A Puebla pan, circo y rezago

  • Juan Manuel Aguilar

El avance en el número de poblanos que se suma a la gran mayoría de conciudadanos en el territorio estatal que hoy vive en condiciones de pobreza y marginación, es tan grave como el deterioro de los recursos naturales y la contaminación del medio ambiente. En ambos casos la corrección del problema cada día es más cara y más difícil.

Tengo la certeza que la administración estatal ha mostrado total incapacidad en la solución de este complejo escenario y que ha optado por el fácil camino de gastar hoy decenas de miles de millones de pesos anuales no sólo de los recursos públicos frescos, sino de las participaciones federales de las generaciones futuras, en beneficio político fugaz y personal del gobernante en turno, porque la línea de gasto superfluo del dinero público se mantendrá vigente.

Los indicadores sociales, económicos y ambientales para nuestra entidad federativa reflejan que las cosas no se están haciendo bien, pero parece que a nadie le importa. Las estructuras institucionales de nuestro sistema político y sus representantes, esos que tienen la fuerza política, legal y jurídica para exigir una administración en favor de las mayorías, se muestran tan serviles como asustadizos y ajenos a su compromiso con la sociedad por cuya representación cobran. Tampoco la universidad pública, que también se sostiene con el dinero del pueblo, es capaz de elevar su voz crítica, pues de mucho tiempo atrás se halla envuelta en las viciosas prácticas de la política oficial, lejos de su responsabilidad social. Es impensable que en una universidad local no se hayan dado cuenta aún del error en las políticas públicas estatales, o nacionales.

Las voces de opinión en los medios de difusión, igualmente dan la espalda a la realidad poblana; prefieren solazarse diariamente en la competencia por elaborar la mejor interpretación política sobre el lugar que tuvo la silla que ocupó el gobernador en la reunión de los 32 gobernadores con el presidente de la república y su gabinete ampliado, o sirviendo de portavoces del “Puebla Entidad Segura”, mientras les roban en el domicilio o cuando menos pierden las llantas del coche. La sociedad poblana está hoy como nunca antes, totalmente a merced de la delincuencia, pero los comunicadores locales prefieren prestarse a la perversa campaña de reproducir el engaño convertido en discurso oficial.

Son pocos los valientes investigadores poblanos que a título personal dan a conocer sus razonadas visiones sobre la ineficiencia de la administración poblana y también son muy pocos los editores de medios de información que se atreven a publicarlas.

No es secreto para nadie que en Puebla se carece de una línea de objetivos que orienten la gestión de gobierno. Sus acciones son impulsadas por la improvisación y el capricho que no han logrado avance en los indicadores socio-económico-ambientales existentes al inicio del periodo, a pesar de que Puebla ha sido privilegiada con los presupuestos federales más altos en la historia. No se conocen los alcances de la responsabilidad evadida porque se oculta la información. Vaya, ni siquiera el Periódico Oficial está al alcance libre de los ciudadanos.

La equivocada (por anacrónica) visión en la política estatal para impulsar el crecimiento económico, ha destinado la mayor parte del gasto público en iniciativas que propician el ensanchamiento de la brecha entre pobres y ricos en Puebla. Esta es una realidad que la administración no puede eludir.

En otro escenario, el avance del deterioro ambiental y los recursos naturales, que son el soporte de la economía y la calidad de vida de los poblanos, mantiene su tendencia de deterioro y agotamiento debido al abandono en que se encuentra esta área fundamental de la administración pública. La pequeña barandilla a la que fue reducida toda una secretaría, está rebasada por las expectativas de las atribuciones que la ley le establece al estado. Hoy no podría acreditar el cumplimiento parcial de un porcentaje mayor al 25% de sus obligaciones.

Los programas ambientales fueron abandonados incluyendo los que anteriormente se habían comprometido con las autoridades federales, entre los cuales están los de calidad del aire, de educación ambiental, de manejo integral de los residuos,  de ordenamiento territorial. Vaya, hasta el ECOGOB, que era  una iniciativa para llevar medir la huella ecológica del gobierno estatal y reducir su impacto ambiental, se quedó en el bote de la basura. Quizá por ello la obra pública no tiene quién frene sus severos impactos ambientales. Mañana no alcanzará ningún dinero para revertir el problema.

Y  a pesar de que mis discernimientos en estos temas son documentables, a veces siento el temor de estar equivocado, porque en los medios locales destacan el estilo de gobierno de pan y circo de quien tiene a los poblanos de la capital rezagados, humillados y atemorizados. Yo veo otro escenario. De cualquier forma, debo reconocer que tengo libertad para ejercer mi derecho a la libre expresión de ideas y la oportunidad de expresarlas por este medio. Agradezco el espacio y por supuesto su vistazo, respetable lector.

 

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Juan Manuel Aguilar

Consultor independiente e Ingeniero en Ecología. Cuenta con una maestría en Estudios Regionales de Medio Ambiente y Desarrollo, y es Doctor en Medio Ambiente y Territorio. Ha sido Presidente del Colegio de Profesionales en Medio Ambiente y Desarrollo, A.C., Secretario Ejecutivo del Consejo Estatal de Ecología del Estado de Puebla e integrante del Consejo Ciudadano de Ecología del Municipio de Puebla.