Conciencia

  • Juan Díaz Carranza
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Estoy convencido que entre mayor es el grado de conciencia, mayor también es tu preocupación. El ambiente nacional se encuentra enrarecido entre el entreguismo y el abandono, los legisladores están urdiendo cómo sacar adelante la reforma energética sin el consenso y la consulta que amerita. Desde afuera de nuestro país, se aguarda con ansia lo que será la última pincelada de la política de libre mercado que ha prevalecido en nuestro país.

Nadie niega que el contexto mundial es de alta modernización tecnológica y administrativa, y que implica aumentar la productividad y competitividad de nuestra principal industria: la petrolera. Sin embrago, la propuesta oficial obvió temas fundamentales. Ni la ordeña que sufre al aportar el 52% de sus ingresos en impuestos, ni tampoco el desaseo administrativo que reexhibe con la corrupción impune y el terrible daño que le causa su sindicato. La premisa fue legalizar la discrecionalidad y favorecer la participación del capital privado en nuestros energéticos.

Los acuerdos políticos iniciales –léase Pacto por México- no sirvieron para allanarle el camino a esta reforma. Ese mismo instrumento de concertacesión política describía otro tipo de trato a Pemex, por eso se tuvo que dar como moneda de cambio la reforma política que el PAN y el PRD querían, reforma express que terminó siendo un retroceso para nuestra incipiente democracia: el único beneficiario es la clase política, particularmente las burocracias partidarias quienes amplían sus privilegios. Con ello, el trueque quedó consumado y les llego el momento de sacar la reforma energética a como de lugar. Se prevé que se procesará en escasas horas. Apenas en la madrugada del pasado domingo se inició formalmente la revisión apresurada de una iniciativa que contiene 296 cuartillas y que pretende reformar tres artículos constitucionales (25, 27 y 28) además de incluir 21 artículos transitorios que delinearán la legislación secundaria. Sin duda, el sigilo y la prisa despiertan la suspicacia popular y sustentan las protestas callejeras. Adicional a lo anterior, ha trascendido que la instrucción oficial es que en unas cuantas horas se revise, se discuta poco y se vote rápido, apoyados en la mayoría que conforma PRI y PAN. El plan es que la reforma más importante de nuestra Nación se apruebe de inmediato antes de que se frustre o se encuentren mayores omisiones. Cito tres:

1)   Es evidente que el gobierno mexicano no pudo convencer de las supuestas bondades de su iniciativa. Tal vez porque hay paralelismos inquietantes como el que nos compartió Enrique Calderón hace unos días en una carta abierta dirigida al presidente Peña Nieto. En ella le hace un exhorto a la reflexión apoyado en el caso iraní. Rememora que en la década de los 50s ´y los 60s´ el príncipe heredero del trono, Mohammed Shah Reza, fue víctima de acoso político y presiones norteamericanas. Cabilderos y negociadores de la CIA intentaron convencerlo de que firmara una concesión para explotar el petróleo del subsuelo de Irán y, a cambio, empresas constructoras americanas iban a modernizar su país. El ofrecimiento fue que Teherán sería más moderna y esplendorosa que la ciudad de Nueva York. Pero al ver que no tuvo éxito esta trampa, en otro tono, con amenazas y ataques, el presidente Eisenhower ordenó atentados en contra de ese país hasta desestabilizar y derrocar al presidente Shah Reza.

Para el 19 de agosto de 1953 ya habían alcanzado su objetivo, e instalaron un gobierno a modo que les permitió explotar sin límite las reservas petroleras más grandes del mundo los 25 años siguientes. Hasta que un líder religioso orquestó un levantamiento armado para deponer ese régimen corrupto y entreguista, con violencia y muertes pudieron detener el saqueo americano clausurando los pozos petroleros. Evidentemente, México no es parte de otro planeta ni inmune a estos factores. De consumarse esta reforma, sólo se podrá echar abajo como lo hicieron los iraníes, con un movimiento violento marcado por la muerte de miles y con daños patrimoniales irreparables.

2)   Es de dominio público que esta reforma viene cocinándose desde hace varios meses. Sin embargo, omitieron esperar el efecto y alcance de las reformas que se han promovido, asimismo, de valorar el momento político y económico más adecuado para impulsarla. De ahí viene que la estrategia se ciña en esconder para abreviar. Esconder que CFE y Pemex dejarán de ser organismos descentralizados y se convertirán en empresas productivas del Estado, abreviando tiempos para que compitan en menos de 60 días naturales con las trasnacionales extranjeras (artículo 25). Esconder que la explotación y la extracción de hidrocarburos podrán realizarla ahora las “empresas productivas del Estado” mediante la asignación vía contratos a los particulares (artículo 27), reduciendo el rol de participación de nuestra industria petrolera. Se esconde que la contraprestación por los contratos a las compañías extranjeras (el pago), será en efectivo como porcentaje de utilidad, o incluso, hasta con el crudo.

3)   No podemos soslayar nuestros antecedentes. Hace 20 años el país ya experimentó la respuesta de los segmentos más castigados de nuestra población ante la afectación que representaría para el agro mexicano la entrada en vigor del TLC. La rebelión indígena que protagonizó el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) puso en jaque los postulados del capitalismo internacional. Hoy la situación no es muy lejana a entonces, con el agravante de que el país se halla en un momento más delicado. No es un asunto menor el deterioro en el nivel de vida de millones de mexicanos; el nulo crecimiento de nuestra economía; la violencia criminal que impone sus condiciones y jerarquía ante el gobierno mexicano; la corrupción y la impunidad desenfrenada que se ha metido en casi todos los espacios de la vida pública y; la existencia de un crisol de grupos sociales que se manifiestan y que hoy esta reforma puede desbaratar la quebradiza estabilidad nacional.

Todos estos elementos, y otros más, debieran conducir a rectificar el planteamiento original y valorar el impacto de esta decisión. Pero sabemos que para los legisladores (PRI y PAN) la decisión está tomada, y que sólo cuentan las horas para su consumación. No obstante, todavía conservo optimismo de que las protestas y la movilización traerán algún efecto.

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