A Mario Marín lo conocí cuando era gobernador de Puebla y yo presidente estatal del PRD. Debió ser en los primeros meses del 2008, que a través del secretario de Gobernación, Mario Montero, pedí una audiencia con el gobernador para reclamarle la mala aplicación de la fórmula que en la Ley Electoral de Puebla hacia que a mi partido le otorgaran en forma anual una prerrogativa inferior a la que le correspondía.

Logré la audiencia y me recibió en Casa Puebla y le traté el asunto. Como era de esperarse me señaló que no tenía nada que ver en ese error de asignación de recursos menor a lo que legalmente correspondía a los partidos de oposición, ya que el Instituto Estatal Electoral no dependía del Gobierno del Estado.

Por supuesto que no era así, ya que fue en la época que el gobernador en turno tenía influencia en todos los organismos autónomos. Le insistí que lo que ocurría sí podía modificarse y que mi partido recibiera lo que legalmente le correspondía. Ante mi exasperación me hizo una propuesta muy atractiva que por supuesto acepté.

Me dijo lo siguiente: “¿Cuántos municipios de los 217 del estado de Puebla gobierna tu partido?” Le dije nueve municipios y él me contestó: “Para compensar ese error del IEE que yo no tengo nada que ver, espero a tus presidentes municipales en Casa Aguayo y los voy a apoyar en algo que el Gobierno del Estado sí puede hacer y es obra para cada uno de esos municipios”.

Le dije algo así como la carta a los Santos Reyes, y me respondió: “Que me pidan lo que más les haga falta a los municipios de obra pública y la ejecutamos con recursos del gobierno del estado. Acordé en ese momento día y hora de esa reunión. Los cité con urgencia y les di la instrucción de que me enlistaran sus tres obras prioritarias y que fueran posibles con base en las necesidades de sus municipios. Y así ocurrió. Llegamos a la reunión con los presidentes municipales emanados del PRD; nos esperaba el gobernador Mario Marín y parte de su gabinete.

Cada uno recitó la primera obra prioritaria, luego la segunda y al final la tercera, frunció el ceño y me dijo: “Presidente, quedamos que solo una y me están pidiendo tres”. A lo que le señalé que así se los había pedido a efecto de que si por alguna causa la primera obra prioritaria no era posible que se viera la posibilidad de que se realizara la segunda o inclusive la tercera. El gobernador Marín muy serio me contestó que había acordado conmigo de hacer una obra prioritaria con cada uno de los nueve municipios gobernados por presidentes municipales del PRD, que no dudara de su palabra. Y para mi sorpresa que me señala: “A ver presidente, vamos hacer una cosa, este año hagamos su primera prioridad, el siguiente año su segunda y así en el tercer año, la que sigue”. Resultado: Me cumplió a cabalidad el acuerdo.

Después de su detención le di seguimiento a su proceso y pude concluir como abogado que soy que su excarcelación legalmente es procedente; aclaro que no señalo que sea justa o injusta por las vejaciones de las que fue víctima la periodista Lidya Cacho. Lo que escribo es que con base a la ley penal de Quintana Roo, al exgobernador de Puebla se le aplicó como la máxima sanción preventiva por el delito del que se le acusó y fue privado de su libertad, y ahora obtuvo su libertad en términos legales para seguir su proceso en libertad. Así lo señala la ley. Yo entiendo que quizás algunas personas les incomoda este último resolutivo y quisieran que se le ejecutara un juicio sumario y se le sentenciara a cadena perpetua, pero para el supuesto delito no aplica la máxima sanción y lo ocurrido es perfectamente legal.

En la política hay que cumplir los acuerdos inclusive con los contrincantes y el exgobernador Mario Marín le cumplió al PRD y a los habitantes de esos nueve municipios. Por supuesto que el monto del acuerdo fue muy superior a la prerrogativa que le castigaron a mi partido.