Baile de Máscaras

  • Juan Díaz Carranza
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Atrás quedó la etapa de las simulaciones y los ocultamientos que describen los tiempos electorales. Llego la hora de dejar a un lado la promesa sin sustento, la nota cómoda y, la declaración evasiva que cubre defectos y limitaciones de los candidatos, para dar lugar a los asuntos que sobresalen a su sorprendente demagogia. Uno de los sectores laborales más olvidados en nuestro país son los jornaleros agrícolas, trabajadores del campo que desenvuelven sus tareas en medio del dolor, la precariedad y el desdén gubernamental.

Hemos pasado ya el medio año de la administración federal y tres de este pasmado gobierno estatal  y aún no hay planteamiento de algún programa diseñado para ellos.

Para los funcionarios del gobierno los pobres son sólo cifras, como remedio a la amarga realidad ellos prefieren ver la bonanza de los exitosos campos agrícolas del norte y de algunos famosos agroempresarios que exportan granos, frutas y hortalizas. No quieren reconocer que atrás de la prosperidad de unos cuantos se encuentra  la denigrante situación que padecen 2.5 millones y medio de compatriotas -jornaleros agrícolas-, incluidos los 700 mil migrantes internos provenientes de los estados más marginados de la república, entre ellos Oaxaca (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo - ENOE), que año con año son reclutados como en la época colonial, a través del sistema de “enganche”. Un sistema inhumano que funciona con métodos maquillados de la esclavitud, disfrazado por deudas, por pagos adelantados para asegurar la permanencia del peón, como en las antiguas haciendas donde los capataces se encargaban de disciplinar a los trabajadores que se esfuerzan al máximo y que son retribuidos a destajo. Atrás de las presuntuosas estadísticas de la exportación están los hombres, mujeres, jóvenes y NIÑOS que trabajan de 10 a 15 horas diarias durante los 7 días de la semana en condiciones de alto riesgo y sin la protección de la Secretaria de Trabajo ni de los Servicios de Salud. Ante ello, el gobierno mexicano desde hace más de tres décadas viene esquivando la atención a este fenómeno lacerante, ha optado por sostener este circulo perverso que legítima la injusticia frente a los más pobres. Antes el gobierno se justificaba con la implementación de políticas asistencialistas con un matiz de paliativo; pero hoy el descaro y la irresponsabilidad de las últimas administraciones panistas han llegado a niveles extremos, quedado nuestras instituciones subordinadas a los intereses de los grandes empresarios agrícolas y las trasnacionales. El gobierno renuncia a su obligación de defender los derechos laborales de los trabajadores y se muestra insensible ante estos actos atroces expresados en la explotación infantil cuando se vanagloria con una reforma laboral que legaliza en la omisión anormalidades como las extenuantes jornadas laborales, el hacinamiento de los albergues receptores y la exposición a sustancias tóxicas, entre otros.

PAISANOS. A efecto de comprender mejor las circunstancias por las que atraviesan los migrantes jornaleros oaxaqueños –en su mayoría indígenas- tenemos que evaluarlo desde una perspectiva multifactorial: son habitantes de comunidades con los índices más bajos de desarrollo humano en donde no hay oportunidades de empleo, sitiados por nuestra baja producción agrícola, en medio de conflictos agrarios que en ocasiones se expresa con la violencia comunitaria y agravado por la debilidad institucional de nuestros gobiernos locales. Lo anterior, se compone como un elemento que detona ante la fuerte demanda de los contratistas y grandes productores que requieren de trabajadores temporales, pero eso sí, sin regulación laboral de por medio. Estas condiciones que viven miles de paisanos lo experimentan en compañía de sus numerosas familias con las que viajan, abandonando sus comunidades de origen, en su mayoría por periodos de 6 meses en los estados del norte que se caracterizan por su agricultura de exportación. Desafortunadamente la inexistencia de políticas públicas en materia de desarrollo social acrecientan las malas condiciones de nuestros paisanos que no cuentan con educación, seguridad social, ni regulación laboral.

CRUELDADES. La precarización laboral esta ligada a la explotación del trabajo infantil en la agricultura. Atizado por la omisión del Estado que no sólo esquiva su responsabilidad, sino que termina por convalidar los abusos de algunos empleadores, quienes para eludir su responsabilidad argumentan que ellos se están adaptando a los usos y costumbres de los propios jornaleros que exigen la contratación de sus hijos. Esta argucia es una verdad hipócrita, porque la verdadera solución para los infantes jornaleros estaría en pagar un  salario digno y suficiente que le permita al jefe de familia, alimentar, vestir y otorgar educación a sus hijos. Lo más lamentable es que la familia agrícola queda inmersa en este circulo de necesidades elementales que lo acorrala a aceptar esta brutalidad al verse beneficiados del salario que recibe el menor.

Los niños migrantes mexicanos no pueden ni siquiera recibir la educación básica porque no se han trazado los aspectos técnicos que permitan que nuestro sistema educativo sea el que siga al estudiante migrante, y no al revés. Sino se erradica el trabajo infantil estaremos legitimando la violación a los derechos de nuestros niños, condenando a que nuestra población viva en condiciones de miseria y pauperización de manera permanente.

No debemos sostener esta escena canalla de desvaríos y manipulaciones, este baile de máscaras que los esconde para sacar ventaja de las adversidades propias de sus responsabilidades. Porque mientras la política de desarrollo nacional este centrada en controlar la inflación y el déficit público; mientras se sostenga el régimen de excepciones y el trato preferente a quienes más tienen; mientras el gasto público corriente sirva de caja chica de los gobiernos (federal, estatal y municipal) y no actúen con criterio de austeridad; mientras el presupuesto nacional se elabore con criterios egoístas y cortoplacistas sacrificando al México rural y; mientras las prioridades sean otras y no los derechos sociales como los jornaleros agrícolas, México no podrá salir del pantano de la pobreza que abona al recrudecimiento de la violencia.

juandiazcarranza@hotmail.com

Twitter: @juandiazcarr

Abogado, economista y periodista.

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