El fandango jarocho

  • Luisa Martínez Baxin
Versos y un ritmo de zapateado que dan renombre al estado de Veracruz y lo identifica

El siguiente texto estará dedicado al fandango jarocho. No es precisamente un recorrido por la historia de este arte, sino más bien, mostrar las características que lo componen, breves antecedentes, así como su relevancia como parte de la cultura veracruzana. Es de mencionarse que el fandango es un acontecimiento que otorga a Veracruz un carácter nacional e internacional, dándolo a conocer como un estado alegre, carismático que gusta por preservar sus tradiciones y costumbres. ¿Qué se conoce por fandango “jarocho”?

Es una fiesta popular que reúne música, versos y baile, generalmente se celebra en alguna fecha importante del santoral local, de un cumpleaños, en las llamadas pascuas o los velorios. Por ejemplo, al anochecer, alrededor de una tarima, se encuentran las parejas, solteros, casados, adolescentes y niños aprenden de forma rítmica, musical y lírica dicho acontecimiento. Un evento que permite sacar lo tedioso que puede llegar a ser el trabajo y el diario vivir.

El término fandango posee múltiples acepciones que varían según la región en el que se enuncia. Para Antonio García de León, la palabra deriva del kimbudu fand, que significa fiesta o convite, al que se le agregó el sufijo hispano “ango”. El son jarocho se toca en una amplia región del estado de Veracruz, abarca la zona del puerto y sus alrededores, la Cuenca del Papaloapan, la región de los Tuxtlas, Coatzacoalcos y Minatitlán, se ubica tradicionalmente en la región de la llanura costera del centro-sur del estado de Veracruz, en la parte central del Golfo de México.

Las actividades formales que se dan cita en un fandango tienen dos ejes centrales: uno es la interpretación musical de los así llamados sones, o golpes, acompañados de lenguaje poético rimado y casi siempre, cantado de los versadores; el otro eje es el baile zapateado. El baile lo ejecutan predominantemente las mujeres, aunque la danza de pareja también se acepta; el fandango en este sentido tiene sus categorías particulares. Un buen instrumentista, un buen versador y una buena bailadora convergen en un escenario de armonía musical, entorno natural, cultural que manifiesta la destreza de los participantes.

Lo que llamamos fandango veracruzano o “jarocho”, tiene remotos orígenes indígenas, negros e hispanos. Los antepasados africanos también están presentes en ciertos sones, asuntos musicales, y coreográfico cercanos al fandango. Desde el nombre mismo de La Bamba hasta las antifonías de La Iguana; pero sobre todo en los “ritmos cruzados” y en aquella dimensión mágico-ritual.

El caudal medular del fandango es el andaluz, a su vez compuesto por un estrecho vínculo entre lo moro y lo castellano, el componente hispano del fandango jarocho es determinante. Su lenguaje por lo general es el español, su coreografía es muy similar a la de ciertos bailes peninsulares de los siglos XVII y XVIII, sus formas musicales y literarias pueden rastrearse hasta por lo menos, la baja Edad Media. El uso del canto en controversia, la mayoría de las formas con que se hace el repertorio coplero (la décima, la cuarteta, la sextilla etc.) el baile de pareja suelta, los instrumentos musicales predominantes, e incluso algunas reglas coreográficas y líricas, todas son parientes casi consanguíneas de la fiesta andaluza y su derivación en las Islas Canarias.

Los fandangos en la Nueva España vivieron su edad de oro en el siglo XVIII y en el México independiente del siglo XIX. En el caso particular del fandango jarocho, este tuvo su auge durante la segunda mitad del siglo XIX, debido a la prosperidad económica experimentada en las tierras bajas del Sotavento veracruzano, particularmente a orillas del río Papaloapan, centro del comercio fluvial.

Los fandangos jarochos suelen variar según las particularidades de cada microrregión. Las diferencias de estilo responden a cuestiones de uso y costumbre en cada localidad. Hoy en día no tienen la misma repercusión de antes, la música y baile actual ha influido en el gusto de las nuevas generaciones. sin embargo, aun podemos observar en ciertos eventos la alegría de las personas, cantando versos que los lleva a imaginar una vida de felicidad, de disfrute, de gozo, a un ritmo de zapateado donde se refleja el vestuario de las mujeres, los adornos en el cabello, los hombres portando un sombrero que acompaña ese escenario musical.

Referencias
Ali Velázquez Melba. (2019). El fandango jarocho y el Movimiento Jaranero: un recorrido histórico. Revista de Cultura y comunicación, número.10, año 6. Universidad Veracruzana, pp.1-27
Pérez Monfort Ricardo. (1994). El fandango Jarocho en Estampas de Nacionalismo Popular Mexicano. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, pp.31-34

 

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Luisa Martínez Baxin
Historiadora y maestra en Estudios Históricos por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Puebla), originaria de San Andrés Tuxtla, Veracruz.  Ha realizado trabajo de campo e investigación con relación a la Historia de la Educación.