El regreso de las brujas
- Carlos Vázquez Parra
No sé si a ustedes les pasa lo mismo. Prenden el televisor y aunque en un inicio su mente analítica se ve adormecida por las luces y los colores, después de un momento no puede uno evitar comenzar a reflexionar sobre lo que se está viendo. Un programa de brujas, pero no de cualquier tipo de brujas, sino de unas guapas, sensuales, inteligentes y manipuladoras brujas. No sé en qué momento, la bruja pasó de ser la villana a convertirse en la figura central de nuestros programas, películas y cuentos.
Hace unos años lo vimos con el fenómeno de Harry Potter y hoy nos damos cuenta que incluso la cadena Disney viene a revivir a sus antiguas villanas, pero ahora desde una perspectiva más humana, dándoles la oportunidad de contar su historia. Ahora tenemos brujas muy atractivas como Charlize Theron, Julia Roberts o Angelina Jolie, pero, ¿Por qué se dio este cambio?, ¿Acaso las brujas ya no son tan malas?
Independientemente de la nariz ganchuda, la típica verruga y el mentón pronunciado, las brujas de hace unos años tenían características que no siempre se apegaban a lo que la mujer representaba en aquellas épocas, por ejemplo; mientras las princesas tenían una belleza casi angelical y una personalidad apegada a la moral y a las buenas costumbres, las villanas eran más sensuales, independientes y motivadas por sus intereses, metas y objetivos; eran mujeres que no estaban en búsqueda de su príncipe azul, pues tenían otras ideas en mente, como conservar su belleza, luchar por el poder o bien, el ser reconocidas como administradoras de un reino sin rey.
Visto desde esta perspectiva y a través de los ojos de la modernidad, les aseguro que muchas mujeres de hoy en día comparten la personalidad y valores de las brujas o villanas de nuestra infancia, y si quitamos toda la fantasía que se generaba en torno a ellas, podemos percatarnos que dichas mujeres simplemente se adelantaban a aquello que se consideraba valioso o bueno para una mujer de su época.
Las jóvenes de la hipermodernidad, son mujeres que se plantean metas y luchan por sus objetivos, son trabajadoras, muchas veces solteras y no necesariamente quieren tener hijos; disfrutan su sensualidad y sexualidad, no necesitando de un hombre a su lado para ser felices o sobresalir en la vida. Sin embargo, comúnmente suelen ser criticadas porque su comportamiento no se apega a las buenas costumbres o a la forma en que se comporta una “dama”, siendo presas de los rumores y señalamientos de la comunidad más costumbrista de la sociedad.
Por consiguiente, podemos decir que este súbito retorno de las brujas, no responde a ningún tema de hechicería o que se busque que los jóvenes se introduzcan a las artes oscuras, simplemente tiene relación con lo que para una mujer actual es importante en su vida. Muchas madres solteras o empresarias, pueden no sentirse identificadas con una princesa, pues saben que su vida debe ir más allá de sentarse a esperar que el príncipe las descubra. Tienen que amarrarse ellas solas la capa y salir a cazar, a acompañar a los 7 enanos a las minas y a ser ellas mismas quienes maten al dragón que se interpone entre su vida y sus sueños.
Las brujas modernas ya no siguen los patrones del ayer, no necesitan dar miedo con hechizos, gatos o cuervos, pues los hombres les temen por ser poderosas, influyentes y ganar más que ellos. Se abren camino en un mundo en el que la mujer comienza a ser el héroe de los cuentos infantiles y donde las niñas de hoy quieren ser ingenieras, abogadas y políticas y no simplemente unas princesas que se quedarán dormidas esperando el beso de un príncipe que podría nunca llegar.
Opinion para Interiores:
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Es Doctor en Estudios Humanísticos, así como Maestro en Educación y Licenciado en Psicología y Derecho. Cuenta con variados artículos académicos, así como ha participado en múltiples congresos a nivel nacional e internacional. Es autor de cinco libros originales que versan sobre temas como la elección racional, la búsqueda del amor y la modificación de las creencias. Actualmente trabaja en su sexto libro y labora como profesor investigador del área de ética del Tecnológico de Monterrey.