de las cuestiones económicas asociadas a la ausencia de cadenas productivas y desempleo, el componente que detonará mayor migración de los países del Triángulo Norte de Centroamérica (TNCA) –El Salvador, Guatemala y Honduras- es el cambio climático.

Hace algunos días, el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, publicó un artículo estremecedor, donde revela que alrededor de 6 millones de personas del TNCA viven en lo que se ha denominado ya el Corredor Seco Centroamericano, una zona de alta marginación donde los daños ambientales constituyen un irreversible factor de expulsión de personas.

El Corredor Seco abarca ya 220 municipios de los tres países, donde prevalece hambre, inseguridad alimentaria, carencia de oportunidades de empleo, especialmente para las mujeres y hombres jóvenes, además de desajustes provocados por sequías y devastación de la agricultura.

A ello se suma la caída de los precios internacionales del café, un cultivo de enorme importancia en la economía rural centroamericana, y la expansión de las economías ilegales. “Estos factores, dice Graziano,  se concentran y agudizan en el llamado Corredor Seco Centroamericano, donde, al actuar en forma simultánea, las sequías y la falta de desarrollo constituyen una tormenta perfecta con efectos devastadores sobre los medios de vida, el bienestar y las oportunidades de millones de personas”. La crisis migratoria ha hecho recordar a las autoridades y a las sociedades que en el Corredor Seco desde hace décadas subsisten territorios en condiciones inaceptables de marginación social.

Pero las declaraciones del funcionario de la FAO no son asiladas. Desde hace un lustro, decenas de investigadores y expertos han venido advirtiendo de las graves consecuencias de un cambio climático a nivel global, cuyas consecuencias aumentarán la migración forzada de cientos de miles de personas.

Un informe especial sobre cambio climático y tierra del IPCC (panel internacional de expertos que asesoran a la ONU), en el que participan 107 expertos de 52 países, determinó que en la medida que aumente el calentamiento, se incrementarán las migraciones asociadas a los factores medioambientales.

Determinaron que el cambio climático está teniendo ya impactos en la seguridad alimentaria, pues están cambiando los patrones de precipitación y aumentando la frecuencia e intensidad de fenómenos extremos que dañan los cultivos. Y las proyecciones no son buenas: Se prevé que la frecuencia e intensidad de las sequías aumenten particularmente en América,  la región mediterránea y en África meridional. Pero los impactos se pronostican para todo el planeta: en Asia y África habrá más personas sometidas a la desertización. Se prevén más incendios forestales y en los trópicos y subtrópicos caerá el rendimiento de los cultivos.

Y por si fuera poco, la crisis climática ha alcanzado tal dimensión y rapidez que ya no hay zonas que se consideren dentro de los límites manejables. En 2019, se han registrado, mes a mes, niveles máximos de temperaturas con olas de calor y sequías en muchos más sitios. Ya no será suficiente con reducir o suprimir los gases de efecto invernadero que produce el sector energético. Ahora, dicen los expertos, hacen falta transformaciones profundas en otros sectores como el de la producción de alimentos mundial y la gestión de los suelos, y también en las dietas. Necesitamos consumir menos y desperdiciar menos. Se calcula que se desperdicia el 30 por ciento de la producción de alimentos a nivel mundial.

La única solución para evitar la migración forzada, de las zonas afectadas en el TNCA es el desarrollo y la inversión en cadenas productivas que generen oportunidades económicas y, empleos. Propuestas técnicas hay muchas, pero hace falta voluntad política de los gobiernos para llevarlas a cabo.

Hace falta inversión en los más pobres, para incluirlos en los presupuestos nacionales. No en lógicas de corto plazo, sino de mediano y largo plazo que incluyan políticas públicas tendientes a cambiar las condiciones de existencia de las personas en el TNCA. Y claro, hace falta mucha participación social. Si no se concretan acciones en ese sentido, la migración no sólo no se reducirá… aumentará. El panorama no es halagüeño.

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Norma Angélica Cuéllar

Periodista egresada de la UNAM, especializada en política, derechos humanos, religión y migración, con artículos publicados en revistas y diversos medios nacionales. Doctora en Sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP.

 
 

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