¡Presta pa’ la orquesta!

  • Antonio Madrid
O la fábula de los diputados y senadores con su aguinaldote y el pueblo jodidamente pobre…

No, no es envidia, ¿o sí? De la buena. No creo. Debe ser de la mala. Y es que quien no envidia los privilegios, sobre todo los que no parecen ser meritorios. ¿De qué estamos hablando? Pues nada más y nada menos que de los elevadísimos aguinaldos que reciben algunos funcionarios, por el único mérito de ser leales –serviles- a alguien o algo.

Me explico. Hace algunos días publiqué una nota en mi página de noticias, que causó revuelo. Me refiero al monto que diputados federales y senadores cobraron de aguinaldo por apenas cuatro meses de trabajo. Lo del trabajo puede ser relativo. Hay quien percibe el trabajo como algo dificultoso, complicado, que genera esfuerzo.

Pero estaremos de acuerdo que no todos los trabajos pueden ser pesados para que se puedan especificar de esa manera. De ahí que un futbolista obtenga un salario monumental al lado del de un médico de pueblo, por ejemplo, pese a que tácitamente el trabajo del primero no sea ni mínimamente tan importante o definitorio como el segundo, en algo tan importante como la vida o la salud humana.

Y ni qué decir de un trabajador de servicio de limpia, por ejemplo, cuyo empleo es tan difícil por el hecho de trabajar con desechos, que incluyen el mal olor o, posibles infecciones y cuyo salario no se compararía ni la diezmilésima parte con el de un futbolista de élite o un cantante famoso de reguetón.

Pero aquí el caso es de los diputados federales y senadores, quienes se llevaron este fin de año un aguinaldo de 47 mil pesos y 83 mil pesos, respectivamente por únicamente cuatro meses de trabajo, recordando que fue en septiembre cuando comenzaron a ejercer sus funciones.

Merecidos o no, esos dineros parecen todo, menos una acción de personajes que promulgan la austeridad. Más aún, parecen insultantes y grotescos, porque quien dice trabajar para el pueblo se atrevería a llevarse tal cantidad de “aguinaldo” (el sueldo es aparte) y poderlo disfrutar con su familia, cuando el pueblo al que dicen representar (me refiero a campesinos, obreros, pequeños comerciantes, empleados de mostrador, empleadas domésticas y un largo etcétera) a veces no tiene ni para el pasaje de “la combi”.

Es en serio, hay ocasiones en que llegan a la quincena o semana con apenas lo justo para comer. ¿Qué pensarán estas personas cuando ven que a sus diputados y senadores les regalan (no es otra cosa más que eso) 47 mil u 83 mil pesos, así como así? ¿En serio pensaran los diputados y senadores que la gente los siente sus representantes?

Por supuesto que no.

Ahora bien, cuando se publicó la nota, hay quien intentó defender la causa –no dudamos que sea otro funcionario público beneficiado por el actual régimen- cuestionando si ¿…esto no pasaba antes? La respuesta es obvia: claro que sucedía. Y si el régimen anterior fue desechado, fue precisamente porque la gente estaba harta de esos excesos.

Pero no. Los diputados y senadores son todo menos tontos. Y si “legalmente” (las leyes las aprueban ellos) son merecedores de esos dineros, pues ni modo que no los acepten o los devuelvan. Muy austeros y defensores del pueblo dicen ser, pero un mexicano nunca rechaza un dinerito, “si ni que no fuéramos pendejos”, dijera mi abuelita (si viviera).

Un paréntesis. Muchos me han preguntado de Pancho Aguas Frescas, ese personaje que creamos para que dijera cosas que supuestamente el columnista no puede decir. El año próximo entrará de nuevo a la palestra, porque está visto que sí hay muchísimas cosas que criticar. Sobran.

Decíamos. Pues tenemos que los diputados de Morena resultaron tan voraces como los prianistas. “Presta pa la orquesta”, parecen decir en cuanto ven un fajito (o fajote) de billetes. Qué importa que en las casas de los pobres del pueblo no tengan ni pa’ tragar. Después de todo no sería mexicano aquel que no exclamara: “De que lloren en mi casa, a que lloren en la tuya...”; o la otra, “Pues si ya Dios me puso en este camino…”

No en balde se acuñó la tan encomiable frase: “Dios mío, no me des, ponme donde hay…”

En total la bolsa por los 500 diputados federales y los 128 senadores fue de 230 millones de pesos, no contando con prestaciones y bonos extras de cada bancada de partido, montos que son un gasto discrecional. Para colmo, los diputados que ya no están en funciones; como trabajaron ocho meses, también les dieron su aguinaldo, que equivale a 100 mil pesos cada uno. Bonita fregadera. Claro está que el aguinaldo por un año es de 147 mil pesos, mismos que recibirán completitos a finales de 2025 los hoy diputados en funciones.

¿Y cuál es su mérito? ¿Votar leyes a favor del pueblo? No señores. Ser leales y dóciles ante el poder del cual supuestamente son un contrapeso, es decir, el Poder Ejecutivo. Ya lo decía nuestra flamante diputada por Huauchinango durante su campaña: “Yo voy al Congreso para respaldar las iniciativas de ley que proponga Claudia Sheinbaum”… su verdadera jefa. El pueblo les vale un comino, pues no es el pueblo el que da los aguinaldos, sino los que deciden el rumbo del país desde el Poder Ejecutivo.

Pobre pueblo. Tan lejos de Dios y tan cerca de los diputados y senadores ricos.

Posdata: ¿Alguien duda que los diputados no sean productivos? Nada más hay que remitirse a lo que esta casa editorial publicó recientemente de los seis diputados que no han presentado una sola iniciativa en el Congreso en estos cuatro meses que llevan en funciones. Cinco son de Morena y 1 del PRI (sí, los redentores salieron peor que los que iban a combatir) y ¡eureka!, entre estos diputados se encuentra nuestra flamante diputada por Huauchinango: Gissel Santander, quien despide el 2024 con cero iniciativas. Eso sí, su aguinaldito no lo despreció.

¡Presta pa´la orquesta!

 

 

 

 

 

 

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Antonio Madrid

Comunicador y periodista. Reportero, corresponsal y columnista (La Pasarela) en diversos medios poblanos. Ha ejercido su labor reporteril en radio, televisión y prensa escrita en medios de Huauchinango y Xicotepec.