Perdón...¿sin restitución?

  • Fernando Rojas Cristerna
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Habrá algunos paisanos que respondan al perdón presidencial en sentido positivo, quizás a este grupo correspondan aquellos que no fueron testigos del famoso perdón de José López Portillo, ilustre ex presidente mexicano, también priista, que nos anunció con bombo y platillo que deberíamos empezar a acostumbrarnos a administrar la abundancia, para después dejar totalmente vacías las arcas del país y heredar como recuerdo de su gestión el histórico monumento denominado como la colina del perro.

De esa época también nos queda la memoria del famoso Partenón de su jefe policiaco Arturo Durazo, amigo entrañable de su juventud, según los decires presidenciales bueno para los "trancazos", y los chistes, méritos suficientes para llegar a disfrutar de los goces del poder.

Así que la historia reciente no solo nos  trae al recuerdo esas tristes anécdotas, sino que nos confirma una vez más lo desmemoriado que somos como pueblo, y la facilidad con el que los políticos nos vuelven a engañar.

Desde luego el mundo oficial se volcará en reconocimientos a la acción presidencial, se hablará del regreso a los valores, a la valentía del ejecutivo, otros dirán que será el inicio de la nueva era que pondrá fin a la corrupción de la clase política, pretendiendo con esto  desviar la atención de los casos de los dos Duarte que huirán del país con las bolsas llenas del dinero público, llevando a la cárcel a actores secundarios para  decir que se ha hecho justicia.

Sin embargo, con esta acción,  pese a los esfuerzos de la elite política y de los cuidadores de imagen del presidente, no mejorará en nada la desacreditada gestión peñista, sino que ahora se le exigirá, desde el sector consciente de la opinión pública, la restitución de los daños provocados a diferentes actores de la escena nacional, como es el caso de la periodista Carmen Aristegui, quien junto con su equipo de periodistas revelaron la serie de corruptelas entre empresarios y funcionarios públicos en la donación-venta de la famosa casa blanca..

Concluimos en que no basta, para la mayoría de ciudadanos mexicanos, con el perdón como acto mediático, sino que este debe ser acompañado de una serie de acciones legales que dejen en claro que  lo sucedido fue resultado de conflictos de interés público, cuyas sanciones están contempladas por la ley, y que de haber sucedido en otro país pudiesen haber terminado ya con la renuncia del titular del poder ejecutivo.

Afortunadamente para la alta clase política de este país, la historia nos muestra que existe una gran desmemoria pública acerca de los actos de impunidad en que han incurrido sucesivos gobiernos, sean panistas o priistas, lo que les ha permitido hacerse dueños de las propiedades nacionales.

Así que nada trascendente sucederá, la historia no lo perdonará.

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