AMLO no se jubilará, será canonizado para venerarlo

  • Pablo Ruiz Meza
Es un presidente exitoso y funcionará como coadjutor en las decisiones de Claudia Sheinbaum

En la parte final con el discurso político del sexto y último informe, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que se “jubilará”, y le creo, lo que no significa que deje de opinar e intervenir en el proyecto de la 4T.

Considerando su edad y la vida traqueteada como activista político que lo llevó hasta la Presidencia de la República, al jubilarse no cambiará su residencia a un asilo o pasarla en la Casa del Abue.

Y su último ejercicio como presidente y líder del movimiento, le echó la multitud asistente al Zócalo a la presidenta entrante, para votar a mano alzada la elección de ministros, magistrados y jueces a través del voto popular, en la reforma al Poder Judicial.

Por si había alguna duda del legado obradorista, en la plaza pública, como le gusta al político tabasqueño, hizo un repaso de las tareas por cumplirse en el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo.

López Obrador le deja el país con las bases para la transformación, para consolidar lo que llamó el “humanismo” y la “revolución de las conciencias”, lo que no deja ningún margen que posibilite se desvíen los objetivos en el segundo piso de la 4T.

El presidente refrendó durante su discurso lo que ha llamado “autoridad política y moral” para dejar un país con un régimen dominante y absolutista, no solo como líder del movimiento, sino como autor de las candidaturas de gobernadores, de legisladores y de su propia sucesora.

El titular del Ejecutivo estatal se “jubilará” para convertirse en el “abuelo sabio” al que recurrirán todos, para compartir su “sabiduría” y reprender a quien entronó en la Presidencia.

López Obrador será canonizado y beatificado como padre del movimiento de la “Cuarta Transformación” que se inventó, equiparándose al cura Hidalgo, al Benemérito de las Américas y a los revolucionarios de 1910.

Pasará a la historia como un presidente exitoso con un modelo económico y político de control corporativo del Estado, principalmente valiéndose de los programas sociales para apelar al hambre, por el estómago, para alimentar las urnas, como ocurrió en las lecciones del 2 de junio.

No existe una sola auditoría a los programas sociales, porque salvo su efecto positivo en el voto corporativo a favor de Morena, no existe un solo informe de los resultados sociales y económicos, y por el contrario sí han surgido denuncias de desvíos millonarios (50 mil mdp, Carlos Manuel Urzúa).

Seis años de gobierno populista, narcisista, que no reconoció una sola falla como el saldo sangriento de casi 200 mil homicidios dolosos, millares de desaparecidos, sin crecimiento económico y una fallida política de salud, con su megalomanía de “ser mejor a Dinamarca”.

Escondió bajo la alfombra del despacho presidencial el crecimiento y dominio de la economía del terror impuesta por la delincuencia con las extorsiones y fijación de precios a productos y comercios.

Pero lo más grave, al ascenso de la narcopolítica durante su sexenio, no solo en la Federación sino en los estados donde cogobiernan con mandatarios estatales morenistas como en Tamaulipas, Sinaloa, Veracruz, Chiapas, Michoacán, Morelos, Sonora, Estado de México…

Como también es inocultable crisis al final de su administración con la captura del narcotraficante impune Ismael Mario Zambada García, el poder de la facción de los hijos de Joaquín Guzmán y la impunidad de cárteles como CJNG, por citar a los más poderosos.

AMLO le sigue echando la culpa al pasado como si no hubiera gobernado seis años, evade los casos de corrupción en su gobierno, de la inseguridad pública, la riqueza acumulada por pocos grupos pudientes y los nuevos ricos al amparo de la “Cuarta Transformación”.

Sí, en efecto, en la parte final del discurso de dos horas reconoció que aun existen rezagos en el país, pero no asume su responsabilidad, y como siempre ha hecho, se los endosó a tres décadas de neoliberalismo.

López Obrador denunció a la “mafia del poder” y los privilegios de lo que identifica como la “oligarquía”, pero él gobernó el país con el modelo económico neoliberal desde la Secretaría de Hacienda, hizo más millonarios a los grandes empresarios, enriqueció más a los banqueros y apadrinó a una nueva casta de millonarios beneficiarios de la 4T.

En materia de democracia, presume ahora la autenticidad de ésta durante su gobierno, victimizándose ante los medios de comunicación a quienes siguió tildando de “medios de manipulación”, a quienes aseguró “no censuró” “ni persiguió”.

Presumir que México vive una “auténtica democracia” cuando desde la Presidencia diseñó y dirigió el proceso electoral, intervino en las elecciones federales, atacó a la oposición, supeditó al Poder Legislativo, emprendió la embestida contra el Poder Judicial y eliminar los organismos autónomos.

Un “demócrata” que en política internacional interviene en los conflictos de sus aliados, como Evo Morales, y protege con recursos petroleros a dictaduras como la cubana; es omiso en la violación de derechos humanos en la Nicaragua del dictador Daniel Ortega, y con su silencio cómplice apoyan fraudes electorales monumentales como el de Nicolás Maduro en Venezuela.

López Obrador es un presidente y político exitoso, no se jubilará, y será factor de decisión y corrección en el rumbo del segundo piso de la “4T”, una vez canonizado y beatificado.

X@pabl_ruiz
Face: Pablo Ruiz Meza
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Pablo Ruiz Meza

Periodista con más de 30 años de trayectoria como reportero de staff, investigaciones especiales, corresponsal nacional, director editorial, autor de la columna "Nada personal" y colaborador en diferentes medios de comunicación multimedia.