Un proyecto humanitario

  • Antonio Madrid
Una noche de diciembre, varias personas se apiñaban bajo un tinglado, buscando huir del frío…

Fue una noche de diciembre cuando circunstancialmente pasé por esa zona. El cuadro era deprimente. Varias personas se apiñaban bajo un tinglado, en pequeños grupos. Algunos en solitario, luchaban con lo que podían para protegerse del intenso frio invernal. La escena se desarrollaba frente al Hospital General de Huauchinango.

Tiempo después un tema familiar me hizo acudir a este hospital. Y entonces pude sentir aún más de cerca el sufrimiento de estas personas, pues el personal del nosocomio no permitía que, en la sala de espera, ni en ningún espacio dentro del mismo, hubiese familiares de los enfermos, salvo una persona.

Se entiende que un hospital no puede estar saturado de visitantes. Pero quizá nadie se ponía en los zapatos de la gente que llega de fuera, de las comunidades rurales y no tiene donde pernoctar. Si a duras penas tienen para el medicamento de su paciente, mucho menos tendrían para un cuarto de hotel, sobre todo si la hospitalización es larga. Luego entonces se apiñaban en donde podían para pasar las noches, las largas noches en espera de que les avisaran que su paciente estaba dado de alta, en el mejor de los casos o que su paciente había fallecido o que había que trasladarlo hacia otro nosocomio.

Agregue el dolor y la preocupación de tener a un familiar enfermo, a tener que medio dormir y medio comer.

Pero fue este pasado 8 de noviembre cuando se anunció que se inauguraría un albergue. La noticia no pudo ser mejor y fue el alcalde Rogelio López Angulo y miembros de la Fundación Lions Club International, quienes se encargaron de inaugurarlo, por ser ellos los que hicieron posible este proyecto, al que otros solamente preferían voltear la cara para no verlo. Con ello, cuando menos la gente tendrá un lugar para pasar la noche y cocinarse un huevo frito. Estas obras, más allá del costo y de la propaganda que pueda hacerse de ella, créanme, valen la pena. Si pudieran escribirse los cientos de casos de personas que sufrían por la carencia de este albergue, las experiencias serían larguísimas. Enhorabuena por los más necesitados y un reconocimiento a los hacedores de este proyecto, no necesario, indispensable y sobra decirlo, humanitario.
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Ahora que está de moda de nuevo –siempre ha estado de moda- Juan Rulfo, por aquello de la nueva película basada en su novela Pedro Páramo en Netflix, se hace obligado comentar una historia que me platicó Pedro Valtierra, director de la revista Cuartoscuro.

Sucede que su amigo, el también legendario fotoperiodista Nacho López, lo invitó a comer a un restaurante de la ciudad de México y cuando llegó, a su lado estaba nada más y nada menos que Juan Rulfo, quien era muy amigo suyo. Él, Valtierra, como foto reportero profesional que ya era desde entonces, cargaba con al menos tres cámaras que, al llegar, guardó para tomarse primero un trago. Nacho López tomaba una copa, Rulfo no tomaba ya en ese entonces. Y pensando, “en un rato más lo retrato”, Valtierra pidió un ron. Disfrutaba su bebida, cuando en un descuido, Rulfo, quien era muy parco en sus conversaciones, sencillamente se paró y se fue. Cuando Valtierra quiso reaccionar ya se había ido. No pudo retratarlo jamás. Él y “Tiro Fijo”, el guerrillero colombiano, fueron dos de los personajes admirados por el fotógrafo que jamás pudo retratar.

 

 

 

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Antonio Madrid

Comunicador y periodista. Reportero, corresponsal y columnista (La Pasarela) en diversos medios poblanos. Ha ejercido su labor reporteril en radio, televisión y prensa escrita en medios de Huauchinango y Xicotepec.