Exageran los que presurosamente afirman que el empate de este martes ante Brasil en el Mundial de fútbol tuvo sabor a victoria.
Nada de eso.
Dice el diccionario que empate es la obtención del mismo número de puntos o de votos por parte de dos contrincantes.
Y así fue: equidad de puntos en la tabla de posiciones y de votos concedidos por los que vimos la contienda.
Aun así, sin ser tan rigoristas, la igualada le otorga al equipo azteca un “mérito moral”, si consideramos que los verde-amarela jugaban en casa, con el aliento mayoritario de su público y en “su” campeonato mundial, factores que sumados a su incuestionable prestigio futbolero, los sitúan como el viable favorito para el título continental.
Al equipo del “Piojo” Herrera se le agradece jugar sin recato y sin hacerse menos a las circunstancias. Atrás quedó, definitivamente, la figura del “ratoncito verde” que prevaleció durante décadas, porque solía achicarse a la primera embestida y no soportaba ninguna adversidad.
Tras un inicio incierto, incluso nervioso, los mexicanos desplegaron el fútbol que saben hacer, acometieron varias veces e incluso por periodos del partido llegaron a mostrar superioridad.
Esta vez me quedo con la agigantada actuación de Memo Ochoa, cuya atingencia, ubicación y reflejos le acreditan posibilidades para un pronto tránsito a un equipo estelar. Lo merece.
Difícil mencionar otra destacada actuación de alguien más del equipo nacional porque lució el conjunto, la consistencia de un grupo muy disciplinado que si acaso debe adiestrarse más en cómo no perder el balón, situación que lo disminuye y que lo pone en frecuente e innecesario riesgo.
En suma: juego intenso, aproximaciones de ambos bandos, muchas faltas por la misma rispidez de la contienda y al final, buen empate porque suma y deja abierta la posibilidad de la calificación a la siguiente ronda.
Habrá que esperar ahora el duelo entre los ya vencidos Camerún y Croacia y después rematar ante los exyugoslavos, que no son un flan.
Vamos bien.
Parquímetros, necesarios
Si bien el fútbol nos tiene distraídos, hay otros temas en la aldea poblana que durante los días recientes han merecido especial atención.
Entre ellos, la decisión del Ayuntamiento poblano de instalar parquímetros en distintas zonas de la ciudad, lo que ha generado, es natural, reacciones de distinto índole.
Según estudios de opinión, incluyendo el promovido por la propia autoridad municipal, hay equidad entre quienes están a favor de la medida y aquellos que la reprueban.
Entre ambos bandos, debe decirse, hay opiniones de buena fe y con argumentos que deberían ponderarse, pero también otras francamente fuera de sentido.
Dejo claro que todas las posturas son respetables, aun considerando que quienes enarbolan posiciones contrarias no han podido sustentar todavía sus razones de manera categórica.
Los opositores, si acaso, señalan que la medida resultaría gravosa para los usuarios y que además parece no haber garantías que ello pudiera contribuir a mejorar la seguridad de la zona.
Quedan dudas también respecto a qué instancia le corresponderá aplicar las eventuales multas para quienes transgredan las normas que se aplicarán, ya que en su caso sólo puede hacerlo una autoridad; cuál será la tarifa por el servicio; en qué se destinarán los recursos que se obtengan y, concretamente, en qué se beneficiarán los vecinos de las colonias involucradas.
Lo único cierto hasta ahora es que la decisión es irreversible y que, previa licitación, en octubre de este mismo año estará operando este nuevo sistema que le han denominado “estacionamiento digital”, con 1,400 cajones ubicados en un sector de 60 manzanas de las colonias Huexotitla y Gabriel Pastor.
A reserva de que avance el proceso, hasta su culminación por parte del Cabildo, y que se conozcan más detalles, creo que la propuesta del ayuntamiento poblano es acertada y con el tiempo irá mostrando sus bondades, al grado que se hará lo mismo en otros puntos de la capital poblana.
Por lo pronto, si acaso habría que diseñar una buena estrategia de comunicación para evitar versiones alarmistas, que por cierto ya circulan en diversos sectores sociales.
Al oído
Causó sorpresa, por inesperada, la dimisión de Blanca Lilia Ibarra a la Comisión para el Acceso a la Información Pública (CAIP).
Oficialmente, se dijo que había argumentado su renuncia a “razones personales” y a eso nos atenemos.
Blanca Lilia tenía asegurada su posición en el organismo por seis meses más, y recientemente había intentado acceder, sin éxito, al Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI).
Vale decir que durante su gestión, Blanca Lilia mantuvo una postura crítica e independiente, lo que le propició varios raspones, presiones y cuestionamientos externos.
Lo cierto es que Blanca Lilia sale por la puerta grande y con la conciencia tranquila, lo cual en estos tiempos es mucho decir.
Estoy en Facebook y mi Twitter es @FelipeFloresNu
Opinion para Interiores:
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Con una trayectoria de 40 años en medios de comunicación, ha sido reportero y Director de Comunicación Social de la Confederación Deportiva Mexicana, H. Ayuntamiento de Puebla, H. Congreso del Estado de Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Gobierno del Estado de Puebla y Universidad de las Américas-Puebla; en ésta última fue docente durante 16 años. Actualmente es Director General de la Agencia Doble Efe, Comunicación Integral, que ofrece servicios de publicidad, redes sociales y de asesoría en medios.