México es un país sin igual y esa singularidad la hemos vivido y sufrido los ciudadanos.
No creo que exista otro país del mundo en el que el líder del mismo llegue al absurdo de afirmar que para progresar, debemos retomar los postulados de hace 70 años.
Tampoco creo que el discurso del presidente Enrique Peña Nieto, con el que presentó en Los Pinos y luego justificó, en cadena nacional, su propuesta de reforma constitucional en materia energética.
No le creo, por la sencilla razón de que el progreso de México y el crecimiento económico dependen de muchos otros factores y no solo de cerrar la brecha de 20 a uno en el numero de pozos petroleros perforados con respecto a los Estados Unidos.
Lo que si pude comprobar, es el hecho de que se presentó una propuesta de reforma bien medida, por mucho que los panistas digan que es insuficiente y las izquierdas hablen de traición a la patria por el hecho de reformar la constitución.
La reforma está bien medida, ya que, por el momento, solo abarca el texto constitucional y abre la posibilidad de la participación de la inversión privada en la exploración y producción de petróleo, así como en la generación de electricidad.
El clima político y los acuerdos que se puedan dar con la oposición, serán los elementos que determinen el grado de apertura. Una vez retirado el candado constitucional, en las leyes secundarias se puede dar una modificación sustancial, superior incluso a lo que se ha anunciado.
Y es que en realidad, los contratos de utilidad compartida, tal y como se ha anunciado, no parecen ser ni lo que el sector energético necesita, ni mucho menos lo que los inversionistas esperaban.
Los contratos de utilidad compartida, que se encuentran implementados en cuba y Brasil, aunque en este último país se amparan bajo el mismo esquema de la producción compartida, son parte de un sistema de inversión en el cual, el Estado comparte las utilidades por la venta del petróleo con la empresa operadora, pero esta no toma posesión de la producción.
Insuficiente ya que el sector petrolero del país requiere de un cambio radical, tanto en la legislación como en las formas de operar y administrarse.
Petróleos Mexicanos, es una empresa improductiva, cara y con perspectivas poco claras respecto a su futuro. PEMEX, con el doble de trabajadores (151,022) tiene ingresos, por poco más de una cuarta parte de los de EXXON MOBIL (127 mil millones de dólares, contra 482 mil millones de dólares).
Además de ello, tiene un contrato colectivo de trabajo, que es una pesada carga para las finanzas de la empresa. Entre gobierno, vía impuestos y sindicato, vía prestaciones, han ahogado a la paraestatal, al punto de que en 2012, reporto un margen de utilidad de solo mil trescientos dólares por empleado.
Utilizar el sistema de utilidad compartida, tiene la ventaja de que el particular no tendrá la posibilidad de incrementar los costos de producción artificialmente.
En tanto no se tomen medidas para erradicar la corrupción en el gobierno y en el sistema político en general, ni la reforma energética, ni la fiscal, ni la educativa serán suficientes para enderezar el rumbo, combatir la pobreza y la desigualdad, ni fomentar el crecimiento.
Josep Ramoneda decía recientemente que “corrupción y desigualdad van de la mano, porque encuentran su caldo de cultivo en una cultura que convierte el dinero en el único criterio de comportamiento”.
“Si todo tiene un precio, el que puede pagar lo que se le antoje toma una ventaja descomunal sobre los demás y siempre encontrará gente susceptible de ser comprada”.
La solución, de ninguna manera esta en retomar postulados constitucionales que fueron convenientes hace 70 años, en condiciones políticas, sociales, económicas e internacionales muy distintas a las actuales.
Tecnológicamente se ha evolucionado al punto de que es posible ahora el pensar en explotar yacimientos en aguas profundas y el petróleo y gas de lutitas o shale oil y shale gas, ahora bien puede permitirse la inversión privada en la explotación y producción en condiciones más amplias de las planteadas, así como en refinación, petroquímica y transporte de hidrocarburos.
El inversionista necesita tener la seguridad para sus recursos, aun y cuando sea un contrato de riesgo, y eso solo se dará, si se le permite a estos incluir las reservas en sus activos, lo cual se prohíbe ahora en el artículo 60 de la Ley de Petróleos Mexicanos.
PEMEX, por su parte, debe de convertirse en una empresa pública de carácter productivo, para ello, se le debe dotar de reglas de gobierno corporativo y trasparencia operativa. No puede ser que el sindicato tenga cinco consejeros en el consejo de administración. En ninguna empresa exitosa, los trabajadores deciden sobre las políticas y estrategias empresariales. Además de absurdo, es clara la existencia de un conflicto de intereses.
Sin duda, la Reforma Energética, en lo que hace a leyes secundarias, deberá complementarse con la Reforma Fiscal. La carga impositiva del petróleo, deberá reducirse para hacer viable la existencia de los contratos de utilidad compartida y la subsistencia de PEMEX. Recordemos que la ganancia para el privado va a ser sobre la utilidad y no sobre la producción.
En el nuevo texto constitucional, (que por cierto no es “palabra por palabra” el redactado por el General Cárdenas, ya que él hablaba de no otorgar concesiones y ahora se prohíbe expedir concesiones), no se prevé una modernización ni una reforma del sector petrolero, solo se fijan ciertas pautas de lo que, en la reforma de leyes secundarias, pueden representar un verdadero parte aguas energético y económico del país o solo se quedara en una reforma chiquita, como las de Zedillo, Fox o Calderón.
Hicieron una propuesta de reforma, que es el punto medio entre los deseos de la derecha y la terquedad de la izquierda, tristemente sabemos que desde la mitad es más fácil caer que subir.
Faltó empuje, voluntad y ganas de hace una reforma como la que se necesita, y aunque Emilio Lozoya habla de los beneficios de esta, sin poder dar un dato claro y preciso de tiempos y beneficios para los mexicanos y confunde al General Lázaro Cárdenas con el Ingeniero Cárdenas, sin duda generará progreso y crecimiento, lo lamentable es que no sea el que necesitamos y si con el que nos tendremos que conformar.
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