¿Qué me dicen mis estudiantes?

  • María José Zapata Moreno Valle
El docente haría mejor en ser un aliado de sus estudiantes. Se vive para buscar ser felices.

Como docentes convivimos diariamente con un grupo de estudiantes por un tiempo prolongado; sin embargo, ¿realmente conocemos a cada uno de los alumnos a los que les enseñamos?. Ante la interrogante anterior, muchos docentes podrían responder de forma afirmativa, creyendo que saben suficiente al conocer el nombre del niño y algunos aspectos superficiales, empero, conocer al alumno no debería limitarse únicamente a esto, sino a saber escuchar lo que nos dice.

 

Asimismo, es pertinente resaltar el hecho de que cada uno de nuestros estudiantes nos transmiten un mensaje que no necesariamente se emite de forma verbal, sino a través de una serie de acciones que necesitan ser observadas para poder entender realmente el por qué de su comportamiento; dichos mensajes, usualmente pueden ser observados cuando un alumno presenta dificultades académicas/comportamentales, o se muestra renuente ante determinadas situaciones en el aula, por lo que es necesario que el maestro evite reaccionar de forma inflexible y, en su lugar, haga un esfuerzo por ponerse en los zapatos del estudiante e intentar entender qué es lo que éste quiere transmitir a través de estas situaciones.

 

De la misma forma, algunos docentes caen (consciente o inconscientemente) en el error de etiquetar a los alumnos de acuerdo a su desempeño académico y conductual, diciendo o pensando que cierto alumno “no sirve para estudiar” o “no nació para determinada materia”; sin embargo, es importante hacer conciencia y reconocer que NO existe alumno que carezca de habilidades o que no sea “apto”, sino que en la mayoría de los casos, se debe a maestros que no han sabido encausar y utilizar dichas dificultades como oportunidades de crecimiento y mejora. Asimismo, es pertinente eliminar las etiquetas y críticas hacia el alumno, así como darse cuenta que el tener una actitud inflexible y prejuiciosa es un  factor que elimina en el alumno el gusto por aprender y fomentan en éste sentimientos de frustración y aberración hacia lo relacionado con la escuela.

 

Por otra parte, como docentes, hay que recordar que todos fuimos alumnos alguna vez en nuestra vida, por lo que deberíamos evitar repetir aquellas actitudes que no fueron agradables para nosotros cuando estábamos en el lugar de nuestros estudiantes. Es conveniente que se elimine el tabú en donde el maestro se encuentra “al otro lado de la trinchera”  y la escuela es un sacrificio en la cual se olvida aprender las cosas que realmente valen la pena en la vida (más allá de lo relacionado a lo curricular); además, sería recomendable que se tuviera como objetivo formar a grandes seres humanos, en vez de poner tanto énfasis en la obediencia y la perfección, dado que es más importante tener un alumno feliz (que tendrá un buen aprovechamiento al sentirse cómodo), que un estudiante frustrado y reprimido por no ser orientado correctamente.

 

Finalmente, ante lo mencionado previamente, se puede concluir que es fundamental que el docente funja como aliado del alumno, por lo que se requiere no sólo escuchar más allá de lo evidente, sino que también  es necesario evitar seguir fomentando una cultura en donde solo se estudia por una nota o por presión de los padres y no por un genuino interés que ha sido propiciado por un maestro que brinda las herramientas necesarias para que las dificultades de los estudiantes sean vistas como oportunidades de crecimiento y no como obstáculos. Asimismo, es importante darnos cuenta del poder que tiene un docente en sus manos, dado que éste puede potencializar las capacidades de un alumno, o limitarlo y hacerlo sentir poco capaz (cuando no es así).

 

No olvidemos que enseñando se pueden aprender muchas más cosas de las que se pueden transmitir a los alumnos, dado que nuestros estudiantes siempre serán nuestros mejores maestros, sólo hay que saber escuchar (en las acciones, más que en las palabras) y nos podremos dar cuenta de todas las formas en las que es posible crecer y mejorar como docentes.

Opinion para Interiores: 

Anteriores

María José Zapata Moreno Valle

Licenciada en Psicología, Máster en Pedagogía y Educación Especial. 

Docente de primaria, forma parte del departamento de Inclusión en el Colegio Humboldt; se ha desempeñado como terapeuta infantil.