La semana pasada se llevó a cabo la segunda votación en el congreso de España para lograr la investidura del candidato con mayores escaños obtenidos, Pedro Sánchez del PSOE, quien una vez más no pudo lograr los votos necesarios para comenzar su gestión.

La parálisis en el gobierno español data del 2015, donde la ceremonia de investidura no pudo contar con la mayoría, esto por la irrupción de nuevas fuerzas políticas que han hecho más imperfecto el ya imperfecto sistema bipartidista, en el que antes el ganador tenía la mayoría y no necesitaba negociar con otras fuerzas políticas.

Hoy la situación es muy diferente, las diversas ofertas políticas en España que se han presentado al votante español han pulverizado el voto duro, lo mismo pasó en la derecha que en la izquierda. Lo que antes tenía acaparado el Partido Popular ahora lo comparte con Ciudadanos; mientras que la izquierda ahora vota por el PSOE y Podemos.

La izquierda hoy tiene la oportunidad de gobernar España; sin embargo, no pueden ponerse de acuerdo entre partidos de la misma ideología.

Por una parte, el PSOE acusa a Podemos de querer tener una fuerte participación en el gobierno cuando es la cuarta fuerza política, que nunca han gobernado como para llevar las riendas de los ingresos y egresos; los acusó se querer llevar un gobierno paralelo; manifestó “Ustedes querían controlar el 100% de los ingresos y el 50% del gasto; con el 25% de los escaños querían controlar el 80% del gasto social, siendo la cuarta fuerza política”.

Mientras que Pablo Iglesias, líder de Podemos, reclamó que sin su plataforma política la izquierda no hubiera logrado obtener el número suficiente de escaños para poder lograr la investidura; que los ciudadanos españoles prefieren que el PSOE negocie con fuerzas políticas de izquierda antes que solicitar la abstención del PP y con ello lograr la investidura. En una última llamada a negociar le recordó a Pedro Sánchez que de no lograr una negociación, los españoles tendrán que salir a votar una vez más y con ello posiblemente perderían la oportunidad de gobernar a través de una coalición de fuerzas progresistas.

Aun tienen hasta el 23 de septiembre para llamar a una tercera ceremonia de investidura, en caso de no contar con los votos necesarios, tendrán que convocar a nuevas elecciones para el 10 de noviembre.

Alguno de ellos tendrá que ceder en cuanto a sus aspiraciones, deberán reconocer que se necesitan mutuamente y que no podrán lograr un gobierno de coalición sin la ayuda de la otra fuerza política. Sería un error que por egos no pudieran concretarlo y orillar a sus votantes a salir a votar nuevamente por un gobierno que tal vez en esta ocasión no los beneficie.

Independientemente de las elecciones, los diputados deberían revisar sus sistema electoral ya que en 2015 las fuerzas de derecha tampoco podían lograr un consenso para lograr la investidura de Rajoy. Las crisis deben verse como oportunidades para mejorar el sistema democrático.