Moraleja de la hormiga que se creía elefante

  • Norma Angélica Cuéllar
Trump y sus amenazas y bravatas comienzan a asustar hasta a sus propios aliados

El miedo magnifica las cosas. Nos hace ver hormigas del tamaño de elefantes. Y esa es la historia de Donald Trump y su eterno juego de amenazas, bravatas y declaraciones incendiarias que, al final, hasta sus propios aliados comenzaron a asustar. Es fácil lanzar promesas de fuego y destrucción cuando se es un populista sin escrúpulos, pero incluso en Washington algunos empiezan a notar que sus delirios pueden terminar por dinamitar la política exterior de Estados Unidos.

Trump ha soltado ideas absurdas sobre Gaza, desconcertando no solo a sus opositores, sino a su propio partido. El senador Rand Paul, republicano y uno de sus aliados, dejó claro su desconcierto: “Pensé que votamos por Estados Unidos Primero. No tenemos porqué estar contemplando otra ocupación que despilfarre nuestros impuestos y derrame la sangre de nuestros soldados”.

Sus asesores han intentado apagar el fuego. Un día después de que Trump sugiriera una reconstrucción “de clase mundial” en Gaza tras la reubicación forzada de los palestinos en países vecinos, su secretario de Estado, Marco Rubio, y su secretaria de Prensa, Karoline Leavitt, se apresuraron a corregir la narrativa. Rubio describió la propuesta como una “oferta generosa”, comparándola con la respuesta a un desastre natural. Como si la ocupación, el desplazamiento forzado y la guerra fueran simplemente un huracán que requiere limpieza y no un problema creado por la misma política que defiende Trump.

Trump, como siempre, no descartó enviar tropas estadounidenses, pero su equipo minimizó la posibilidad. Leavitt aseguró que Estados Unidos debe participar en la reconstrucción de Gaza para “garantizar la estabilidad”, pero sin soldados y sin que los contribuyentes estadounidenses paguen la factura. Un discurso vacío que no oculta el desorden y el desconcierto en la política exterior del trumpismo.

El senador demócrata Chris Coons calificó la propuesta de Trump como “ofensiva, loca, peligrosa y tonta”. Y peor aún: “corre el riesgo de que el mundo nos vea como un socio desequilibrado y poco fiable porque nuestro presidente hace propuestas absurdas”. Incluso Lindsey Graham, otro republicano alineado con Trump, rechazó la idea de una intervención estadounidense en Gaza y sugirió que la solución debería venir del mundo árabe.

Pero estas ideas no son solo de Trump. Son el resultado de una ultraderecha global que avanza sin freno, promoviendo políticas autoritarias, xenófobas y regresivas. Argentina es un claro ejemplo: en pocas semanas de gobierno, Javier Milei ha arrasado con derechos de la comunidad LGBTI+, desmantelado programas sociales y aplicado una política económica que castiga a los más vulnerables.

Trump allanó el camino para este modelo. Logró convertir el odio en un producto de consumo masivo. Su guerra contra lo que él llama “lo woke” ha sido un éxito entre sus seguidores, alimentando una batalla cultural que no solo ha dividido a Estados Unidos, sino que ha servido de inspiración para otros líderes de derecha en el mundo. Sin embargo, sus excentricidades y delirios no siempre son bien recibidos, incluso entre los suyos. No todos en su partido están dispuestos a seguirlo en cada una de sus locuras.

En sus amenazas con imponer aranceles a Canadá, provocó una respuesta nacionalista entre los canadienses. En reacción, muchos han optado por cancelar sus vacaciones en Estados Unidos y volcarse al consumo de productos locales en un claro acto de resistencia económica. Mientras tanto, el presidente de Panamá dejó claro que no permitirán que Estados Unidos use el Canal de Panamá de manera gratuita, poniendo otro obstáculo a las ambiciones de Trump.

Al final, la hormiga sigue siendo una hormiga. Y aunque grite como elefante, no deja de ser un insecto pequeño que solo puede avanzar si otros lo siguen. La pregunta es: ¿qué más sigue?

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Norma Angélica Cuéllar

Periodista egresada de la UNAM, especializada en política, derechos humanos, religión y migración, con artículos publicados en revistas y diversos medios nacionales. Doctora en Sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP.

 
 

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