La desigualdad pega más en Navidad

  • Stefania Tapia Marchina
Desigualdad económica, pobreza y el sueño de la movilidad social en México

Diciembre puede ser una época maravillosa o una temporada de puras preocupaciones económicas. En un país donde el 20 por ciento más rico concentra casi la mitad del ingreso nacional (1) y sólo el 27 por ciento de la población se considera no pobre y no vulnerable (1), la desigualdad económica pinta un panorama que dificulta acceder a esa “Navidad Coca-Cola” que soñamos las familias mexicanas.

El peso de la desigualdad en México
Nuestro país se encuentra entre las naciones con mayores niveles de desigualdad en América Latina, con un coeficiente de Gini del 45.4 –entre más cercano al 100, más desigual el país-, con más de un tercio de su población viviendo en pobreza, con estados como Chiapas, Guerrero y Oaxaca en donde esta tasa oscila entre el 58 y el 67 por ciento (2).

Pero la desigualdad va más allá de la pobreza o la distribución del ingreso, está íntimamente enlazada al acceso a servicios públicos de calidad como la salud, la seguridad social, la educación y servicios básicos que otorgan un piso mínimo para que todos y todas tengamos acceso a oportunidades que nos permitan mejorar nuestra calidad de vida. 

De acuerdo con la medición de la pobreza del CONEVAL realizada en 2022, las principales carencias de las y los mexicanos son en seguridad social, salud y educación; indicadores que están directamente enlazados con la calidad del empleo al que se tiene acceso, así como a la inversión pública en estos servicios.

Estas barreras estructurales inciden en la capacidad de las y los mexicanos para cambiar sus condiciones de vida que tienden a estar marcadas por factores que reproducen las desigualdades de manera generacional, como el lugar de origen – rural / urbano -, el estatus económico de la familia e incluso el color de piel (4).

El sueño de la movilidad social

La movilidad social es la transición de individuos de una posición social o económica a otra, la transición de pobre a clase media y a rico – y viceversa -, la idea detrás de este concepto es que las personas obtendremos oportunidades en función a nuestros esfuerzos y talentos (4). Sin embargo, estudios han demostrado que esto es más una generalización de historias de éxito que la realidad de la mayoría de las personas en México (3)(4).

Aunque cuando se encuesta a las y los mexicanos, perciben que existe cierta movilidad para un porcentaje importante de personas, los datos nos cuentan otra historia. Solo el 2.6 por ciento de quienes nacen en el quintil más pobre logran ascender al quintil más rico, y las probabilidades de que alguien del quintil más alto caiga al más bajo son igualmente mínimas, con un 2 por ciento (3).

Los hallazgos indican que en México hay un patrón de movilidad socioeconómica de desigualdad de oportunidades, en donde la probabilidad de ascenso a otro estrato socioeconómico es muy bajo, incluso cuando se alcanza un mayor crecimiento económico en el país y las personas acceden a mayores grados de estudio. Las recompensas de esos esfuerzos no son iguales para todas y todos, sino que dependen de múltiples factores como el lugar de origen y el nivel de ingresos de sus familias (4).

A mayor distribución mayor igualdad

Parece que año con año nada cambia en nuestro país. La pobreza y la desigualdad siguen siendo temas de qué hablar, sin embargo, las políticas públicas pueden tener un efecto transformador en las barreras estructurales que limitan la movilidad social y evitan que estos indicadores cambien con el tiempo.

Así como los programas sociales y el aumento del salario mínimo tuvieron una incidencia importante en la reducción de la pobreza, pasando del 42 por ciento en 2018 al 36 por ciento en 2022 (1)(2), existen políticas públicas con el potencial de cambiar las vidas de las y los mexicanos. 

Una reforma fiscal progresiva que haga que quienes más tienen contribuyan más, junto con un gasto público bien dirigido hacia universalizar el acceso a la seguridad social, la salud y la educación superior; en conjunto con una política industrial que promueva no sólo la inversión, sino la generación amplia de empleos formales y bien pagados pueden hacer una gran diferencia en pocos años.

Este 25 de diciembre ha servido de pretexto para recordar que no todas las familias pasan felices navidades, que justo en esta temporada es cuando más pesa la desigualdad y sobre todo, que no es cuestión de echarle ganas, sino que México puede cambiar con herramientas de política pública que busquen facilitar oportunidades para que los esfuerzos y talentos encuentren lo que necesitan para transformar sus vidas.

Referencias
(1) CONEVAL. (2022). Resultados de pobreza en México
(2) Statista. (2024). Poverty and inequality in Mexico – Statistics and Facts
(3) Campos Vazquez, R., Krozer, A., Ramírez Álvarez, A., de la Torre, R., Vélez Grajales, R. (2020). Perceptions of Inequality and Social Mobility in Mexico. Agencia Francesa de Desarrollo, Unión Europea.
(4) Castañeda Valencia, A.M. (2024). La brecha del éxito: desigualdad de oportunidades y movilidad socioeconómica en México. Revista de economía41(103), 29-68. Epub 31 de octubre de 2024.
 

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Stefania Tapia Marchina

Doctora en Estudios del Desarrollo Global, es  especialista en temas de género, desigualdades, economía y políticas públicas. Además de académica, es consultora para organismos internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y cuenta con amplia experiencia en el diseño e implementación de programas sociales.