Indicios poco prometedores

  • Ociel Mora
Alejandro Armenta está obligado a hacer la diferencia con gobiernos de otras tendencias

¿Hacía falta que el gobernador electo anunciara los nombres de cuatro personajes que lo acompañarán en los principales puestos de gobierno, cuando a finales de año rinda protesta como gobernador constitucional?

Me parece que se trata de una acción innecesaria. Los anunciados ahora están expuestos al escrutinio público, y más aún, tratándose de personas de quienes ya se conoce su desempeño en cargos administrativos, con resultados que no son nada encomiables, si nos guiamos por los indicadores oficiales.

Me refiero solamente al actual secretario de Gobernación, Javier Aquino, quien carga sobre sus espaldas la violencia política que se registró durante el proceso electoral que culminó el primer domingo de junio pasado, y de la cual es responsable. Además, como encargado de la política interna en la entidad no se le recuerda por ningún lance de relativos vuelos como para decir que, como gobernante con identidad de izquierda, logró hacer la diferencia con sus predecesores panistas y priistas en ese puesto.

Un funcionario que, hay que decirlo, difícilmente aplica para colocarse en la media de esa dependencia. No me refiero a otros temas que siguen allí, agazapados, haciendo tic-tac, y que pasan por su incompetencia.

El Gobierno de la República tiene, con varias aclaraciones y precisiones, una definición larga para caracterizar los contenidos de la política social (PS), ahora bajo la dirección de una dependencia que lleva el nombre de Secretaría de Bienestar, pero que en nada cambia los contenidos porque el diagnóstico de la pobreza y los rezagos sociales sigue siendo los mismos. Para el país y para Puebla.

La PS busca hacer de México un país incluyente, en el que todos tengan acceso a un piso básico de bienestar. Para ese fin se precisa de sumar esfuerzos entre los tres niveles de gobierno, con el fin de evitar la dispersión de recursos y esfuerzos. El piso de bienestar tiene que ver con la elevación de la calidad de vida de personas y familias.

Apenas hace fala decirlo: una política social que no cambia para bien la vida de las personas no es política social. Es clientelismo. Administración de la pobreza, o como se le quiera llamar.

También refiere la urgencia de mejorar la calidad productiva de quienes se encuentran en los últimos peldaños de la prosperidad material, recomienda a los ejecutores de las acciones seguir las mejores prácticas internacionales en lo tocante al ejercicio y orientación del gasto social, y pondera (como en efecto aparece en la Ley General de Desarrollo Social en cuya elaboración y aprobación participó de manera destacada el poblano Alberto Amador Leal en 2002) la importancia de la participación de la población, de tal manera que pasen de la posición pasiva de receptores de la buena voluntad del gobierno en turno, a la actores en el diseño e implementación de políticas que, hipotéticamente, redundarán en su mejora de vida.

La política social a nivel federal busca ser más eficiente focalizando sus acciones sobre población objetivo. Es lo que hace un par de décadas atrás el ahora gobernador electo, Alejandro Armenta, denominó “tiros de precisión”. En el caso local es importante tomar en cuenta el componente de género, toda vez que Puebla se encuentra entre las entidades con mayor expulsión de mano de obra. Migrantes que se van de mojados y, con sus remesas, hacen la vida económica en los pueblos más recónditos, a través de esposas y madres. También se precisan acciones con un diseño e implementación desde una mirada intercultural.

La Secretaria de Desarrollo Social, ahora de Bienestar, ha corrido con muy mala suerte en Puebla. Las administraciones de Morena determinaron entregarla en tributo al dueño de esa rémora llamado Partido del Trabajo. Específicamente a su titular, el señor Alberto Anaya. Todo a costa del bienestar de la población, y con resultados que distan mucho de ser óptimos. Pues ya veremos cómo el señor Aquino cambia el paradigma de la política social y saca de la pobreza al 80 por ciento de la población, lo que actualmente se encuentra en ese estado inicuo, entre pobres, pobres extremos, y vulnerables a caer en pobreza.

Sin embargo, en donde más zozobra genera es en el nombramiento al frente del Instituto de los Pueblos Indios de Puebla. No basta con las buenas intenciones para diseñar y ejecutar políticas públicas con perspectiva intercultural, como recomiendan los principales organismos internacionales vinculados con la mejora material de los pueblos originarios, postrados en el inmovilismo económico.

Haber hecho carrera política en el pueblo de Ajalpan, en los cargos del DIF, una regiduría, dirigente de Morena, me temo que no habilita técnicamente para tomar el cargo indigenista más importante en la entidad. Incluso puede ser tomado como una afrenta para los indígenas con experiencia en la administración pública, con estudios superiores en el ramo, y con propuestas no para resolver el problema endémico de los indios, pero sí para poner las bases y empezar a trabajar en su reivindicación. Entiendo que los indios como indigenistas han sido un fracaso rotundo, lo hemos visto en varios casos específicos, pero aún así me parecen mejor que quien hizo estudios de comercio.

El triunfo contundente de Alejandro Armenta resume el anhelo de cientos de miles de personas que ven en el nuevo gobernante la oportunidad de mejora, al cabo de un periodo largo de gobiernos incompetentes y de mucha inestabilidad política. No fue por Morena que ganó, aunque por esa vía obtuvo un buen caudal de votos. Fue por la esperanza de la gente. Muchos ven en el nuevo gobernador al político con experiencia, que puede empezar poniendo las bases para sacar a Puebla del rezago, y encauzarlo hacia un horizonte de oportunidades, progreso y prosperidad compartidas. Para avanzar en esa dirección luminosa precisa de un equipo de hombres talentosos y experiencia en cada uno de los ramos. Por lo demás, y como gobernante de un partido que se asume como de izquierda, está obligado a hacer la diferencia con los gobiernos de otras tendencias, de no hacerlo, la fatalidad habrá tocado a nuestra puerta. Y entonces sí habremos perdido hasta la esperanza.

Chayo News
Tengo entendido que por ahí del mes de octubre será anunciada la puesta en servicio de la Fundación Juan Garzón, la cual busca honrar la memoria de la persona de ese mismo nombre. Un luchador social que en vida logró conformar una de las organizaciones populares más importantes en la entidad: el Círculo de Organizaciones Populares (COP), con presencia en varias entidades de la República y cuya sede principal es el tianguis de San Martín Texmelucan, en el que cada martes se dan cita miles de vendedores y compradores, al menudeo y al mayoreo. La Fundación estará encabezada por Elim Garzón y tendrá varios componentes, los más importantes serán la atención a la salud, en primer lugar de los agremiados y en seguida de la población abierta, y financiamiento para apoyar la iniciativa de pequeños productores y comerciantes. San Martín sigue siendo uno de los polos de desarrollo comercial más importantes de la entidad, no obstante que las autoridades lo han disminuido como fuente de sustento para cientos de personas desplazadas del trabajo y la economía formal. Los que encuentran en el tianguis el último recurso para obtener la canasta básica y alimentar a la familia.

 

***Me parece que el mejor servicio que puede ofrecer un comentócrata a su comunidad y a su gobierno es ayudar con el ejercicio de la crítica. La lisonja no ayuda a los gobernantes, los pierde. Los hace soberbios y la soberbia envalentona y los empuja a cometer locuras. Marín estaba ensoberbecido cuando se topó con el asunto de la Lydia Cacho, y ya ven, perdió hasta la libertad.

 

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Ociel Mora

Es vicepresidente de Perspectivas Interdisciplinarias, A. C. (www.pired.org), organización civil con trabajo académico y de desarrollo económico de grupos vulnerables; y promotora de acciones vinculadas con la cultura comunitaria indígena y popular. Su línea de interés es la Huasteca y la Sierra Norte de Puebla.