¿Queremos a México?

  • Elmer Ancona Dorantes
Este mes nos debe llevar a reflexionar sobre nuestra cada vez menos querida y muy dañada Patria

Este mes de septiembre es propicio para recordar un concepto, una imagen, una figura icónica que se valoró siglos atrás y que tenía un poder inigualable para la gente: el de la Patria.

Nuestros abuelos, nuestros padres y hermanos, crecimos respetando, custodiando esto que para muchos mexicanos representaba el alma de la casa grande donde todos habitamos, donde todos crecimos y, sin lugar a duda, donde muchos moriremos.

El concepto de Patria era tan valorado como el de nuestra insignia de tres colores, y así como al pasar frente a una cruz o una iglesia nos santiguábamos, al rendir honores a la bandera nos erguíamos con respeto.

¡Ay de aquel que en la escuela hiciera el menor relajo en los honores al manto tricolor que representaba a nuestra Patria! No pasaba ni un segundo cuando teníamos a los maestros atrás de nosotros jalándonos las orejas.

Y aunque no éramos como los míticos héroes del Castillo de Chapultepec, que se envolvieron en el Lábaro Patrio para arrojarse desde las alturas, sí teníamos un espíritu que nos llamaba a luchar y hasta dar la vida por este hogar que nos ha cobijado siempre: México.

Hoy, sin temor a decirlo, nuestro querido país, nuestra hermosa nación, nuestra cada vez más resquebrajada República, se ha convertido en el hazmerreír tanto de nacionales como de extranjeros, de propios y extraños.

Para la inmensa mayoría, México no es más que la tierra de nadie y el botín de unos cuantos, hoy se ha convertido en una triste caricatura, ridiculizada por tantos políticos que no hacen más que dañarlo y de ciudadanos sin juicio ni beneficio.

Basta ver a los ridículos diputados y senadores que han llegado a los recintos legislativos, que saltan de una bancada a otra, esperando otra oportunidad para llenarse los bolsillos con recursos que no les pertenecen.

Da tristeza ver a millones de mexicanos de todos los segmentos, de todos los sectores sociales, cómo arruinan a su propio hogar -México-, cómo dañan a la Patria, con tal de asegurar unos cuantos pesos en su bolsillo, sin pensar en esta y en las próximas generaciones.

Tal parece que nos hemos convertido en hordas rapaces, sin escrúpulos, insensibles ante tanto mal que se ha generado en nuestras calles, en nuestras plazas, en nuestras propias familias.

La Patria dejó de serlo para convertirse en simple trinchera de ladrones, de homicidas, de secuestradores, de atracadores, de todo tipo de barbajanes que en lo único que piensan es en sus propios intereses y no en el bien común, ese bien que necesitan todos.

Hoy no me queda más que decir ¡pobres nuestros hijos! que crecerán rodeados de hampones, de huachicoleros, de narcomenudistas, de delincuentes y criminales sin límites, muchos de ellos enquistados en las propias estructuras de poder.

Este mes nos debe llevar a reflexionar sobre nuestra cada vez menos querida y muy dañada Patria, y valdría la pena preguntarnos si realmente la queremos y protegemos.

Ojalá que un día no muy lejano volvamos a someter, a encadenar, amordazar y recluir en prisión a esos inmisericordes políticos y ciudadanos, y que volvamos a gozar de este país en el que muchos creímos.

@elmerando

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Elmer Ancona Dorantes

Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y maestro en Gobierno y Políticas Públicas por el Instituto de Administración Pública (IAP) y maestrante en Ciencias Políticas por la UNAM. Catedrático. Ha escrito en diversos medios como Reforma, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.