Hablando de pulques, playas y cangrejos

  • Xavier Gutiérrez
Brevísima crónica sobre un brinco a Tlaxcala y Veracruz

Primero, como dios manda: brevísimo brinco a la vecina Tlaxcala para rendir tributo a la diosa Mayahuel. Saborear un par de pulques curados en Atlangatepec, frente a un muestrario de cerca de 25 sabores, un desafío no apto para timoratos.

La tentación es francamente subversiva: como si fuera el pórtico del paraíso, ahí están los vitroleros ofreciendo el néctar de la corte mexica a quienes osan llegar a estos lares que gozan de fama universal.

Esta etílica colección de “pierdealmas” o “levantamuertos”, se complementa con la voz y guitarra de un trovador pueblerino. El cantor, ya con muchos calendarios a cuestas, le pone nostalgia con las notas de una no menos vetusta guitarra al delicioso consumo de tlachicotón.

Se arranca con “La Barca de Guaymas” (por cierto, composición del abuelo de López Portillo, don Carlos Wenceslao López Portillo) y luego “Chapala”. Ciertamente no es fiel a la letra de las viejas tonadas, pero se aprecia la voluntad del gorjeo y falsete ya un poco cascado. Tampoco es tiempo de ponerse muy exigente, se le agradece atentamente… Sufragio Efectivo. No Reelección.

El sabroso neutle, más propiamente octli, es como el postre de una exquisita barbacoa ahí cerca, en Apizaco que, según se cuenta, acaba de obtener medalla de oro en los Juegos Olímpicos de París.

El destino siguiente del caminante son las costas de Veracruz. Ahí al norte del bello puerto, a una hora aproximadamente, esta Palma Sola. Este es un pueblito de paso, consuelo de los traileros, pero de presencia más bien insípida.

Pero sus playas son otra cosa. El comité de recepción son cientos de mariposas que aparecen en la carretera como hojas de papel volando de múltiples colores.

Hay kilómetros de playas casi solitarias. Arena fina, como pólvora, oleaje leve, de apenas unos veinte o treinta centímetros de altura la mayor parte del tiempo y alguno que otro pescador ocasional, que relata historias de tradiciones, costumbres, misterios celestiales y paciencia que impone este placer caña al canto.

Las playas son razonablemente limpias. No tienen la contaminación de chapopote o sargazo como las de más al sur. Sí abundan los desperdicios de ramas y troncos viejos, arrastrados por la corriente marina quizá de la Florida o de otras pequeñas bahías de la parte norte del Golfo de México.

Allá a los lejos, de vez en cuando se ven pasar enormes barcos cargueros que siguen la ruta hacia Tampico o el Puerto de Veracruz y los eternos viajeros de estos cielos: pelícanos, gaviotas y aves marinas que le ponen color a la bóveda celeste.

A esto hay que agregar un curioso fenómeno que se ve casi a diario: verdaderas nubes de miles de libélulas que cruzan el paisaje y revolotean entre la vegetación y las señoriales palmeras.

La tranquilidad costera con la brisa marina, lo solitario de este hermoso paisaje de kilómetros, la variopinta fauna, el concierto multiverde muestran la cara paradisíaca de este nuestro gran país, a veces no justamente apreciado por propios y extraños. O a veces mejor valorado por forasteros que nacionales.

Dentro de estos últimos, se consigna el negrito en el arroz que nunca falta:  una familia que deja como huella de su primitiva cultura un montón de basura, formada por envolturas y botellas vacías, la marca de la casa de esa bola de trogloditas.

El escenario natural, decíamos, es rico en fauna: aves de todos tipos, una que otra águila pescadora, iguanas de todos los tonos de verde imaginables, profusión de cangrejos a los que yo llamo arañas playeras o “tuzas de mar”, tortugas, tlacuaches y los infaltables mosquitos. Estos forman ejércitos casi invisibles de torturadores a quienes tiene sin cuidado la Comisión de Derechos Humanos.

Los cangrejos, por cierto, animalejos velocísimos y que perderían de calle un concurso de estética, tienen como término equivalente la palabra latina cáncer, por los tentáculos parecidos a la versión microscópica de esta célula maligna.

Y ya entrados en el tema, este bichito debe su fama antigua en México a la composición satírica que hizo don Guillermo Prieto contra los reaccionarios en los tiempos de la Guerra de Reforma. Se llamó “Cangrejos al Compás”, y un verso decía:

Cangrejos al combate,
cangrejos al compás,
un paso pa’delante,
doscientos para atrás.

Aunque la realidad biológica hace quedar mal a don Memo, porque los cangrejos no caminan hacia atrás sino hacia un lado. Otro error semejante sobre esta especie marina lo cometió, dicho sea de paso, el grupo musical aquél “Acapulco Tropical”, que popularizó “Cangrejito Playero”:

Ay, cangrejito playero/que camina en la arena/va buscando a las nenas/que se van a la playa/con sus cuatro patitas/caminando ligero/con sus ojos parados/que parecen antenas...

El animalillo es de cuatro patas, octópodo pues…

Refirámonos, finalmente, a la curiosa misión que desempeña otro tipo de aves en esta zona: los zopilotes. Son una especie de consejo de vigilancia, o misioneros voluntarios de la limpieza playera.

Ellos se encargan de dar cuenta de los pescados descompuestos que el mar arroja. La carroña es detectada desde las alturas y al rato, una parvada de diez o doce eficaces responsables de la higiene pública, desaparece los restos en descomposición y deja la playa en magníficas condiciones. Bien por su zopilotezca función.

Minucias aparte, delicioso sabor de boca deja una corta estancia en este paradisiaco lugar.

Peccata minuta
Nos escuchamos cada jueves de 7 a la 8 de la noche por RadioBUAP, en “Te lo Digo Juan…”, para charlar sobre diversos tópicos en torno a nuestro idioma…En Youtube y Facebook nos encontramos en “El Pájaro Carpintero”, el placer de conversar, con personajes emblemáticos de la sociedad…Y en El Cazador, 3 Poniente 147, usted encuentra nuestro reciente libro Saberes y Sabores, todos los dichos y refranes respecto del comer y beber.

xgt49@yahoo.com.mx

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Xavier Gutiérrez

Reportero y director de medios impresos, conductor en radio y televisión. Articulista, columnista, comentarista y caricaturista. Desempeñó cargos públicos en áreas de comunicación. Autor del libro “Ideas Para la Vida”. Conduce el programa “Te lo Digo Juan…Para que lo Escuches Pedro”.