Como si nada hubiera pasado

  • María José Zapata Moreno Valle
El regreso a las aulas debe de ser tomado con mayor precisión y seriedad

A un año del inicio de la pandemia y de la implementación de las clases en línea, tanto docentes como alumnos, nos hemos adaptado y acostumbrado a esta nueva realidad, en donde al enfrentar diversos obstáculos también aprendimos varios aspectos provechosos como lo es el empleo de la tecnología como aliado educativo; no obstante, el contacto y la presencialidad, continúan siendo factores que se echan de menos y que en algunos casos han repercutido también en el aprendizaje de ciertos estudiantes. Es debido a ello, así como a la presión económica y social, que el gobierno ha tomado en consideración el acelerar el retorno a las aulas. Sin embargo, esta no debería ser una decisión que se tome a la ligera, no sólo porque el bienestar del alumnado y docentes se encuentra en juego, sino porque de ello depende el futuro académico de muchos estudiantes.

 

Se ha escuchado en contadas ocasiones que tanto las escuelas como la pandemia se encuentran en “condiciones” para un regreso a clases “lo más pronto posible” y cuando el semáforo lo permita; no obstante, es evidente que la situación de la pandemia está lejos de terminar y que también muchas escuelas (principalmente las del sector público) no se encuentran preparadas para este nuevo reto que será el reabrir los planteles educativos. En primera instancia, esto se debe a la falta de infraestructura, insumos, materiales didácticos y capacitación docente en la mayoría de las escuelas públicas, lo cual demuestra lo poco que el gobierno ha invertido en la educación a lo largo de los años en donde muchas escuelas carecen de agua/luz o el espacio suficiente para mantener las medidas básicas de higiene como el lavado de manos y la sana distancia; en segundo lugar, se encuentra la contanste interrogante acerca de la seguridad sanitaria que tanto el alumnado como la plantilla educativa tendrá ¿realmente se vacunará a TODO el personal docente antes de su regreso? ¿cuáles serán las condiciones que garantizarán la seguridad de los estudiantes, profesores y sus familias?.

 

Por otra parte, además de considerar todos aquellos factores que permitan la continuidad de la salud, es necesario pensar seriamente en el nuevo modelo educativo que se debe de ofrecer a esta generación que en su mayoría ha adoptado la tecnología como un medio para el aprendizaje. Con ello, al mencionar un nuevo modelo educativo, no me refiero al popular y actualmente sonado modelo híbrido que se pretende utilizar como solución momentánea y posiblemente superficial ante la notoria crisis educativa que se ha estado arrastrado desde tiempo atrás, sino a un nuevo sistema en donde:

  • Se consideren las habilidades tecnológicas que muchos alumnos han adquirido tras la pandemia.
  • El currículo sea pertinente y centrado en el desarrollo de alumnos críticos cuyos aprendizajes han sido obtenidos por medio de experiencias significativas y adecuadas a su entorno.
  • Sean incorporados mecanismos de apoyo para aquellos alumnos que tengan rezago educativo.
  • La tecnología sea un recurso para el aprendizaje y no solo un medio para ver y mantener contacto con el otro.
  • Los docentes tengan una carga laboral justa, para que puedan centrarse en lo que realmente importa: los alumnos.

 

Pareciera que para muchos el regreso a las aulas es algo se puede hacer de forma tan sencilla como si se estuviera retomando  lo que quedó  en “pausa” al inicio de la pandemia, fingiendo que nada pasó durante todo este tiempo en el que los alumnos tuvieron que apreder desde casa y como si éstos no hubieran adquirido con ello nuevas destrezas y otras necesidades educativas. Adicional a ello, el hecho de creer que volver a las clases presenciales es una solución para la deserción escolar, comprueba que las autoridades encargadas de tomar dichas decisiones están nulamente familiarizadas con la situación que viven los estudiantes en donde el sistema educativo no atiende a sus necesidades ni promueve el desarrollo de habilidades que realmente se requieren para la vida; un ejemplo de ello, es el programa “Aprende en casa” que lejos de ser una alternativa educativa, resultó ser un medio que puso en evidencia las carencias del propio sistema educativo.

 

Si bien hay diversos debates sobre los beneficios y prejuicios de la educación a distancia, también se debería considerar y tomar con seriedad la reapertura de las escuelas. El hecho de prometer que se tienen las condiciones apropiadas sin aclarar cuáles son éstas, denota las ambigüedades con las que siempre se ha manejado la educación en nuestro país.

Opinion para Interiores: 

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María José Zapata Moreno Valle

Licenciada en Psicología, Máster en Pedagogía y Educación Especial. 

Docente de primaria, forma parte del departamento de Inclusión en el Colegio Humboldt; se ha desempeñado como terapeuta infantil.